ESPN Los Angeles
Gonzalo Aguirregomezcorta 9y

A Scott se le acumulan los problemas

LOS ÁNGELES -- La reciente lesión de Kobe Bryant y el hecho de que se vaya a perder lo que resta de temporada ha sentado como un jarro de agua fría, helada, gélida a Los Ángeles Lakers. Sin embargo, no se trata del único problema con el que se está enfrentando Byron Scott. Después de perder a su estrella, el segundo jugador más importante del equipo, Nick Young, continúa acumulando una irregularidad preocupante que se amplificó el domingo en la derrota ante Houston Rockets (99-87).

Si en algún momento hubo matrimonio ente el entrenador y su pupilo, éste se acercó al divorcio en el encuentro ante los texanos. Scott introdujo a Young durante poco más de tres minutos y medio en el primer periodo, y le dio casi cinco en el segundo. El jugador, que llegó al descanso con cerca de nueve minutos de participación y con ningún punto anotado (0-2 en tiros de campo), tres rebotes y tres pérdidas de balón, no volvió a aparecer en escena.

"Me pareció, para ser honesto, que él no quería estar aquí", explicó Scott tras el encuentro. "En el descanso le enseñé una jugada en la que estaba marcando a (Corey) Brewer y le pregunté qué estaba pensando en esa jugada. La respuesta que me dio no la pude entender. Así que sentí que no quería jugar hoy por su lenguaje corporal. Decidí no ponerle más", afirmó.

Al concluir el partido, Young optó por no dar explicaciones y se marchó del Staples Center sin comparecer ante los medios, algo que suele suceder cuando las cosas no le van bien. Esta temporada está siendo complicada para el jugador, que antes de la lesión de Kobe tenía la responsabilidad de ser el tirador más determinante del equipo. Su presencia como sexto hombre no le está saliendo a pedir de boca y está firmando su campaña menos prolífica de las siete completas que ha jugado.

Inmerso en su octava temporada como profesional, Young está registrando una eficiencia muy por debajo de la media de su carrera: 37.5 por ciento en tiros de campo con respecto al 42.5 por ciento que acumula en su periplo en la NBA; anota casi tres puntos menos que el año pasado; lo intenta menos, le salen menos y la desesperación no tarda en llegar. Aunque hubo chispazos de lo que se espera de él en encuentros recientes como los de Utah Jazz o Phoenix Suns (ambos acabaron con derrotas), lo cierto es que hace mucho que no define un encuentro.

Es difícil, y es que los Lakers están inmersos en una crisis deportiva muy similar a la del año pasado. Además de contar con varios jugadores lesionados (Kobe incluido), el equipo navega sin rumbo, sin identidad, sin criterio y con demasiados cambios de alineación. La confianza de Scott con los suyos se pierde con la misma facilidad con la que se gana, la falta de intensidad brilla por su presencia, las reacciones de los jugadores ante la mano dura del coach son exageradas en muchos casos... y todo ello envuelto en un marco de derrota tras derrota que hacen difícil mantener los ánimos altos.

Lo Lakers acumulan 11 derrotas en los últimos 13 partidos, han perdido sus últimas ocho citas y la debacle continúa una senda similar a la del año pasado, cuando el equipo registró la peor campaña desde 1960 (27-55). Envueltos en una espiral de 12-33, las cosas no pintan mucho mejor, y allá donde se encuentre Mike D´Antoni, a buen seguro que se estará frotando las manos y deseando que su marca negativa se convierta en la segunda peor de la historia, no en la primera que es ahora.

Con las derrotas llegan los desplantes. Se vio el domingo ante los Rockets, se vio en San Antonio con Jeremy Lin, a quien tampoco le sentó bien no jugar un solo minuto ante los Spurs, y se está comprobando en otras circunstancias que dan fe de que la situación que viven los Lakers no es nada halagüeña.

La temporada será larga. Restan 37 partidos, Kobe se enfrenta a su tercera lesión importante en tres años y los interrogantes siguen persiguiendo a una franquicia que no levanta cabeza.

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