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Clippers, cómodos en rol de débiles

Llegaban al Juego 1 de las semifinales de la Conferencia Oeste ante Houston Rockets tras una serie larga, de auténtico infarto y de lo más demandante ante San Antonio Spurs. La ausencia de Chris Paul por culpa de una distensión en el tendón de la corva en el último partido ante los tejanos fue una de las consecuencias de la eliminatoria y otro argumento más para dar a Los Angeles Clippers como no favoritos en las quinielas iniciales.

Los angelinos se están acostumbrando a llevar colgado el cartel de débiles en varias previas de estos playoffs y siendo justos les sienta bastante bien. Puede que hasta creen tenencia en la liga, porque lo suyo se ha convertido en una dinámica marcada por el factor sorpresa.

Que si los Spurs eran favoritos para seguir adelante en la primera ronda gracias a su experiencia, que si el Juego 6 en San Antonio era una sentencia de muerte segura, que si no sabían dar la talla en los momentos decisivos de los partidos... y la última ante los Rockets, que sin tiempo para prepararse, sin CP3 y lejos de Los Ángeles no iban a llevarse la victoria.

Finalmente, y otra vez más, hicieron ricos a los que apostaron por ellos y el lunes desquiciaron a los Rockets 117-101 en un ejemplo de movilidad de balón en situaciones cruciales, efectividad y capitalización de los errores contrarios. Por supuesto, con una capacidad asombrosa de vencer sin el que es su mayor exponente: Paul. El armador no tuvo más remedio que vibrar vestido de civil en la banca de los Clippers mientras sus compañeros se encargaron de embriagarle con aromas que eclipsaron el hedor de la pérdidas de balón.

Hasta 23 esféricos perdieron los Clippers, una cifra que Houston llegó a superar con 24. Las 47 pérdidas combinadas marcaron un récord, y es que la última vez que dos equipos alcanzaron un número tan alto de errores en playoffs fue en 1998, en un Indiana Pacers (25) contra Cleveland Cavaliers (22). Los errores no forzados fueron demasiados y si los pupilos de Doc Rivers se llevaron el gato al agua fue gracias a Blake Griffin, a cómo le complicaron las cosas a James Harden (20 puntos, 12 asistencias, cuatro robos y nueve pérdidas de balón) y al movimiento del esférico.


Griffin, imparable

El ala-pívot alcanzó su segundo triple-doble consecutivo y tercero en la postemporada gracias a sus 26 puntos, 14 rebotes y 12 asistencias. Volvió a ser clave, y aunque fue el jugador de los Clippers que más pérdidas de balón tuvo (cinco), supo adaptarse al juego sin CP3 y aceptar los galones. Dio un paso al frente y aceptó el reto de convertirse en el repartidor de últimos pases. Se movió a la perfección, acaparó la atención y brindó un máximo de su carrera de 13 asistencias. Además, llegó a contar con 18 oportunidades de últimos pases y fue el facilitador en nueve de los 13 triples que convirtieron sus compañeros.

Más allá de las pérdidas de balón, primó la fluidez en los angelinos. Un 70.5 por ciento de los lanzamientos a canasta (31-de-44) llegaron a raíz de la movilidad de balón según datos de ESPN Stats and Info, mientras que un 25.0 por ciento fueron tiros independientes (10-de-40). Sólo en la segunda mitad, los Clippers anotaron 17-de-22 (77.3 por ciento) en tiros de campo gracias a los últimos pases.

Otro de los aspectos que maquilló la ausencia de CP3 fue la presencia de Austin Rivers (17 puntos, tres asistencias y cuatro robos de balón), el base reemplazó a su compañero en el quinteto titular y realizó una buena con el balón. Su labor en la segunda mitad potenció la victoria del equipo, que fue más efectivo cuando él fue el encargado de llevar las riendas.

Otro aspecto determinante fue las dificultades con las que se encontró Harden. El escolta supo capitalizar las jugada rápidas de los Rockets, en puntos en transición alcanzó las 10 unidades, otro cantar fue cuando los Clippers estuvieron replegados en defensa. Cuando J.J. Redick o Matt Barnes le marcaron, anotó siete puntos (2-de-8 en tiros) y la intensidad defensiva hizo que perdiera seis balones. A pesar de tener una actuación decente, Harden no estuvo cómodo y cuando eso sucede, el equipo lo nota.

Los Clippers supieron encontrar las cosquillas a Houston, se volvieron a quitar el cartel de no favoritos y demostraron que no importa que falte uno de sus jugadores estelares (como ya se demostró durante la campaña regular con la baja de Griffin). ¿Serán capaces de repetir la gesta en el Juego 2? ¿Regresará Paul? Los interrogantes y las emociones son inevitables a estas alturas de la temporada.