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Lakers: Fuera maquillaje, urge lifting

LOS ÁNGELES -- Los Angeles Lakers han puesto la segunda piedra para la reconstrucción de la franquicia. La renovación de Mitch Kupchak confirma las ansias de la gerencia en mantener intactos los pilares del pasado con la también extensión de Kobe Bryant para lo próximos dos años.

Más de lo mismo, y es que ambas decisiones actúan como producto desmaquillador con el fin de borrar el presente más desafortunado de los Lakers desde que el equipo se instaló en la ciudad en 1960. Porque así, con el rostro exageradamente pintado, pasará a la historia esta temporada para olvidar que tan solo servirá para sacar tajada en el draft.

Siempre quedará el no hay mal que por bien no venga.

Pero volver a maquillar no será suficiente para tapar las arrugas. Urge un lifting de los caros, de los que deberían marcar época y colocar a los laguneros en el lugar al que han pertenecido a lo largo de su historia. Algo parecido al epílogo del Showtime, cuando Kareem Abdul-Jabbar llegó después de una campaña 1973/74 en la que los Lakers no lograron clasificar a playoffs tras llegar a las Finales las dos campañas anteriores y ganarlas en 1972.

Aunque los fracasos se han magnificados en la actualidad, con un equipo nada competitivo desde el campeonato del 2010.

Hace falta que suceda algo similar a la puesta a punto de los Lakers tras una década de los noventa que quedó en blanco antes de regresar a la cima con Kobe Bryant y Shaquille O´Neal al frente de la nave como garantes de tres títulos al hilo (2000 al 2003). O la enésima reestructuración con Andrew Bynum y Pau Gasol como baluartes que se unieron a Bryant para lograr otros dos campeonatos (2009 y 2010).

Todas esas épocas deben ser el espejo actual, con sus cambios en el banquillo, con una capacidad de convencer a agentes libres de peso e incluso con novedades en la gerencia como la del 2000, cuando precisamente Kupchak tomó las riendas como gerente general.

Las renovaciones de Kupchak y Kobe son una especie de revolución continuista -así, como se lee- dos antítesis agarradas de la mano, dos conceptos opuestos que los propietarios han logrado unir en el único par de movimientos que han realizado de cara a la temporada que viene.

A simple vista da la sensación que de revolución no hay nada, pero habrá que dar un voto de confianza a la primera reestructuración de los todavía desafortunados herederos del Dr Buss, quienes tienen muchas cosas que demostrar. Una de ellas es si lograrán convencer a un agente libre de garantías de la altura de Carmelo Anthony, Paul Pierce, Danny Granger, Luol Deng, Zach Randoplh, Gordon Hayward... Porque de LeBron James, Chris Bosh o Dwyane Wade mejor ni hablar.

Los Lakers tan solo tienen asegurados para la temporada que viene a Kobe, Robert Sacre y un Steve Nash del que todavía no se sabe qué va a ser de él. Kendall Marshall depende de lo que decida la gerencia y Nick Young deberá decidir si continúa, pero sobre todo a qué precio, ya que su contrato de 1.1 millones de dólares se antoja insuficiente.

¿Pero cuánto es suficiente con un equipo que le va a pagar 23.5 millones de dólares de dólares a un valor tan inseguro como el propio Kobe? Están dando palos al aire por un jugador cuyo cuerpo se desconoce cómo responderá. ¿Se arriesgarán a comerse otros 9.3 millones por un Nash que esta campaña tan solo ha podido jugar 15 citas? ¿Optarán por mantener a Pau Gasol con otro contrato que roce los 20 millones?

Las posibilidades son ínfimas considerando que el tope salarial será de 62.9 millones de dólares y que el 37.3 por ciento irá destinado solamente a Kobe (los tres jugadores garantizados llegan a 34.1 millones).

Discutir una renovación absoluta en la plantilla de los Lakers (a partir de los jugadores ya garantizados) es rebatir las leyes de la gravedad; es decir, incongruente. Es cierto que la renovación de Kupchak es un paso inteligente. Por sus 14 años de experiencia como mandatario de la franquicia y por su mano dura en determinados momentos. Por eso, ahora no le puede temblar el pulso, porque el futuro de los Lakers está en sus decisiones y la complacencia obligada para con Jim y Jeanie Buss debe ser comedida.

Nadie más que Kupchak tiene la llave de la experiencia para repetir éxitos pasados y sus tablas deberían evitar que la manzana caiga por su propio peso.