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¿Victoria del honor o remontada?

No había nada que perder en el bando de los Houston Rockets. Con la eliminatoria casi sentenciada para los Golden State Warriors, el Juego 4 en la Ciudad Espacial parecía a priori un puro trámite para certificar el pase de los californianos a la Finales de la NBA. De ninguna manera. Aunque la estadística sea demoledora (equipos que intentan remontar un 0-3 tienen una marca de 0-116), los pupilos de Kevin McHale se negaron a aceptar una barrida de sus rivales. Conocían la situación de tener que superar un partido decisivo como les sucedió ante Los Angeles Clippers y se limitaron a sacar lo mejor de sí para evitar el desastre.

Jugaron sin presión, con la sensación de que si caían no pasaba nada que no se supiera y si ganaban tendrían un pequeño hilo de esperanza, al menos dejarían estas semifinales con una victoria del honor en su casillero.

Como sucedió contra los Clippers en las semifinales de la Conferencia Oeste, Houston guardó su mejor repertorio para el final de la serie. Harden emuló a Stephen Curry, que estuvo imparable en los compromisos anteriores y le dio una bocanada de oxígeno a sus compañeros gracias a sus 45 puntos (13-de-22 en tiros de campo y 7-de-11 en triples).

El escolta aprovechó la baja de Curry (23 puntos, 7-de-18 en lanzamientos y 6-de-13 en triples) durante el segundo periodo casi al completo por una aparatosa caída que le obligó a marcharse a vestidores. Tropezó en el aire con el cuerpo parado de Trevor Ariza y el armador chocó con el suelo. Puso en riesgo su cabeza, la espalda y el hombro y se marchó a vestidores acompañado por sus familiares. Tras la cita comentó que había sido la caída que más le había asustado en su carrera.

La ausencia de Curry dio más alas a unos Rockets que comenzaron con una diferencia a favor de 12-0 y una ventaja que no soltaron en todo el encuentro. Ésta llegó a ser de 25 puntos. Harden comenzó muy afinado y mantuvo el ritmo gracias a varios aspectos.

Uno de ellos fue su capacidad para salvar las marcas. Cuando Harrison Barnes o Andre Iguadala fueron sus defensores, el escolta pudo safarse bien, sin embargo los puntos en transición fueron la clave. Fue en este aspecto donde el tiempo dio la razón a McHale. El Juego 2 dejó una jugada para la polémica cuando el coach decidió que la última posesión de los Rockets, la que podría haberles puesto con ventaja justo antes de que concluyera la cita, fuera una jugada en transición en lugar de una elaboración en tiempo muerto. Confió en un Harden que acabó perdiendo el esférico en aquella ocasión, pero que este lunes acabó sacando petróleo.

Los tejanos jugaron a lo que saben, a mantener el tempo del partido alto, a contraatacar con mordiente y velocidad y a aprovechar el potencial de su jugador estrella.

Harden logró la máxima puntuación de su carrera en un juego de playoffs (la anterior la había logrado ante los Dallas Mavericks en la primera ronda con 42 puntos).

En total, y según datos del Departamento de Estadísticas e Información de ESPN, los Rockets lograron 37 puntos en transición, el máximo de cualquier plantel durante esta postemporada. 25 de esos puntos llegaron en un primer tiempo (15 en el cuarto inicial) en el que ya demostraron a que habían salido a jugar.

69 puntos en los primeros 24 minutos de partido fueron una losa muy pesada para sus rivales. La diferencia en este sentido fue abismal con respecto a los tres juegos anteriores.

Si los puntos en transición fueron 18.7 ppj, en el Juego 4 la situación varió en 19 puntos más para los tejanos, que también obtuvieron un 10 por ciento más de efectividad en tiros de campo (60 por ciento con respecto al 50 por ciento en los tres encuentros anteriores) y mucha más actividad de Harden (dos puntos en transición en los partidos previos por 11 del último).

Fue en la intensidad inicial donde brillaron los locales, en un primer periodo de ensueño donde anotaron 45 puntos (77.3 por ciento de efectividad, 17-de-22 en tiros de campo). Vencieron porque estuvieron más acertados a canasta (67.8 por ciento) y porque la presión desapareció cuando se suelen encontrar con ellos mismos. Con el agua al cuello los Rockets funcionan mejor y la barba sonríe más de lo normal.

Será complicado que impidan a los Warriors ganar al menos un partido de los potenciales tres que restan para que se defina la serie y todo indica que esta será una victoria del honor para los Rockets. ¿Lograrán otra? ¿Pondrán fin a la demoledora estadística de equipos incapaces de remontar un 3-0? Habrá que estar muy atentos al próximo juego.