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Humo del pasado no esconde crisis

LOS ÁNGELES -- Durante la presentación de Byron Scott se creó una situación de murmullo sorpresivo cuando aparecieron en escena Magic Johnson, Jamaal Wilkes y Kareem Abdul-Jabbar. Los tres exjugadores de Los Ángeles Lakers representan la época más gloriosa de la franquicia y acudieron a la cita para aportar su grano de arena al deseo de normalización reinante tras gestarse la temporada más desastrosa de la historia del equipo desde que recaló en el sur de California.

Mitch Kupchak y los herederos del imperio lagunero optaron por tirar de 'Showtime' tanto con el fichaje de Scott, otro integrante ilustre que acumuló tres anillos durante su periplo en el equipo, como con la presencia de las tres figuras durante su presentación.

El evento guardó un aire retro digno de aplauso para aquellos cuyas aspiraciones guardan un filtro vintage; sin embargo, a otros de los que estábamos en las entrañas del Toyota Sports Center nos rechinó la idea de que la franquicia vive un estancamiento irremediable.

Otra vez más, la organización ha vuelto a demostrar que el presente ha de seguir el camino de lo logrado en el pasado. Volvieron a sonar los ecos de los cinco anillos conseguidos durante la década de los 80, las neuronas de los dirigentes echaron chispas de nuevo al recordar la mentalidad ganadora de esos Kareems, Magics y Wilkeses, entre otros muchos, que trajeron la gloria a la ciudad. Y en el recuerdo de todos, el desaparecido Dr Buss, el artífice máximo del éxito histórico de los Lakers, el creador de una máquina de lograr campeonatos y beneficios económicos con una facilidad pasmosa.

Sin embargo, nada de esto oculta la profunda crisis que viven los Lakers. Las intenciones son buenas con la contratación de un coach como Scott, que ha demostrado tener, además de carácter, una idea fija y concreta sobre lo que quiere de sus pupilos.

El nuevo entrenador ha sabido escuchar y, a buen seguro, seguirá escuchando lo que tengan que decir los 'barones laguneros', aquellos que le negaron el saludo cuando recaló en el equipo tras salir de la universidad, los mismos que le enseñaron a ser campeón a base de desplantes y desprecios. El propio Magic confesó el martes el vacío que le solían hacer los veteranos a los novatos con el fin de hacerles ver lo que significa ser campeón.

Scott tragó, aguantó y supo ser ese novato dócil con la apertura suficiente como para dejarse llevar por los más experimentados. Sabia decisión que no han llevado otros. Y ahora, con él al frente del plantel, la historia vuelve a ser parecida. Primará el criterio del coach, pero la influencia vendrá de demasiados flancos, algo que se puede convertir en un arma de doble filo. Tendrá que mantenerse íntegro en sus ideas, ésas en las que el trabajo defensivo tendrá más importancia que el ofensivo, pero si éstas no triunfan, no tendrá más remedio que dejarse llevar por lo que digan los barones.

Esta marea de influencias y pareceres que a priori parecen surcar la misma ruta guardan un halo cuasi romántico, pero está por ver si hay equipo suficiente para el cambio de mentalidad que sugiere con lógica Scott.

Habrá que esperar para comprobar si esa obsesión por la esencia del 'Showtime' vuelve a hacer de los Lakers un equipo campeón, algo que no parece vaya a suceder a corto plazo. No por la filosofía que se viene, sino por las carencias en la plantilla.

No hay nada que garantice que Kobe Bryant vaya a ser capaz de estar al ciento por ciento, incluso nadie ha visto aún la nueva versión de una Mamba Negra que ha estado inactivo a nivel de competición durante más de un año. Si su nivel es óptimo, los aficionados de los Lakers conciliarán el sueño con más regularidad que el año pasado, pero si está mal, la franquicia habría desperdiciado una posibilidad de renovación vital de la plantilla.

Tener al jugador mejor pagado de la liga en la plantilla sin que esté al máximo de sus capacidades es una manera de condicionar el resto de la construcción.

Las incorporaciones de Julius Randle en el draft, de Jeremy Lin y Carlos Boozer han logrado incrementar de una manera relativa las esperanzas de los aficionados.

Pero, ¿eso será suficiente para convertir a los Lakers en un equipo campeón?, ¿valdrá con un cambio de mentalidad y unos ajustes que no han existido en los dos últimos años?, ¿veremos la mejor versión de Nick Young, Wesley Johnson, Ryan Kelly, etc?, ¿podrá Steve Nash acabar su carrera dignamente después de dos campañas marcadas por las lesiones?

Es difícil dar respuestas categóricas, pero son tantas preguntas, que la lógica impera a la hora de catalogar a este equipo como aspirante al título. ¿Lo es? ¿Serán capaces de llegar a unas Finales este año?

Con o sin 'Showtime', con Kobe como el centro de gravedad, con el jugador más veterano de la liga como es Nash teniendo un rol protagónico y un equipo que a día de hoy no goza de la profundidad necesaria, no parece que ése sea un objetivo real.

Scott tendrá la tarea de lidiar con una plantilla que le ha venido dada tras haber sido él mismo el último en incorporarse. Suya será la responsabilidad de sobrevivir este año, pero sobre todo de gestar una renovación más profunda que tendrá que llegar tarde o temprano.