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Balance entre talento y equipo

Harry How/Getty Images

Sale de la nada.

En un momento, Yasiel Puig batea un roletazo suave hacia al medio que parece un mal bateado imparable y en el otro se está tirando de cabeza hacia la segunda base.

La cámara televisiva detrás del plato no captura el instante, mientras está llegando a primera, cuando se percata que el campocorto de los Mets Omar Quintanilla ha parado la pelota lo suficiente como para detenerla, y decido ir a por el doble. En vez, vemos a un muy sorprendido Juan Lagares, el jardinero central de los Mets, luchando para hacer una jugada con la bola y un Puig triunfante parado en segunda base y señalando con su dedo índice al cielo..

Los Dodgers y los Mets están empatados a 4-4 en la duodécima entrada y de repente Puig representa la carrera de la victoria.

"Cuando lleva a cabo algo así", dijo el coach de primera base de los Dodgers, Davey Lopes. "Es espectacular. Eso es algo que uno no puede enseñar. Hizo todo eso por su cuenta. Nueve de cada 10 jugadores ni lo intentarían".

Los Dodgers tienen una regla para Puig cuando está embasado: La luz siempre está verde a menos que le digan lo contrario. Puig no atravesó ningún "Pare" contra los Mets. No hubo el tiempo suficiente para que Lopes levantara uno.

"Y el "Caballo Salvaje" está en la posición de ganar", el anunciador de los Dosgers, Vin Scully, exclamó. Varios lanzamientos después, Adrian Gonzalez lo empujó al plato.

"Realmente creo", dijo Lopes. "Él cree que lo puede todo".

ANÁLISIS DE COSTO-BENEFICIO

Los Dodgers juegan para 67-33 desde que ascendieron a Puig el 3 de junio. Su energía, su pavoneo y poder estelar han sido exactamente lo que los Dodgers necesitaban, y de lo cual el béisbol tenía hambre. Pero, por supuesto, no lo puede hacer todo, y junto a los emocionantes batazos convertidos agresivamente en dobles y lanzamientos como rayos láser desde la profundidad del jardín derecho a la tercera base han venido algunas metidas de patas en las bases y tiros imprudentes.

El motor que el chico lleva adentro nunca se apaga. Para bien o mal.

Tiene 22 años y 63 partidos en las menores en su carrera y 95 en las mayores en su bolsillo. Hace dos años, estaba en Cuba y desconectado del béisbol tras una suspensión por intentar desertar. Un año atrás, estaba en la Clase A Rancho Cucamonga (California), aprendiendo a que uno no va a las gradas a saludar a un amigo en medio de un partido. Decir que todavía está aprendiendo es un eufemismo.

Los Dodgers han contratado una seguridad privada para él, le asignaron traductores personales y le pidieron a los ex jugadores latinoamericanos como Manny Mota y Eddie Oropesa a que fueran sus mentores.

Sin embargo, no es una orquídea. Es una estrella de rock, rebosando carisma dentro y fuera del terreno. En estos días, el dueño parcial del equipo Magic Johnson no es la cara de los nuevos Dodgers, lo es Puig. Y el béisbol le debería estar agradeciendo a los cielos por Puig -- un exuberante jugador de cinco herramientas con un gusto por lo dramático, un chico capaz de ganarse el cariño de la fanaticada y de aquellos que se alejaron del deporte como repercusión de la era de los esteroides. En su lugar, está teniendo problemas en acogerlo. Hay quejas por su escasez de fundamentos, resentimiento por su estilo y fanfarroneo.

"Sí, Puig puede parecerle arrogante a algunas personas", explica un compañero del equipo de los Dodgers Matt Kemp. "Pero, ¿por qué no pensar que eres uno de los mejores jugadores de la liga? Todo gran jugador tiene un alto aprecio de sí mismo respecto a su juego. Eso es lo que los hace grandiosos. Si es uno de tus compañeros de equipo, te gusta cómo juega".

No es que no conozca todas las reglas no escritas que gobiernan al deporte. Es que es exitoso a pesar de ello.

El purista se queda con dos preguntas: ¿Las quiere aprender? ¿Las necesita aprender?

Los Dodgers solo tienen una: ¿Pueden confiar en él llegado el periodo de los playoffs?

"Uno no le quiere quebrar el espíritu", comentó el manager de los Dodgers Don Mattingly. "Me encanta como juega. Pero no quieres que te termine costando a la larga".

ASUNTO FUNDAMENTAL

Tres años atrás, Matt Kemp escuchó mucho de las mismas críticas que Puig escucha ahora. Cometió demasiados errores pequeños, sus esfuerzos parecían inconsistentes, sus estados de ánimo afectaban su juego, su vida social lo colocaba en el ojo de la prensa amarilla. Sin embargo, la mayor parte del tiempo, pecaba en no llegar a la altura de su enorme potencial.

"Cuando llegué por primera vez a las mayores, cometí muchos de los errores que él está cometiendo", compartió Kemp. "Pero uno aprende de ellos. Mientras aprenda de ellos y no los siga repitiendo una y otra vez, se convertirá en uno de los mejores jugadores en el deporte por mucho tiempo"

Kemp ha estado lesionado durante tanto tiempo en esta temporada que a uno casi se le olvida que a veces está allí. Eso, también, es el poder de Puig. Su energía y producción han compensado por lo que Kemp es capaz de darle al equipo cuando está saludable. Kemp no guarda resentimientos. Ver a Puig a diario es una de las cosas que lo mantienen animado a pesar de las lesiones y la frustración.

"Me encanta la manera en que juega", expresó Kemp. "Esa es la única manera de jugar. Es un juego de niños. Uno debería estar divirtiéndose".

Intenté hacerle una pregunta, pero Kemp está acelerado. Quiere que esto sea escuchado, en este vestuario y por alrededores del deporte. Si no estuviese lesionado, estaría defendiendo a Puig todos los días.

"Puede parecerle a algunos cualquier cosa que anden diciendo por ahí que él es, como si no jugase el juego de la forma correcta. Pero él sale allá fuera y juega duro todos los días", aclaró Kemp.

"Uno pueden odiar a estos jugadores jóvenes. Siempre habrá jugadores que llevan mucho tiempo en el deporte y cuando ven a los jóvenes subir, sienten un poco de celos. Pero me encanta. Me encanta ver a jugadores como Mike [Trout] y Bryce [Harper] y Puig".

Lopes es una de las personas que ayudó a Kemp darse cuenta de su potencial en el 2011, cuando terminó segundo en las votaciones por el Jugador Más Valioso en la Liga Nacional. Al igual que Puig, Kemp tenía un talento incuestionable. Solo tenía que ser desatado y nutrido correctamente.

"No estamos tratando de domar a Puig, tenemos que refinarlo", aclaró Lopes. "No hay nada de malo con la forma en que juega. Tiene que reconocer que los otros jugadores son igual de buenos que él. Uno puede salirse con la suya con algunas cosas en Clase A que aquí no se puede.

"Pero algunos juegan con estilo. Uno no cambia eso. Nosotros en el béisbol a veces hacemos eso. Tratamos de que todos sean fundamentalmente correctos. Pero algunos pueden hacer cosas fuera de lo común y hacer el trabajo. No tengo ningún problema con eso".

LO QUE PUDO HABER SIDO

Como la mayoría de los desertores cubanos, Puig se pone reacio para hablar del porqué se fue de casa. Detalles y fragmentos han visto la luz. Los rumores han volado, pero los detalles específicos no son conocidos. Pueden haber consecuencias para Puig, sus familiares y amigos que aún viven en Cuba (su hermano está todavía en la universidad allá), o para sus padres y hermana, a quienes Puig ayudó a emigrar a los Estados Unidos hace seis meses.

Aún si quisiera contar su historia, alguien -- como su agente, Jaime Torres -- lo detendría.

"Si me quiere preguntar cómo él llegó aquí", aclaró Torres. "Será una conversación muy corta".

Le dije a Torres que estaba más interesada en qué hubiese pasado si Puig no hubiese llegado hasta aquí.

"Bueno, él había estado suspendido -- ya sea por intentar desertar o por pensar en desertar, no estoy seguro -- y una vez que estás suspendido, no tienes más alternativa que intentar encontrar una forma de salir de la isla", explicó Torres.

Si Puig no se hubiese ido, explicó Torres, nunca hubiese sido capaz de jugar al béisbol a menos que fuese en un terreno baldío. Olvídense de jugar para el equipo nacional cubano. Olvídense de jugar por $17 mensuales para el equipo de su barrio, los Elefantes de Cienfuegos.

"Hubiese estado arreglando computadores", expresó Puig.

Le duele a Torres el solo pensar en esa realidad.

"No te puedo decir cuántos Puigs hemos perdido", comentó Torres. "Y cuando "hemos", me refiero a los fanáticos del béisbol. Soy abogado y represento a los jugadores, pero primero que nada soy un fanático del deporte. Y la lista de jugadores que no tuvimos la oportunidad de ver jugar al nivel de las mayores es triste. Estoy hablando de jugadores que pudieron haber sido estrellas, miembros del Salón de la Fama, y nunca llegamos a poder verlos. Omar Linares, Antonio Pacheco, Luis Casanova, podría seguir diciendo nombres".

Mientras hablábamos durante un partido de los Dodgers en Miami contra los Marlins, un grupo de legendarios peloteros cubanos se acomodaron cerca de nosotros. Le habían aprobado un permiso para visitar los Estados Unidos para formar parte de un partido de exhibición conmemorando el aniversario número 50 de una de las franquicias más ilustre de la liga cubana -- los Industriales. Rey Anglada fue el segunda base de los Industriales durante 10 años. En su plenitud, fue uno de los mejores jugadores en Cuba. Torres dijo que no está fuera de lugar el compararlo con la superestrella de los Yankees, el segunda base Robinson Canó. Pero a los 29 años, Anglada fue erróneamente acusado en un escándalo de apuestas y lo expulsaron del deporte. Veinte años después limpiaron su nombre de toda ofensa y se convirtió en el manager de los Industriales.

"Fue duro, pero la vida continua", expresó Anglada.

Anglada dijo que tuvo la oportunidad de irse de Cuba en alguna ocasión. Los Cardenales de San Luis le habían ofrecido un contrato. Pero dice que nunca lo consideró seriamente. Cuba es su hogar. Su familia también es importante para él.

Aquellos que sí se van lo hacen con un agujero en sus corazones. El cerrador de los Rojos de Cincinnati,Aroldis Chapman dijo que pudo traer a sus padres a los Estados Unidos, pero su hija de cuatro años sigue en Cuba. Puig se fue sin saber si volvería a ver a sus padres o hermanos.

Hay una diferencia entre aquellos que se quedan y los que se van. No estoy segura de que alguien pueda explicarlo. Es una decisión muy grande para juzgar. O uno decide dejarlo todo y a todos y ver hasta dónde tu talento te lleva, o no. Sin embargo, una vez que te marchas, tienes que confiar en ese talento. La decisión no puede ser revertida. Por necesidad, ese talento se convierte en todo para ti. Tu futuro, tu identidad, tu vida. Es todo lo que te queda.

Y entonces, un día, si eres Yasiel Puig, después que ese talento te ha hecho ganar un contrato de $42 millones y un éxito inigualable en las Grandes Ligas, la gente te comienza a decir que ignores lo que ese talento te hace pensar que puedes hacer y te piden que confíes en ellos y su actitud hacia el deporte. ¿Qué?

MOMENTOS PARA ENSEÑAR

Mattingly lo entiende.

"No creo que ninguno de nosotros realmente puede caminar con sus zapatos", dijo Mattingly. "Vino desde un país comunista. No creo que ninguno de nosotros realmente sepa cómo es vivir allá ni las cosas que pasan. Cómo creció o lo que le pasó".

Mattingly lo entiende, y aún así tiene un equipo de béisbol al cual dirigir. Un equipo que acaba de ganar la División Oeste de la Liga Nacional y que busca el primer título de Serie Mundial de la franquicia desde el 1988.

¿Qué pasa si en el Juego 2 de la Serie Divisional de la Liga Nacional, Puig ignora al fildeador de relevo que debe capturar el tiro desde los jardines, intenta lanzar de out a un jugador al cual tiene muy pocas probabilidades de pillar en la tercera base, la pelota se escapa y se dirige a las gradas, permitiéndole al corredor anotar? ¿Y qué pasa si eso es lo que hace la diferencia en el partido, en la serie?

"Honestamente creo que él lo puede hacer todo", opinó Mattingly. "Eso es bueno. Uno no quiere que tus jugadores se conformen con menos. Quiero que sueñen demás, que sean ambiciosos. Prefiero ver a un jugador tratar de batear para un promedio de .350 y que termine con .320 que uno que solamente intente batear para .300 cuando debería estar bateando para .340".

Lo que Mattingly tiene que descifrar es que si Puig simplemente no conoce los matices de un partido de las Grandes Ligas -- si es una cuestión de experiencia -- o si se han enseñado algo y él decide ignorarlo porque piensa que lo puede hacer mejor a su manera.

Si los Dodgers estuviesen en el último lugar, Puig podría cometer errores y aprender dónde están sus límites a su ritmo y no le costaría nada al equipo. Pero los Dodgers no tienen ese lujo en esta temporada. Puig va a tener que confiar en lo que le dicen. Y en algunas ocasiones, usualmente porque sigue empujando, y siempre porque ama jugar con estilo y hacer lo dramático, hacer la gran jugada, él no ha escuchado.

"Eso le molesta a muchos de los jugadores", dijo alguien cercano a los Dodgers.

Mattingly jugó en una organización en donde nada era privado. Los Yankees de George Steinbrenner llenaban los titulares como ningún otro. El Jefe lo mismo podía ser apacible que fiero. Se alimentaba de la controversia y el conflicto. Fue suficiente para hacer que Mattingly quisiera dirigir a su equipo exactamente de la manera opuesta. Le pide a sus jugadores que se preparen y que jueguen duro. El conflicto y la controversia nunca deben atravesar las puertas del vestuario.

"Le hablo como le hablaría a mis hijos", comentó Mattingly acerca de su mensaje a Puig durante una reciente reunión privada de 30 minutos entre los dos.

Puig se había dirigido hacia la segunda base de pie en lugar se deslizarse para tratar de romper una doble jugada en la segunda entrada de un partido contra los Cachorros de Chicago, realizó un par de atrapadas de canasta con una sola mano , y finalmente caminó, en vez de correr, hasta su posición en el jardín derecho. Mattingly, aparentemente frustrado con la actitud de Puig, lo reemplazó por el jardinero reserva Skip Schumaker en la quinta entrada.

"Fue una buena reunión", comentó Puig después. "Me explicó lo que cada pelotero tiene que hacer en el terreno, no solo yo, sino todo el mundo".

Puig estaba tranquilo mientras le habló a los medios. Contrito, inclusive. Era importante para él escuchar que estaba siendo tratado al igual que cualquier otro jugador. Era más importante que Mattingly lo tratase con respeto aún si lo estaba regañando.

Seguramente no hubiese sido así en Cuba. No le habrían dado ninguna explicación.

"Trato de ser honesto con él y con lo que pienso. Pero tengo que representar al club con algunas de las decisiones que tome", aclaró Mattingly.

Nunca se le quebró la voz, pero el sentimiento era evidente. Le dolió sacar a Puig del partido, pero tenía que enviar un mensaje, y no solamente a Puig. El resto del equipo necesitaba ver que él disciplinaría al joven estrella.

Se ganó el respeto al hacerlo, en el vestuario y en el béisbol, pero Mattingly no hizo reverencias. Esta no fue una victoria por el deporte y sus tradiciones. En su mente, fue un fallo de ejecución.

"Regreso a las cosas de John Wooden que he leído", dijo Mattingly, en un día más callado de vuelta en Miami. "No has enseñado hasta que hayan aprendido. Así que si no hemos superado todavía, tenemos que continuar buscando una forma diferente de superarlo. No puedes darle las espalda. Solo debes seguir tratando".

ALEGRÍA Y DESEO

Puig está aprendiendo. En el entrenamiento de primavera, famosamente bateó .526 pero no caminó una sola vez en 58 presentaciones al plato. En sus primeros 20 partidos en las grandes ligas, se ponchó en 17 ocasiones y caminó solo tres veces. En julio, caminó ocho veces. En agosto, caminó en 14 ocasiones.

"He visto esta progresión", dijo el coach de bateo de los Dodgers Mark McGwire. "Y es un crédito para él ser listo y querer mejorar. Todavía seguiremos viendo errores. Pero son errores agresivos. Prefiero ver eso que errores pasivos".

McGwire se ilumina cuando le preguntas acerca de Puig. No le preguntes cómo, ya que el español de McGwire no es bueno y el inglés de Puig es un trabajo en proceso, pero desde el minuto en que comenzaron a trabajar juntos en el entrenamiento de primavera, tuvieron una conexión.

"Podría ser mi hijo", dijo McGwire. "Es un placer trabajar con alguien que quiere mejorar".

LO QUE NO SABES, NO PUEDE LASTIMARTE

El nuevo estadio de los Marlins de Miami está en la esquina de la Bobby Maduro Drive y la Felo Ramírez Drive en la Pequeña Habana. En el año y medio que lleva abierto, el estadio se ha vuelto ambas una oda y un insulto a los fanáticos del béisbol en el sur de la Florida que aceptaron financiarlo públicamente. Un insulto, porque el notorio mezquino dueño de los Marlins, Jeffrey Loria, destripó su nómina de alto valor a mediados de la temporada pasada. Una oda porque detalles como nombrar las calles de afuera del estadio tras hombres cubanos legendarios del béisbol es una demostración de respeto a la gran comunidad cubana americana en Miami, para quienes el béisbol es una pasión.

Maduro fue el dueño de los Havana Sugar Kings, la afiliada de la Triple-A de los Rojos de Cincinnati desde el 1954 al 1960. Ramírez, nacido en Bayamo, Cuba, es el presentador hispanoparlante del Salón de la Fama de 90 años de edad de los Marlins que lleva presentando juegos de béisbol en el sur de la Florida y por todo el caribe y Latinoamérica desde el 1949.

Cualquier cubano americano viviendo en Miami reconocería instantáneamente a cualquiera de los dos nombres, de la misma forma que un fanático de los Dodgers sabría quién es Vin Scully.

Yasiel Puig nunca ha escuchado de ninguno de los dos.

"Cuando [Ramírez] comenzó a presentar juegos, mi padre ni siquiera estaba pensando en tenerme", dijo Puig.

Y en cuanto a el coach asistente especial Tony Pérez, la ex estrella de los Rojos de Cincinnati que nació en Cuba y comenzó su carrera con los Sugar Kings en el 1960, pero que abandonó el país para siempre en el 1961 a medida que Fidel Castro cerraba a Cuba al resto del mundo.

Puig no sabía quién era tampoco.

¿Cómo habría podido? Los partidos de las grandes ligas no han sido transmitidos a Cuba desde los 1960s. Hay formas ilegales de mantenerse al tanto de lo que sucede en América, y hasta escuchar un partido. Pero un jugador de béisbol con el talento y la exposición de Puig no lo podía arriesgar.

"Recuerdo escuchar a Felo Ramírez cuando crecía en Puerto Rico", dijo Torres, el agente de Puig basado en Miami. "Pero para un jugador como él, miembro del equipo nacional cubano, si lo atrapan escuchando un partido de las grandes ligas, habría levantado sospechas de querer desertar. En Cuba, de hecho es un crimen pensar que vas a desertar. Jugadores han sido regañados y suspendidos sin ni siquiera haber desertado, solo porque han tenido una conversación con un jugador que desertó."

Chapman, el cerrador Todos-Estrellas de los Rojos de Cincinnati, lo explica en términos más duros.

"Admiraba a [el ex lanzador de los Yankees y los Medias Blancas] José Contreras cuando era un chico", dijo Chapman. "Ese era el jugador que amaba, hasta el punto en que se fue. Y después no supe más de él hasta que llegué aquí, a los Estados Unidos".

Contreras desertó en el 2002. Chapman desertó en el 2009. Por siete años, Chapman no tenía idea de lo que había sucedido con su jugador preferido y no sabía que había ido a ganar la Serie Mundial con los Medias Blancas en el 2005.

Más temprano en esta temporada, fue criticado por no reconocer a Luis González, un cubano americano que lideró a los Diamondbacks de Arizona al título de la Serie Mundial del 2001. González supuestamente se le acercó a Puig detrás de la jaula de bateo para presentarse, pero se retiró sintiéndose despreciado cuando Puig no se iluminó y le respondió. El próximo día, González fue a una estación radial del área de Phoenix y expresó su frustración con la joven estrella, comenzando una discusión amplia acerca de la supuesta falta de respeto de Puig hacía el deporte y su historia que se desarrolló en columnas y preguntas alrededor del béisbol.

Pero de nuevo, Puig no tenía idea de quién era González hasta que McGwire le dijo. Tenía 10 años de edad y vivía en el pueblo costero de Cienfuegos, Cuba, en el 2001 cuando González empujaba la carrera ganadora en el Juego 7 de la Serie Mundial.

Cuando las críticas llegaron, estaba sorprendido y confundido. Fue una lección dolorosa, y tal vez una injusta. Pero él se está ajustando.

El día que le pregunté acerca de Tony Pérez y de Felo Ramírez, dijo que de hecho había conocido a Pérez hace unos pocos días atrás, en la primera noche de la serie de cuatro partidos, pero que había ido de nuevo a tomarse una fotografía con él cuando Ramírez bajó al campo.

"La prensa no sabía que ya le había dicho 'Hola' y hablado con él por un buen tiempo", explicó Puig. "Así que fui a saludarlo y a decirle 'Hola' de nuevo, solo para que la prensa no fuera a publicar que no lo hice, como lo hicieron con Luís González".

OJOS BIEN ABIERTOS

Más allá de cómo juega o de a quién le rinde homenaje es la pregunta más grande de todas, para ambos Puig y los Dodgers: ¿Cumplirá con las expectativas?

¿Qué tal si se queda corto, qué tal si no es capaz de utilizar sus talentos y refinar su juego, qué tal si algunos de sus hábitos cuestionables lo alcanzan, qué tal si la presión lo supera y se termina quemando?

Sucede más de lo que la gente quiere admitir. La historia del béisbol está llena de cuentos de talentos audaces que nunca pudieron juntarlo todo.

Puig ya parece entender lo que se está apostando.

Le pregunto si toda la atención y la presión le pesan de vez en cuando. Asiente con la cabeza.

"Estoy verdaderamente agotado", dijo. "No he dormido".

Las publicaciones tarde en la noche por sus cuentas de Twitter e Instagram confirman eso. Pero a eso no es a lo que Puig se refiere.

"De noche cuando duermo en mi casa, es Dios en mi ojo derecho", dice, abriéndose el ojo con la mano. "Y el demonio en mi ojo izquierdo.

"Mis ojos están muy abiertos. Nunca los cierro. 'Porque no quiero que venga nadie y me lleve. Si cierro ambos ojos, el demonio podría venir buscándome con un hacha. Y no quiero que eso suceda. No, no, no".

Tiene miedo de perderse. De descansar. O de lo que le sucedería si cerrara sus ojos y parara, aunque sea por un minuto.

También tiene miedo de sí mismo. De la energía dentro de él. Del camino que sus instintos podrían llevarlo.

Ha sido así toda su vida, dice. El motor dentro de sí mismo siempre ha rugido.

"Jugaba al béisbol en el vientre de mi madre", dice. "Siempre jugando béisbol. Por 18 años fui un receptor, pero tenía demasiada energía como para estar sentado ahí detrás así que pedí que me cambiaran al jardín".

Le pregunto que si podría cambiar algún día. Asiente.

"Me he esforzado por esto, he tenido esperanzas de esto", dice. "Debo adaptarme a esto ahora".

EMPUJE AZUL

Los Dodgers tienen a otro jugador bendecido con el tipo de talento que tiene Puig. Así de talentosos como lo son Kemp y Hanley Ramírez y Adrián González, él puede que tenga solamente a una persona parecida a él.

Si Puig fue hecho para ser un bateador, Clayton Kershaw nació para ser un lanzador.

Como hombres, no pudieron ser más diferentes. Kershaw está obsesionado con la rutina. Puig no tiene. Kershaw no tiene ningún uso para el centro de atención, Puig prospera de él.

Son los dos polos del vestuario de los Dodgers. Y con todo y eso no están en desacuerdos el uno con el otro. El talento siempre respeta el talento.

Kershaw era más joven que lo que Puig es ahora cuando hizo su debut en las ligas mayores. Ha hecho estado aquí por tanto tiempo que te olvidas que solo tiene 25.

¿Qué lo motiva?

"Hablo con algunos de los chicos más viejos que están en sus últimos años", dice Kershaw. "Y nunca quieres mirar atrás y decir, '¿Qué tal si?'"< p>

Como lanzador, observa a Puig desde una distancia. No es realmente su lugar para darle consejos a un jugador de posición. Veteranos como González, Kemp, Carl Crawford y Juan Uribe son los tutores de Puig.

"Su talento es inigualable, dice Kershaw. "Es único. Pienso que es una combinación de muchas cosas, porqué es como es, y siento que están trabajando para él hasta un cierto punto.

"Sin embargo sigue con sus cosas fuera del campo, o antes del partido, sin importar con tal de que te desempeñes. Para mí, no puedo no hacer cosas y desempeñarme bien. Puede aparecerse y jugar el juego. Ese es él".

Las palabras de Kershaw se quedan en el aire.

Ya no se trata de jugar béisbol de acuerdo a las reglas y a las expectativas. No se trata de hacer enojar a alguien o de demostrar respeto.

Se trata del talento. De honrarlo haciendo todo lo que esté a tu alcance para liberarlo.

Puig hizo eso al dejar Cuba. Pero eso no fue el fin de su camino. Hay mucho más sendero que debe recorrer.

"Su talento es único, por lo que he visto", dice Kershaw.

"Espero que dure".