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Deporte vs. Negocio

Desde hace años los Spurs vuelan bajo el radar en serie regular. Son como topos monocromáticos: siempre trabajan a la perfección pero sólo salen a la luz mediática cuando se avecinan los playoffs.

En la jornada del jueves de NBA, Gregg Popovich hizo un giro de muñeca que desconcertó a los dueños del negocio. Antes de jugar contra el campeón Miami Heat, en partido de televisación nacional con mucho dinero de por medio, decidió enviar de regreso a San Antonio a su Big Three de Manu Ginobili, Tim Duncan y Tony Parker, con Danny Green como guardaespaldas.

David Stern, de inmediato, salió al cruce y envió a los Spurs a la primera plana de todos los periódicos deportivos del mundo de un empujón. Envió un comunicado en el que le pedía perdón a los aficionados de la NBA por considerar la decisión de San Antonio como algo inaceptable, que les traería "sanciones importantes".

Fue un caso emblemático en el que chocan de lleno cuestiones deportivas con conceptos de negocio. Todos tienen algo de culpa en este conflicto que, a todas luces, podría haber pasado desapercibido si: a) Popovich en vez de enviar a sus jugadores de regreso a San Antonio los hacía descansar en el banco de suplentes sin llamar demasiado la atención b) Stern evitaba un trueno impulsivo y aguardaba al final del juego para ver qué sucedía.

Lo cierto aquí es que Stern accionó porque las formas no fueron adecuadas. Porque la NBA, de alguna manera, salió manchada justo antes de un juego esperado por muchos que iba a ser transmitido a lo largo y ancho del mundo.

¿Quién tiene razón? Todos, a su manera. Popovich, un maestro de ajedrez en el mundo del deporte decidió mover primero ante Stern, otro maestro pero del mundo de los negocios. Reglas diferentes, juego equivocado.

"La decisión se tomó desde el pasado verano y se hizo en beneficio del interés del equipo, que es el único que nos tiene que preocupar", comentó el entrenador de San Antonio. "Cada organización tiene que tomar sus propias decisiones acerca del calendario, los jugadores en partidos consecutivos, los viajes y todas esas series de cosas", agregó. "En nuestro caso, este mes hemos disputado 11 partidos fuera de casa, dos giras de ocho y 10 días, respectivamente, y cuatro encuentros en cinco noches".

Popovich no debería tener que darle explicaciones a nadie. Imaginemos por un momento que estamos en una liga latinoamericana y un entrenador decide hacer lo que hizo el viejo Pop. ¿Cuál es el problema? Ninguno. Cuando la comercialización no está desarrollada sólo importa el plano deportivo.

En la NBA es diferente, porque cada decisión afecta a gran cantidad de personas. Las cadenas televisivas, las personas que compraron su entrada anticipada, la propia NBA por no poder realizar la venta correspondiente.

De todos modos, hay que entender algo crucial: Popovich, por el cargo que tiene, está en todo su derecho a hacer lo que hizo, San Antonio también, y la NBA no puede multar a la franquicia por decreto ante los ojos del mundo. Es una censura que nunca puede ser manifiesta. Va en contra del negocio pero Stern debe saber que es un trago feo que hay que cerrar los ojos y digerir como se pueda. Multar a los Spurs, en este caso, es ir contra las reglas del deporte, algo mucho más peligroso: el fanático puede dejar de creer en todo este asunto en un abrir y cerrar de ojos.

El coach de los Spurs, a su manera, desnudó un problema por el simple hecho de ser sincero en su proceder.

Stern equivocó el camino por no esperar a ver lo que sucedía en cancha de Miami, porque San Antonio no ganó el partido por muy poco y el espectáculo fue muy atractivo. De hecho el juego se definió para el Heat en los últimos 20 segundos. Un triunfo de Spurs hubiese hecho quedar al propio comisionado de la NBA con más ganas que nunca de dejarle el cargo de manera anticipada a Adam Silver.

Me hago muchas preguntas respecto de lo que sucedió ayer. ¿Aplicará la NBA el mismo criterio cuando se esté llegando al final de la temporada, en el que todos los equipos hacen descansar a sus jugadores pensando en playoffs? ¿Multará la NBA a los equipos que ponen más tiempo en cancha a sus hombres de contrato bajo en vez de a los de contrato alto? ¿Serán completamente sinceros los equipos a la hora de descansar a sus jugadores o empezarán con vericuetos y tretas de engaño para hacer pasar un gato por liebre?

Habría que quitarse las máscaras, entonces, y aclarar en qué partidos se puede esquivar la la ley y en qué partidos no.

Cuando el deporte choca con el negocio, suceden este tipo de cosas. Pensar que el viejo Pop, en algún momento, alarmó a la Liga con el Hack-a-Shaq en los playoffs 2008, quiebre en el juego que impulsó Don Nelson a mediados de los '90s.

Teniendo en cuenta el escenario completo, su decisión, ayer, fue una movida de jaque mate.

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