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EllesTRIna

BUENOS AIRES -- "Acordate, Facu, este año Palermo es de ustedes. ¡Pero acordate, eh!". El grito, tan confiado, es de un hincha, de ese que le acababa de dar a su hijito para una foto. "Gracias, gracias... Ojalá", retribuye él, con un tono enérgicamente opuesto.

Facu es Facundo Pieres, el crack de Ellerstina, el que metió 12 goles en la final del 117º Abierto de Hurlingham contra La Dolfina en ese 19-13 que en el juego tuvo mucho más que seis goles de diferencia.

Casi sin fuerzas ya, después de un partido que le salió perfecto, Facu se apoya, trata de descansar en una esquina de su palenque. Pero no puede, porque decenas de personas encontraron la manera de acercarse y pedirle una foto, un autógrafo o simplemente darle la mano. Y él responde a todos, amable, muy distinto a lo que muestra arriba de sus yeguas.

Cuesta creer, a veces, que ese sereno muchacho haga tanto destrozo en una cancha, en un partido que terminó en paliza para el conjunto de General Rodríguez. Cuesta creerlo, sí, porque su andar abajo del caballo es otro.

Pero no, es él, o al menos eso dice su remera abajo del 1. "Estuvimos demasiado bien", confiesa ante ESPNdeportes.com. "A ellos, encima, no le salieron las cosas y se calentaron. Los caballos rindieron, nosotros también, y cuando se da ese combo es muy difícil perder", simplifica el mayor de los hermanos Pieres, mientras trata de explicar el triunfo con el que consiguieron el segundo trofeo de esta Triple Corona tras ganar en Tortugas. Y que piensan completar con el mejor, el más lindo... el más difícil: Palermo.

Pero entre tantas palabras, entre tanta verba intentando analizar el triunfo, se pasa por alto lo fundamental: Ellerstina pasó por arriba a La Dolfina, no la dejó ser en ningún momento.

Sólo en el primer chukker pareció que podía darse una final peleada. Tras ese 2-2 en los siete minutos iniciales, nada fue igual. En el segundo parcial, el equipo de los Pieres, Pablo McDonough y Juan Martín Nero sentenció la historia: además del 9-3 en la chapa, hubo un mensaje que cacheteó a Adolfito Cambiaso.

Cansado, fastidioso, demasiado hablador y penando con las nuevas reglas disciplinarias, Dolfi empezó a desaparecer. Con casi nula participación, al trote y hasta cambiando la lista de sus caballos -casi ni usó a los mejores-, La Dolfina se empezó a desangrar de a poco, a quedarse sin reacción.

Y tanta superioridad de los de negro ante la fantasmagórica presencia de los de Cañuelas en la cancha, generaban una coreografía en la tribuna: cual partido de tenis, los goles de Ellerstina no permitían dejar el cuello quieto.

Atacaba Facundo para un lado, y gol; devolvía Gonzalo para el otro, lo mismo; iba McDonough, y también; cada tanto pasaba Nero, y festejaba. Todos, el cuarteto completo, se anotaron en el marcador. La máxima fue 18-6 en el sexto chukker, hasta que llegó el relax y la piedad: Ellerstina, en los últimos 14 minutos, sólo le metió un gol más.

"Prefiero no hablar. Estoy caliente y voy a decir pavadas", se excusa Cambiaso mientras se va a su palenque y se saca la camiseta. En el otro extremo, la imagen es la opuesta: "¿Adolfito no hizo ningún gol?", sonríe sorprendido Facundo Pieres ante la consulta. Y reflexiona: "Raro... Este año me gusta...". ¿Se le cumplirá aquel grito del hincha? "¡Acordate, eh!...".