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Señales positivas

MAR DEL PLATA -- Tanto nadar para morir en la orilla. Eso es hoy Venezuela, que volvió a quedarse con el triunfo en la garganta ante la poderosa selección de República Dominicana.

"Hemos caído ante los dos mejores equipos del grupo, pero demostramos estar a la altura de las circunstancias. No podemos reprocharnos nada, estoy feliz con el esfuerzo de mis jugadores. Ahora hay que pensar en lo que viene", señaló Eric Musselman, coach Vinotinto, luego del encuentro.

Venezuela aún no ganó partidos, pero está en la boca de todos. La evolución que ha exhibido este equipo, tomando como punta de referencia la preparación previa al torneo, es notable.

Llegó a estar 17 puntos arriba, gracias al trabajo de Greivis Vásquez en el armado. El armador de los Memphis Grizzlies tiene un futuro enorme, pero hoy en día es la síntesis del equipo venezolano: talento puro, con mezcla de aciertos y errores producto de la juventud de una selección en renovación.

Atrás quedaron los tiempos del desorden como argumento de lujo para explicar el caos de Venezuela en los torneos de FIBA de años anteriores. Hoy en día, Musselman le ha dado una identidad a este grupo de jugadores. Se equivocan, porque es lógico en talentos que están creciendo, pero juegan a algo. Intentan. Dejan la piel en la cancha y sobre todo, creen que todo es posible. Tener una idea en mente y perseguir un objetivo ha hecho a periodistas de todo el mundo pensar que Venezuela puede.

Algo nació con esa derrota ante Brasil. El embrión creció luego ante Dominicana, y el cielo parece ser el límite para lo que vendrá después.

Veamos, Venezuela es el típico equipo que hay que mirarlo más allá del resultado final de un partido. Las victorias y las derrotas no son siempre iguales. Existe la dignidad, el esfuerzo, el orgullo y la inteligencia. Musselman les ha dado herramientas a estos jóvenes: muchas veces pueden llegar hacia lo que se pide, y otras tantas ven cómo se escapa el pez hacia el fondo del río.

Lo cierto -lo verdaderamente cierto- es que han cambiado. Se siguen desordenando al final de los juegos, pero las posesiones, sobre todo las de ataque estacionado, se cuidan mucho más. Se corre cuando se puede correr, pero en ataque -a excepción de algunos pecados de individualismos de Vásquez producto de su estampilla NBA- la pelota se comparte y el juego se hace alegre, participativo, solidario.

De algunos talentos en alza estamos obligados a hablar. David Cubillán es una especie de Jose Juan Barea de Venezuela. Picante, ultradefensivo, pequeño pero letal para llegar al fondo del aro en busca de un tiro y una descarga.

"La defensa zonal 2-3 nos complicó bastante. Tenemos que trabajar en cómo atacar un juego sin balón de ese tipo. Por suerte lo sacamos adelante", señaló Francisco García al cierre del juego.

La defensa en zona del equipo de Venezuela es un claro síntoma de evolución de equipo que sabe que necesita de todos sus elementos para poder quebrar a los monstruos de este torneo. El básquetbol, siempre lo decimos, es un deporte de conjunto y de gente grande. No es casualidad, entonces, que hombres como Gregory Echenique y Windi Graterol hayan cobrado tanta importancia en esta estructura.

La idea es simple: tomar el rebote, intentar correr en primera instancia con el despegue de Cubillán y el recorrido de los trailers, y si eso no funciona, es frenar y armar de nuevo.

Si Vásquez y Cubillán son los talentos, Echenique es el corazón, y Oscar Torres la experiencia y templanza. Un samurai transmitiendo el mensaje en una sala de aprendices. Sus lanzamientos, sus cortinas, sus consejos, calan hondo en el proceso de aprendizaje mayor.

De nuevo: el equipo por encima de las individualidades.

Tan grande ha sido la renovación que Héctor 'Pepito' Romero, estrella por años de esta selección, ha perdido el halo de protagonismo. Si tomamos el partido ante Dominicana, jugó sólo 14 minutos. Esto es la escuela Musselman: todos son iguales y jugará el que está mejor en ese momento.

Venezuela perdió los dos partidos que jugó en este Preolímpico, pero hizo sudar a Brasil y Dominicana, dos pesos pesado del torneo FIBA Américas.

Alguien me podrá decir, quizás con razón, que en esta clase de torneos lo único que sirve es ganar. A mi entender, Venezuela ya ha ganado su primer juego: cambiar la mentalidad, pensar en el futuro y saber que pelear los partidos es parte de ese proceso..

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