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Mónaco perdió y Argentina va 1-1

BUENOS AIRES -- Pudo ser, pero no fue. Juan Mónaco parecía dar vuelta la historia, en el partido y en su historial adverso ante Tomas Berdych, aunque finalmente perdió por 6-1, 4-6, 1-6, 6-4 y 6-4 en cuatro horas y dos minutos y así Argentina iguala 1-1 con República Checa, en Buenos Aires, en las semifinales del Grupo Mundial de la Copa Davis. No pudo ser una victoria con sabor a hazaña para el anfitrión y terminó siendo un triunfo dramático para el visitante. Así, la serie se resolverá recién el domingo, con el equipo albiceleste en busca de su quinta final, tras ese sueño esquivo con forma de ensaladera de plata.

Fue un duelo cambiante, que empezó preocupando a los más de 14.000 espectadores, que al final se quedaron dolidos. El primer set fue casi un monólogo de Berdych. Con su chapa de figura y de reciente semifinalista del US Open, dominó ampliamente a Mónaco, el 11º de la ATP y reciente top-10, tomando la iniciativa con sus golpes más planos y rápidos. Ya en el segundo game quebró el checo el saque del argentino y se puso 2-0. Enseguida, el local se tomó una pequeña revancha para descontar, aunque la sonrisa se le desdibujó no sólo a él, sino a casi todo el público -excepto los 80 visitantes que alentaron ruidosamente entre cada punto-, porque perdió luego su servicio.

Así, en lugar de poder igualar, se dio un parcial de 1-3. Otro rompimiento claro del europeo, en el sexto juego, fue lapidario para las aspiraciones iniciales del anfitrión y así el checo se impuso por 6-1 en apenas 43 minutos. Cada uno con su estilo, Berdych pegando duro y recto, tratando de sobrepasarlo con velocidad y audacia, pudo mucho más que un Mónaco que no hizo pie en ese primer capítulo, con top-spin en sus golpes desde la base pero carente de sorpresa y punch para complicar al menos un rato a su adversario.

Como en un suspiro, el público volvió del habitual descanso posterior al primer punto, en el que Juan Martín del Potro venció a Radek Stepanek, fue a buscar algo para comer y refrescarse y rápidamente sintió el golpe de ese set cedido por Mónaco. Con Gabriela Sabatini atenta, mirando y analizando la acción, con Martin Palermo aplaudiendo los puntos del argentino, al igual que en el triunfo previo de su amigo Del Potro, hubo otro ex Boca Juniors y el seleccionado albiceleste que gritó más y acaparó la mayoría de los flashes. Un tal Diego, el más famoso con ese nombre, no paraba de alentar y apretar el puño. Sí, ya era Maradona (¿quién otro?) el hincha número uno en las tribunas del Parque Roca porteño.

Ellos, cada uno a su manera, hicieron fuerza para que Mónaco pudiera intentar revertir la tendencia inicial. Y vaya si lo consiguieron. El segundo parcial fue totalmente diferente al primero, en cuanto al ganador, al resultado y a los quiebres de saque, con un total de siete sobre diez juegos, algo casi inédito entre los varones y muy común en el tenis femenino. Esa diferencia se hizo realidad porque el local estuvo más atento a los contragolpes y en general tomó más riesgos, funcionándole bárbaro el revés de dos manos cruzado, abierto, con mucho ángulo, para sacar al checo de la cancha y así de su zona central, de confort.

El que pegó primero fue Mónaco, al romperle el servicio a Berdych y tomar ventaja de 2-0. Pero, en un abrir y cerrar de ojos, fue el europeo el que consiguió quebrarle al sudamericano, descontó y después igualó 2-2. Luego el dueño de casa se puso 3-2, ya mostrando ese progreso mencionado, con puntos parejos, ya sin ser, del otro lado de la red, el Berdych contundente del primer set. De ahí en más, se dio el caso tan extraño de haberse consumado nada menos que cinco quiebres de servicio al hilo.

El argentino llegó a adelantarse 4-2, le descontó su rival, Mónaco volvió a concretar otro break-point para quedar 5-3 y ya todos se frotaban las manos, porque sacaba el tandilense. Pero otra vez avisó Berdych que no se iba a rendir, dejó el marcador 4-5 y fue a sacar para buscar el empate parcial y tirarle toda la presión a Mónaco. Se encontró el top-ten actual con el efímero top-ten de hace un mes y medio firme, decidido y con paciencia. Más cómodo en polvo de ladrillo, el local logró aperturas decisivas para forzar al europeo, le quebró y cerró el set 6-4, en 55 minutos de dura lucha.

Con el capitán Martín Jaite dándole consejos y confianza a Mónaco, en busca de un triunfo copero histórico, la gente ya había recibido el plus esperado para descargar su euforia, como en la victoria de Del Potro. No dejó de gritar el público y tampoco cesaron los bombos. En busca de ayudar a que Argentina se clasifique para su quinta final en la Davis, tras cuatro derrotas en esa instancia crucial, siguió esta vez el tandilense muy concentrado y resuelto a pasarle más pelotas e incomodar al checo. Y hasta tomó la decisión de ir a definir algunos puntos en la red, algo poco visto en él.

Estaba claro, ya de antemano, que Mónaco buscaría jugar puntos extensos, con intercambios y dándole peso, altura y profundidad a sus tiros, ante un Berdych que apostaría por los puntos cortos. La arcilla, esa aliada de Argentina más de una vez ante adversarios que dominan mucho mejor las superficies rápidas, le hizo una mueca a Mónaco. El tercer set fue casi como el primero, pero a la inversa. Sí, porque lo ganó fácil el local por 6-1, el marcador sufrido en la apertura, y en 44 minutos inclinó la balanza en su favor con esa estrategia desgastante que le aportó impaciencia al checo.

Ya en el segundo game, Berdych levantó dos chances de quiebre que dispuso Mónaco y pudo mantener su saque. Ya después no repitió esa tarea, que suele ser sencilla para él, en especial en canchas duras, marcando el ritmo con su saque y su drive. Es que el tandilense obtuvo dos rompimientos, uno en el cuarto y otro en el sexto juego para levantar muchísimo más al público de sus asientos. Esa ventaja de 2-1 en sets fue la inyección anímica extra para un Mónaco ya super motivado y un duro golpe para un Berdych molesto con las condiciones de juego.

El cuarto capítulo arrancó para ser una especie de extensión del tercero. Pero no lo fue, finalmente. Mónaco remató el quiebre que tuvo en el tercer game y, con constancia y mucha regularidad desde el fondo, fue llevando el marcador sin contratiempos hasta ponerse 4-2. Allí cambió el panorama, no se desenfocó Berdych, le quebró el servicio al anfitrión en los games octavo y décimo y selló un set que pudo ser su triste final, por 6-4, en 47 minutos. Se mostró punzante con su derecha poderosa y veloz y estuvo más atento para contrarrestar a un Mónaco ya errático y sin tanta consistencia.

El siempre difícil quinto set suele ser más una guerra psicológica que una batalla tenística. Más suelto, Berdych volvió a pegarle duro y a marcar el camino con su drive. Rompió el inestable saque de Mónaco, mantuvo el propio y sacó ventaja de 3-0. Eso levantó a los visitantes y calmó a los anfitriones, que vieron cómo se empezaba a escurrir un posible 2-0 en el global de la semifinal. Es más: consiguió otro quiebre el europeo y se adelantó 4-0, con una seguidilla de ocho games ganados al hilo, contando la remontada del set anterior.

Enseguida fue el argentino el que quebró para descontar a 1-4, ayudado por intermitencias del checo con su derecha, el golpe con el que ganó muchísimos puntos y que le jugó en contra en otros. Y fueron hasta el 5-2 a favor de Berdych, que daba la impresión de ser el desenlace. Luego Mónaco rompió el servicio del checo en el noveno juego, con un visitante desconocido allí, muy dubitativo. Con 4-5 en el tablero electrónico, el tandilense fue a buscar el empate pero falló. Lo bien que había jugado estando abajo en el marcador no pudo hacerlo para marcar presencia e igualar, cediendo su servicio en 0. Festejó Berdych por 6-4 en 53 minutos y le dio tranquilidad a su equipo y preocupación a Jaite, Del Potro y compañía.

Así, Mónaco quedó con foja de 7-8 en singles en este torneo por equipo. En cambio, Berdych quedó 20-11 en individuales, consciente de que esta fue una victoria especial, similar en algún sentido con la de 2009, en cuartos de final, en Ostrava y sobre sintético y bajo techo, cuando también celebró en cinco sets sobre Mónaco, tras haber logrado el primer parcial, cedido los dos siguientes y haberse impuesto en los dos finales. Ese cierre del partido ratificó por qué Berdych es figura. Pensar que viene de eliminar en cuartos del US Open al rey, el suizo Roger Federer, y de caer ante el escocés Andy Murray, el posterior campeón de ese Grand Slam.

Mónaco quedó entonces con marca de 0-6 ante Berdych, siendo este el tercer duelo personal en polvo de ladrillo. Esta vez, la lógica volvió a golpear la puerta, aunque la Copa Davis sabe muy bien de hazañas inesperadas. Por la forma en que se dio, puede agrandar más a Berdych, quien seguramente el sábado integre la dupla checa con Stepanek, pese a que los nominados en el sorteo fueron Lukas Rosol e Ivo Minar. Para los albicelestes estarán Eduardo Schwank y Carlos Berlocq, en su debut copero absoluto. Y la ventaja es para la pareja europea.

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