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Un capítulo que tiene que terminar

La decisión del juez Michael Lavanas no pudo ser más acertada.

Shelly Sterling puede proceder con la venta de los Los Angeles Clippers al ex ejecutivo de Microsoft Steve Baller por $2,000 millones, una apreciación bastante alta comparado con los $12 millones que Donald Sterling utilizó para comprar la franquicia hace 34 años.

En lo que ha sido el último capítulo, pero no necesariamente el capítulo final de esta saga, la NBA reaccionó con un escueto comunicado de prensa: "estamos complacidos con la decisión del afirmando el derecho de Shelly Sterling para vender a los Clippers a Steve Ballmer. Esperamos que la transacción se pueda concretar lo más pronto posible".

Falta personal.

El extraño caso de Donald Sterling y sus comentarios racistas que salieron a la luz pública el pasado 26 de abril ha sido como un balde de agua, no fría, pero sí sucia, sobre todo lo que tiene que ver con la cultura del mejor baloncesto del mundo.

Desgraciadamente, la figura de Sterling, más que el paro laboral de hace dos temporadas, ayudó a polarizar aún más a la liga ante los ojos del fanático y poner en aún mayor relieve el largo camino que nos falta para sacar de nuestra cultura la división racial.

De las pocas cosas que Kobe Bryant ha dicho que han hecho sentido últimamente está su célebre cita: "Cuando Sterling dijo esas cosas, derrumbó todo el espíritu de progreso que teníamos. El punto de vista de Sterling era algo horrible no solo para la raza humana, sino también para el mundo que se toca a través del juego de baloncesto. El logró parar el sentido de igualdad y golpeó en el ojo a todo dueño de negocio en el cual la mayoría de sus empleados son minorías. El hirió nuestra confianza en los dueños en su totalidad".

Y es de eso que se trata todo el tema de Donald Sterling, quien dicho sea de paso, tenía una reputación de ser racista mucho antes de la pasada primavera.

Se trata de la confianza, no necesariamente entre los jugadores y los dueños, sino de la confianza entre los fanáticos y la institución. Se trata de la necesidad de la NBA de tener más claridad sobre exactamente en dónde es que está parada, porque las estadísticas en que no está parada en el lado de la diversidad.

Y la NBA no es la única liga que tiene ese problema. De las 92 franquicias profesionales que componen la NBA, NFL y Major League Baseball, solo una tiene un dueño mayoritario que es miembro de una minoría – Michael Jordan, quien es dueño mayoritario de los Charlotte Hornets.

La coyuntura que representa el caso de Donald Sterling debe convertirse en un punto de partida para reconstruir el balance del poder económico, no solo de la NBA, sino del panorama completo del deporte.

El racismo no tiene cabida en ningún aspecto de nuestras vidas. Punto. El capítulo de Sterling hay que cerrarlo, pero de nada sirve si no aprendemos algo de esto. En otras palabras, que esta agria píldora no se vaya por el camino del olvido y que sirva para abrir los ojos para comenzar a enterrar la mentalidad de la hacienda.

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