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Kobe Bryant contra Kobe Bryant

Cuando Kobe Bryant vista el ya familiar jersey blanco que usan los Lakers el domingo y entre a la misma cancha que ha sido el escenario de sus grandes logros (Raptors vs. Lakers, 9:30 p.m. ET por NBA TV), él de hecho entrará a un nuevo territorio. Por primera vez, él no necesita exceder los límites para ser extraordinario. Mantenerse con los estándares que él ha establecido sería un logro increíble para alguien de 35 años que regresa de un talón de Aquiles roto.

Él siempre nos ha hecho preguntarnos qué es lo siguiente que hará. Eso todavía está en juego hoy, cuando regrese de la lesión que amenazó con poner fin a su carrera -o al menos, poner fin a la versión de Kobe Bryant que hemos visto durante 17 temporadas. Hacemos una excepción por él. Incluso cuando él suelta pistas acerca de sus limitaciones físicas, ya que él reporta que el rango de movilidad y explosividad en sus piernas y tobillos no son lo que solían ser, todavía guardamos la esperanza de que él pueda ser el mismo.

Y ahí es donde surge la intriga. No es como si él fuera a sacudir el panorama de la NBA. Él vuelve a un equipo promedio y es poco probable que lo eleve a un estatus de contendiente al título. Hablamos de un jugador y una franquicia que ha ganado solamente un partido en la segunda ronda de playoffs desde 2010. Y luego de toda esa especulación incesante acerca de su fecha de regreso, resulta que hablamos de un jugador que solamente se perdió los primeros 19 juegos de la temporada. Los jugadores pierden rachas de partidos como esas todo el tiempo; el propio Kobe se perdió los primeros 15 partidos de la temporada 1999-2000.

El punto es que hablamos de él. Kobe es un producto extraño, uno de los pocos atletas que pueden generar tanta atención sin importar qué lugar ocupe su equipo en los standings. Los deportes -y la NBA en particular- tienen una necesidad por estas figuras icónicas. Es un rol que Kobe ha abrazado, y sí, del que se alimenta.

Ha alcanzado proporciones absurdas, ¿verdad? El alboroto que comenzó con sus primeras prácticas, provocando que una estación deportiva de Los Ángeles programara comerciales rindiendo tributo al jugador referido simplemente como "Él". Y el excesivamente dramático video de Facebook con el título "Temporadas de Leyenda" - sin sentido gramatical--, seguido por imágenes generadas en computadora del jersey dorado con el número 24 zarandeado por el viento, la lluvia y la nieve. La espera ansiosa de su regreso, como si el Control de Misiones estableciera contacto con el primer astronauta que reingresara a la atmósfera terrestre. Y el hecho de que el regreso de Kobe pueda generar esas cosas tan absurdas es lo que lo hace algo tan maravilloso.

Estamos poniéndole demasiada atención, tal y como los Lakers le están pagando demasiado por su extensión. En ambos casos, Kobe se lo ganó. Él ha hecho tantas veces que valga la pena comprar un boleto o encender la televisión para verlo que eso garantiza una inversión mayor. Él merece el escrutinio adicional ahora porque no solamente es el regreso, sino la cuenta regresiva. El contrato de Kobe cubre 227 juegos más, sin promesas de otro contrato cuando ese expire. Él está en la nómina por 2 temporadas y tres cuartos, no más. En el momento en que él se marche, la NBA será un 25 por ciento menos interesante.

Existe otra forma de que ésta será una nueva experiencia para Bryant: por primera vez, lo juzgaremos contra él mismo. Él quizá encuentre eso como algo liberador. Aunque él llegó a sentirse agobiado por las comparaciones auto-inducidas y constantes con Michael Jordan, Bryant también se dio cuenta de que eso era una señal de que él estaba haciendo algo bien. Y, créanme, él considera como uno de los mayores testimonios de su carrera que él era la constante en una serie de debates en la NBA con evolución contante: Kobe vs. Vince, Kobe vs. T-Mac, Kobe vs. Iverson, Kobe vs. LeBron.

Ahora es Kobe vs. Kobe. La versión post-Aquiles 2013-14 contra el jugador que anotó 31,617 puntos en sus primeras 17 temporadas. En algunas formas, podría ser más complicado que ir uno-a-uno contra alguien más. Por ejemplo, la temporada 2012-13 no sorprendió a muchos, simplemente porque no igualó sus actuaciones máximas. A los 34 años, cuando el declive debe ser evidente, él logró un promedio anotador de 27.3 puntos, que mejoró nueve de sus 16 campañas previas, y un promedio de asistencias de 6.0 que igualó el promedio más alto de su carrera. Kobe se sintió muy orgulloso de eso, porque él sabía lo duro que tuvo que trabajar para mantener sus estándares mientras su cuerpo envejecía. El esfuerzo requerido estaba llegando a punto donde él se preguntaba si podía seguir haciéndolo, o incluso si él quería seguir haciéndolo. Luego, se rompió el talón de Aquiles y tenía un reto fresco para motivarlo.

En 2005, antes de siquiera llegar al punto medio de su carrera en la NBA, Kobe me dijo: "Espero que, un día, la gente evaluará mi carrera y verá todo lo que he atravesado, todo lo que mis aficionados han atravesado, y yo me mantuve firme. Me mantuve como un profesional.

"Y al final del día, cuando sea mi último años, la gente volteará hacia atrás y dirá, '¿Saben algo? Él tuvo una carrera excelente, era un gran jugador de básquetbol, una gran persona'. Y luego apreciarán todos los años previos también".

Todavía no es el final del día, pero el sol se va dirigiendo hacia el horizonte. En otras palabras, es hora de comenzar la apreciación.