Gustavo Fillol Day 11y

Un buen consejo

BUENOS AIRES -- ¿Así que el golf no nació en Escocia?

Los holandeses dicen que lo inventaron ellos. Tienen documentación del Siglo XIII que prueba la existencia de un juego llamado "kolf", en el cual había que pegarle a una bola con un palo --también denominado "kolf", de ahí el nombre del juego-- y tratar de acertar un objetivo en la menor cantidad de golpes posible.

Los chinos exhiben papiros de la Dinastía Ming, del Siglo XIV, en los que se ve a un miembro de la corte imperial intentando embocar una pelota en un agujero con una suerte de bastón.

Así que Escocia, donde los orígenes del golf se remontan al Siglo XV, sería el tercer país en la lista cronológica, detrás de Holanda y China.

Pero no hay duda de que es gracias a los escoceses que el mundo ha disfrutado del golf en estos últimos quinientos y pico de años...

O también podría decirse que es culpa de ellos que el mundo lo ha sufrido.

"El golf consiste en embocar una pelota en un hoyo, con herramientas diseñadas para no lograrlo", de acuerdo con la descripción de Winston Churchill. Lo cual tal vez explique por qué, según Bobby Jones, "el golf es el único juego que se hace más difícil cuanto más lo juegas".

Esa paradoja puede desacomodar la psiquis de una persona que hasta ese momento era absolutamente normal, puede desajustar el sistema nervioso de un individuo que antes de hacer el primer swing de su vida era perfectamente sano.

"Más de 500 años de observación han demostrado que el golf es demencia temporal sobre césped", dijo algún científico, y coincido con la idea general de esa conclusión... pero en algo disiento: ojalá fuera sólo "temporal".

Ojalá se limitara a los 18 hoyos de un domingo a la mañana.

"El golf ha perturbado tanto a un amigo", comenta Ben Crenshaw, "que ahora, cuando sale a pescar, tira el anzuelo y no le acierta al lago".

No dejar que el juego nos afecte durante un partido matinal de domingo es pedir demasiado. Pero al menos deberíamos ser capaces de evitar que nos afecte en otros órdenes de la vida.

O que trastoque nuestras prioridades.

"Un hombre de negocios debe hacer 90", sentencia un dicho escocés. "Si hace más, está desatendiendo su golf. Si hace menos, está desatendiendo su negocio".

Otro dicho escocés asegura que "hay tres caminos a la ruina: mujeres, apuestas y golf. Mujeres es el más agradable. Apuestas es el más rápido. Golf es el más seguro".

Y hablando de mujeres, cuenta una leyenda en Escocia que una esposa moribunda pidió como último deseo que la enterraran en el campo de golf... No porque le gustara ese lugar. De hecho, lo odiaba. Era para asegurarse de que su marido la visitara.

Ahora, hablando en serio, creo que el trastorno que nuestro golf le produce a nuestra mente, es la contracara del trastorno que nuestra mente le produce a nuestro golf.

La raíz del problema es meter la mente donde la mente no tiene cabida.

Si yo tratara de pensar en lo que tiene que hacer cada dedo sobre el teclado al escribir esta columna, todavía estaría trabado en la primera oración.

Hagan la prueba de bajar una escalera a toda velocidad, pensando en lo que debe hacer cada pie. No, mejor no hagan la prueba; es realmente peligrosa.

Lo mismo pasa con el golf. Queremos que la cabeza dirija al cuerpo, que la cabeza ordene el movimiento, porque nos enseñaron que la cabeza maneja todo.

Probablemente sí sea el cerebro el que maneja todo, pero no la ínfima parte que usamos a conciencia. No esa mínima porción que utilizamos para generar nuestras locas creencias, como la loca creencia de que si pensamos en lo que tenemos que hacer, vamos a pegar el tiro perfecto.

Los escoceses, que saben cinco siglos más que yo de esto, tienen una frase que deberíamos recordar antes de salir a jugar la próxima mañana de domingo. Si le hacemos caso a este consejo, tal vez juguemos un poco más relajados... y estemos un poco más cuerdos el resto de la semana:

"El swing de golf es como el acto sexual. En ese momento no se puede estar pensando en la mecánica del asunto".

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