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Kobe: Enganchado a la excelencia

LOS ÁNGELES -- Desafortunada o afortunadamente, nos estamos acostumbrando a que llegue ese momento del año en que Kobe Bryant se lesiona y comienza a hacer una 'tournée' de entrevistas por los medios de comunicación de envergadura. Conseguir un cara a cara con el escolta de Los Angeles Lakers es una misión muy complicada, siempre lo ha sido y siempre lo será. Kobe es un tipo extremadamente ocupado. De horarios muy particulares cuando se trata de trabajar, capacitado para entrenar de madrugada, al alba, por la noche...

Sin embargo, cuando lo hace, cuando la Mamba Negra accede a prestarse para una entrevista en exclusiva como la que realizó con Jimmy Fallon hace un par de semanas o la recientemente emitida en NBA TV con Ahmed Rashad, es ahí donde el resto de los mortales tienen la oportunidad de conocer al verdadero Kobe. Porque él es así, así es su esencia. Si han tenido la oportunidad de ver la última entrevista, la que se emitió en el canal de la liga el lunes pasado, habrán podido presenciar al verdadero Kobe. Al obsesivo, al humano, al peleón, al reflexivo, al inquieto, al seguro de sí mismo, al culto, a ése jugador que no da el brazo a torcer y al que no le importa lo más mínimo lo que la gente piense de él.

Podrá viajar en helicóptero desde su mansión de Newport Beach para superar por aire la congestión angelina que hay por tierra, podrá darse baños de masas cada vez que le apetezca ir a comprar al supermercado, podrá tener a un guardaespaldas que le acompañe allá donde fuere, podrá ser polémico y no vacilará en seguir buscando enemigos en Boston cada vez que les recuerda las ganas que tuvo de "restregarles en la cara" - como él mismo dijo- el campeonato fallido de 2007-08. Todo lo que quieran, pero Kobe es plenamente consciente del áurea que proyecta y sabe actuar en consecuencia.

¿Se imaginan a uno de los mejores jugadores de todos los tiempos sentado frente al televisor junto a su suegra viendo a Don Francisco en 'Sábado Gigante'? Hagan un esfuerzo por hacerlo y verán en sus mentes una imagen que se ha producido muchas veces en la intimidad. Borren la imagen altiva y prepotente que vemos en las duelas, durante las prácticas o cuando la televisión nacional de turno graba su llegada con honores a los estadios rodeado de un séquito que aguanta la seriedad tanto como él lo hace. Kobe es familiar, quiere a los suyos y tiene muy presente a los que le admiran.

En una de las conversaciones de vestuario después de los partidos y sin los focos de las cámaras de televisión, Kobe me confesó que su motivación siempre fue la de no defraudar a los niños que le admiran, que el hecho de no poder jugar un partido por culpa de los dolores como ha estado sucediendo esta temporada antes de que se lesionara le mataba porque era consciente de que había familias que acudirían por primera vez a un partido de la NBA para verle en acción. Le dolía no poder darle ese gusto. Lo repitió en la entrevista con Rashad.

Sabe lo que ha logrado a nivel deportivo, lo que significa para los amantes del básquetbol y la repercusión que tienen sus actos. Su ego ha crecido a base de éxitos y licencias, y aunque se contradiga cuando menciona que Phil Jackson le enseñó a dejar su ego a un lado para después afirmar que, a título individual, debería tener siete campeonatos en lugar de cinco, lo cierto es que le sobran las razones para ser como es. Por eso sienta cátedra dentro y fuera de las duelas, porque como decía un fan en unos de sus comentarios: "siempre es interesante leer, escuchar o ver a Kobe".

Es digno de valorar que sus detractores vean en él a un enemigo transparente y claro en sus argumentos. ¿Qué debería retirarse por su bien y el de la reconstrucción de la franquicia? Puede ser. ¿Que su extrema competitividad ha perjudicado al equipo en algunas ocasiones? Absolutamente, pero que nadie olvide que también le ha beneficiado de lo lindo. ¿Qué ha sido muy duro con algunos compañeros pasados que acabaron por marcharse de los Lakers? Desde luego que sí.

Pero que nadie olvide que todo esto es así 'por culpa' de su carácter singular, gracias a su deseo extremo de victoria. Porque Kobe es una persona enganchada a la excelencia y sólo así pueden explicarse los pros y contras de su personalidad.