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Puig acaba la paciencia de Mattingly

SYDNEY -- Don Mattingly ha tomado muchos rumbos diferentes para dirigir a Yasiel Puig más o menos en el último año. La primavera pasada se maravilló como todos con las facultades físicas de Puig y la manera en que se hacía cargo del juego por encima de otros jugadores más grandes. No había mucho que hacer más que desplazarse un lado y observar.

Entonces no estaba este periodo entre junio y julio cuando Mattinlgy se deleitó con la energía juvenil que Puig trajo a un equipo que estaba languideciendo con los veteranos. Mientras tanto, Puig era su hijo favorito.

Luego hizo un poco de ruido y vinieron las palmadas en la muñeca durante el verano. Mattingly lo sentó un par de veces, se hizo semi-público. Una vez se apareció tarde en el clubhouse. En otra ocasión, se puso tan loco en su turno al bate que se paseó hacía el jardín derecho, algo que no necesariamente deleito al lanzador.

Incluso cuando disciplinó a Puig, Mattingly lo hizo de una manera paternal, esperando hacer de él un mejor jugador.

Ahora, te preguntas si la paciencia de Mattingly -- que es mucha -- está empezando a entrar en un periodo de sequía. En una vistazo hacia octubre, Mattinlgy dijo que tenía una visión diferente sobre la manera de manejar a Puig que el resto de la administración de los Dodgers.

"Déjenmelo a mí, sería una manera, pero que no necesariamente es la manera en que la organización quiere que las cosas vayan", Mattingly dijo en su famosa conferencia de final de temporada. No ofreció muchos detalles, pero dijo. "Yo sólo creo que se ha tenido un sistema de desarrollo que hemos querido adherir con Yasiel, como lo hicimos con todos esos otros chicos".

Puig desprendió otro pedazo de paciencia de Mattinlgy en esta primavera cuando registró en la báscula 251 libras, 26 más de las que había pesado al final de la temporada pasada y 15 más de las que había pesado cuando apareció en la anterior primavera.

Cuando Mattinlgy fue cuestionado sobre esto en febrero, no consultó al preparador para checar dos veces los números. Los enumeró en lo más alto de su cabeza. Estaba claramente en su mente. No creí que el peso extra pudiera ser un problema, pero mantuvo toda su atención sobre eso.

Puig bateó .122 en el spring trainning. Por momentos parecía estar desconcentrado. En un ejercicio los Dodgers practicaron elevados. ¿Qué tan rudimentario es eso? Cada uno de los veteranos, incluyendo Adrián González, Carl Crawford y Andre Ethier lo tomaron con seriedad, diligentemente pidiendo la pelota y abriendo a los demás comapñeros.

Cuando vino el turno de Puig, bromeó dando vueltas en círculo en el jardín derecho y dejó caer la pelota al pasto detrás de él. Podrías imaginar a un veterano de 10 temporadas sin apreciar ese tipo de comportamiento de parte de un jugador que está entrando en su primera temporada completa.

Ahora, con solo dos juegos en la temporada 2014, vemos que la fe se erosiona un poco más. Antes del encuentro del domingo ante los Diamondbacks, Mattingly jugando comparó a Puig con el cuento del niño y el lobo, diciendo que nunca se sabe cuándo realmente está lastimado porque se toca diferentes partes del cuerpo cada vez que lo ponchan.

Después del juego, que Dodgers ganó 7-5 y en el que Puig salió en la novena entrada, no había nada de tono lúdico en Mattingly.

"El hombro ayer, la espalda hoy, así que no estoy seguro si le haremos estudios o el lunes vaya a que le hagan una resonancia magnética o un escaneo óseo el martes, tal vez", dijo Mattingly con sarcasmo. "No estoy seguro de lo que vayamos hacer. Tal vez no hagamos nada. No estoy seguro".

Después de la primera pifia en el corrido de bases del domingo, Mattingly le dio una palmada en la espalda cuando salió del campo. Después de la segunda, no lo hizo.

Parece muy claro hacia dónde va esto. Jugadores con la personalidad volátil de Puig son mucho más fáciles de agradar cuando están bateando .517 que cuando están bateando .122. Esos primeros meses dictaron cómo tendrían los Ddogers que manejar a Puig en adelante.

Una actuación de diva se tolerará mientras se descanse en la cima de un promedio de bateo consistente.