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Jordan, un error y sus consecuencias

LOS ÁNGELES - El rostro de Chris Paul lo dijo todo. Mientras el grandullón y dueño de la pintura de los Los Angeles Clippers, DeAndre Jordan, tenía el balón agarrado con sus manos, el armador se convirtió en un volcán de ojos encendidos y gritos encarnizados.

"¡Tira! ¡Métela!" repitió varias veces fuera de sí.

Restaban siete centésimas y el marcador estaba empatado a 87 puntos. Una canasta en esa franja hubiera significado la victoria de los californianos ante un rival directo que se rehizo de 10 puntos en contra en los últimos 2.53 minutos de tiempo regular.

Aquella inmensidad se desmoronó cuando el pívot de los Clippers se dio cuenta de que, sin saberlo, había tenido en sus manos la victoria de su equipo. Confundido con el final de la posesión -pensó que era el fin del encuentro- Jordan ejemplificó un final de partido en el que su equipo deambuló adormilado ante un público que ya pensaba en saborear la victoria.

El sentimiento de culpabilidad del jugador viajó por todos los rincones de Estados Unidos a través de unos televisores que mostraron el partido a nivel nacional. Ojos oscuros abiertos como platos que hubieran brillado en la oscuridad. Mirada en ocasiones perdida. Silencio absoluto ante la tragedia de un instante, de una torpeza. Su rostro, su expresión corporal y su actitud fue la digna de un 'tierra, trágame' que debió retumbar en su cabeza con la vibración del taladro que abre un hueco en el asfalto.

Jordan se marchó del Staples Center antes de lo normal. Prefirió recluirse en la soledad antes que dar la cara ante los medios. Resultó extraño, porque este individuo al que no se le puede reprochar absolutamente nada siempre prefiere dar excusas en vivo y en directo a una huída despavorida y justificada por algunos miembros del departamento de prensa del equipo. Se sintió culpable y se marchó.

El error que cometió fue incuestionable, sin embargo, y poniendo las cosas en contexto, ¿cuántos encuentros han vencido los Clippers gracias a sus actuaciones? Muchos, demasiados. Sin ir más lejos, los 11 partidos que su equipo ha jugado sin Blake Griffin (quien podría regresar el domingo ante Golden State Warriors), dejaron claro que Jordan está en un momento de forma espectacular.

Y es que no sólo acumuló -antes del partido ante los Blazers- 15.8 ppj, 19.2 rpj (lleva 10 juegos al hilo agarrando 15 o más puntos) y siete doble-dobles, sino que es el jugador que más clavadas ha realizado en esta temporada en la NBA (186, más que 14 equipos de la liga), el que mejor porcentaje tiene en tiros de campo (71.7 por ciento antes del juego ante Portland) y el que más rebotes acumula (14.4 rpj).

Entonces llegó este partido que estaba destinado a brindarle una discutible actuación en el apartado ofensivo (seis puntos con 2-5 en tiros de campo), y otra más que decente presencia en defensa (19 rebotes de los que 15 fueron defensivos). Pero llegó el error, el que se ha convertido en el instante más embarazoso de su carrera que para nada es comparable con sus errores en los tiros libres. Su despiste valió una prórroga al equipo rival y el suyo no supo reponerse. Es injusto culpar a Jordan de la derrota de los Clippers el miércoles, y sin duda fue cosa del equipo al completo, no de un solo jugador.

Sin embargo, es difícil pasar por alto que durante casi un segundo tuvo el balón en sus manos justo debajo de la canasta. Allí donde nunca falla. Su error, que no por excusable deja de ser grave, podría tener unas consecuencias impredecibles para los suyos. Cayeron ante Portland, equipo que se encontraba a medio juego de distancia y que ahora amplía su ventaja. Plantel que ocupa la cuarta plaza que ansían unos Clippers que tienen entre ceja y ceja el llegar lejos durante la postemporada. Dieron un paso atrás ante su afición, un pequeño retroceso subsanable.

Todo dependerá de cómo respondan a los próximos compromisos (Golden State Warriors, Oklahoma City Thunder, Dallas Mavericks y Houston Rockets en una semana). A cómo lo hagan en el tramo final de la temporada ante equipos también de la zona noble y la baja. Y sobre todo, si son capaces de doblegar al plantel que ocupa la plaza que ellos están buscando el próximo 1 de abril. Por ahora lo han hecho en dos de tres ocasiones. Una victoria más, aderezada con otras más, haría que el error de Jordan pasara a la historia de gazapos e infortunios sin más pena ni gloria.