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El adiós perfecto para Kobe Bryant

LOS ÁNGELES - Imagine por un momento cuál sería la despedida más adecuada para Kobe Bryant, uno de los jugadores en activo más prolíficos de la NBA, después de 20 años de carrera. Un campeonato, un Jugador Más Valioso, algún éxito internacional tan significativo como un oro en los Juegos Olímpicos... Desmenuzando el adiós soñado hay varios probables que, por sentido común, dejan de serlo. Los Angeles Lakers no apuntan maneras para alcanzar las Finales, tampoco parece una opción realista el que el juego de Kobe dé para levantar el segundo JMV de su periplo en la liga. Así que la cosa parece sencilla.

El hecho de que la Mamba Negra haya contactado con el presidente de USA Basketball, Jerry Colangelo, para transmitirle su deseo de optar a un puesto para formar parte del seleccionado de Estados Unidos en Río de Janeiro 2016 es una declaración de intenciones de la que se desprenden varias conclusiones.

Por un lado, aviva la idea de que esta será la última temporada en activo del cinco veces campeón del anillo con los Lakers. Su hambre competitiva y sus ganas por tener el máximo número de títulos posible le obligan a planear una despedida por la puerta grande. Si finalmente logra ser uno de los miembros de la expedición que luchará por una medalla de oro, con permiso de otros rivales de categoría, se antoja difícil que Kobe permanezca en activo otro año más. Los banquetes se acaban con un dulce y el podio Olímpico sería una instantánea para el recuerdo después de los logros de Kobe.

A pesar de sus éxitos pasados, el escolta tiene un mal sabor de boca después de los últimos fracasos de los Lakers. Los laguneros han sido el sexto peor equipo de la liga en los tres años anteriores tras registrar un récord de 93-153 (.378). A eso se le suman las tres lesiones que han dejado al jugador en el dique seco: tendón de Aquiles (2013), fractura en la rodilla (2013-14) y hombro (2014-15). Tres pasos por quirófano después, Kobe vuelve a estar ilusionado por una nueva temporada con los Lakers. Llegará con varias lecciones aprendidas, entre ellas la de cómo limitar sus minutos y participación, así como la de adaptarse a un rol más conservador sobre la duela, algo que ya implementó en algunos de los 35 partidos que jugó durante la campaña pasada, donde promedió 22.3 puntos con un 37.3 por ciento de efectividad, 5.7 rebotes y 5.6 asistencias.

Otra de sus ilusiones es la de ser el tutor de nuevos valores como D´Angelo Russell, Julius Randle o Jordan Clarkson entre otros, y es que nueve jugadores de la plantilla tienen tres o menos años de experiencia (todos menos dos son novatos y de segundo año). Su experiencia y sabiduría serán claves para dejar su sello en los nuevos valores de cara al futuro, aunque lo que Kobe siempre quiso fue que la franquicia incorporara a un jugador de primer nivel tras su marcha (Russell Westbrook siempre fue su opción preferida).

Su regreso, su capacidad para impactar positivamente en los más jóvenes del equipo, el luchar por llegar a unos playoffs en los que los Lakers llevan dos años sin jugar... todos esos argumentos son muy bonitos, pero ¿suficientes para saciar el hambre de Kobe? De ninguna manera.

Unos Juegos Olímpicos se antojan como el final perfecto, el broche de oro a una carrera de lo más prolífica y una oportunidad para superar al menos en algo al que siempre fue el espejo en el que Kobe se miró: Michael Jordan. La leyenda de Chicago Bulls vive en su retiro con la tranquilidad de no haber sido superado por su sucesor. Sigue teniendo un anillo más que Bryant (seis a cinco), más JMV de temporada regular (cinco a uno) y más JMV de las Finales (seis a dos). Si Kobe convence a Mike Krzyzewski de que merece un hueco en el seleccionado y se cumplen los pronósticos podría superar a Jordan en medallas de oro en Juegos Olímpicos. El exjugador de los Bulls cuenta con sendos oros en Los Ángeles y Barcelona, mientras que Kobe tiene otros dos gracias a sus éxitos en Beijing y Londres.

Sobran los motivos para que Bryant ponga fin a su carrera en Río, y es que todo se reduce a la mínima expresión de su esencia: la competitividad.

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