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Con el envión del Tolo

BUENOS AIRES -- Noche de Copas en Avellaneda. Sí, en plural. De un lado Boca, con 18, el más ganador con el Milan; del otro Independiente, con 16, tan acostumbrado a las celebraciones internacionales que hasta tiene registrada como marca la leyenda "Rey de Copas".

Con esos antecedentes, más el entretenido 3 a 3 de la ida en La Bombonera, la revancha daba cierto margen para la ilusión. Pero los que esperaban un partido con llegadas, emociones y goles, se equivocaron. Fue un opaco 0-0, que terminó siendo victoria y clasificación para el Rojo por los tres goles de visitante.

Con el recién asumido Américo Gallego mirando desde un palco (comenzará a ejercer funciones formalmente el jueves), Independiente se dio -y le dio- a su gente una alegría en medio de tanta pálida.

Es cierto, el pasaje a octavos en la Copa no sirve para olvidar que la tabla de promedios lo tiene en zona de descenso, pero de alguna manera ayuda desde lo anímico pensando en el largo y duro camino que queda por recorrer en el torneo doméstico.

Del otro lado quedó Boca, frustrado y con bronca porque no pudo resolver una llave en la que fue superior. Los Xeneizes deberán aprender la lección: en torneos internacionales no se pueden dejar puntos en casa.

No hace mucho, el empate en La Bombonera ante el Corinthians, por la final de la Libertadores, lo terminó condicionando demasiado a la hora de la revancha en San Pablo.

En este caso no hay dudas: Boca se quedó afuera de la Sudamericana por no liquidar a Independiente en la ida, tras empatar un encuentro que debió haber ganado y por varios goles de diferencia.

En la noche de Avellaneda, con gran marco de público en las tribunas y muchos policías en los alrededores, Boca fue un poco más que su rival. Si fuera boxeo, podría haber ganado la pelea por puntos.

No le sobró nada al xeneize, pero en el balance de los noventa minutos tuvo algunas chances más que el Rojo para llevarse la victoria. La mayoría fueron de pelota parada y tuvieron como protagonista a Silva, sobre todo en el segundo tiempo.

Después de una primera mitad bastante pareja y con pocas llegadas (una por bando), el complemento arrancó distinto. Falcioni mandó a la cancha a Lautaro Acosta por Chávez, y el ex Lanús complicó a la defensa rival con su velocidad. De entrada nomás hizo expulsar a Tuzzio y le dio una bocanada de aire fresco al ataque xeneize. Pero con el correr de los minutos se diluyó, como el resto del equipo.

Porque con el hombre de más, y a pesar de tener enfrente a una defensa que está lejos de dar garantías, lo de Boca fue muy desordenado. Las aproximaciones pocas veces se convirtieron en llegadas, y la falta de justeza en cada ataque terminó favoreciendo a los rivales, que se pararon cerca de Hilario Navarro y se aferraron al cero con uñas y dientes.

Y hasta pudieron ganarlo en una contra que de manera increíble no terminó en gol de Vidal, solo frente al arco. Boca, en la última del partido, también lo tuvo con Silva, pero el remate del uruguayo encontró bien parado a Navarro. Sí, los goles los habían gastado todos en el partido de ida.

Festejó Independiente, que ahora de la mano de Gallego apuntará todos los cañones al Inicial, pensando en sumar de a tres y en escapar del tan temido descenso. Se quedó con toda la bronca Boca. Y con sólo el torneo doméstico como objetivo, será más candidato que nunca.

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