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A lo Vélez

DyN

BUENOS AIRES -- Le pueden salir bien o mal las cosas a Vélez. Pero no hay dudas de que es un club que sabe cuál es el camino. La receta no cambia más allá de los resultados. Y en la seriedad y en la continuidad de sus proyectos de trabajo, está la clave del éxito.

No es casual por cierto que Ricardo Gareca sea el que conductor de este ciclo que ya lleva tres años. Y que con el Tigre, el equipo haya ganado dos títulos, un subcampeonato y también haya sido protagonista en el plano internacional.

Pueden cambiar los nombres, pero la idea es la misma. De hecho, para este torneo se fueron del club jugadores de experiencia como Barovero, Ortiz y Zapata, entre otros. Y no llegaron grandes figuras.

Es que Vélez gana los torneos de fútbol, donde valen los puntos, y también los famosos campeonatos económicos. No compra por comprar, mantiene las cuentas ordenadas, apuesta a los de abajo. Pero lo hace con criterio: los pibes que surgen tienen una buena base para afirmarse. Y por eso rinden.

El equipo de Liniers sumó un título más a su cada vez más rica historia. Y es merecido. En tiempos donde los grandes "tradicionales" viven de crisis en crisis, El Fortín volvió a dejar en claro que cada vez cuenta con más argumentos, futbolísticos e institucionales, para considerarse a la altura de los más grandes.

Así lo siente su gente, que colmó el José Amalfitani para alentar en este partido decisivo ante Unión. Pero claro, Vélez no sólo dependía de Vélez, además había que estar con la oreja pegada a la radio para saber qué pasaba en el Monumental, donde River jugaba con el sorprendente Lanús de los Mellizos Barros Schelotto.

Los de la V sabían que primero, tenían que ganar. Y después esperar que River les diera una mano. El conjunto de Liniers llegaba primero; los santafesinos, últimos. Sin embargo, contra los que muchos suponían, no fue tan fácil el pleito para El Fortín en los primeros 45 minutos.

Es que luego de un arranque favorable y con varias situaciones, los de Ricardo Gareca se quedaron y permitieron la reacción de un rival que se acercó un par de veces con peligro al arco defendido por Sosa.

Todo cambio en el comienzo de la segunda mitad: el Chucky Ferreyra abrió el match a los tres minutos del complemento, y aunque quedaba mucho por delante, dio la sensación de que el partido ya estaba liquidado.

Porque el rival era Unión, un equipo que mostró las limitaciones de siempre: debilidades a la hora de defender el arco propio y poca eficacia para marcar en el de enfrente. El gol que se perdió Franzoia abajo del arco velezano, cuando el choque todavía estaba 1-0, sirve como muestra.

Cerca del cierre otra vez Ferreyra marcó el segundo, pero a esa altura poco importaba. Todos los oídos estaban puestos en Núñez, donde River le ganaba 1 a 0 a Lanús y confirmaba el título de El Fortín.

Por eso luego del pitazo de Vigliano, hubo que esperar el final en el Monumental. Espera que pareció interminable por la cantidad de minutos adicionados, pero que estuvo lejos de ser tensa: nadie tenía dudas de que Vélez iba a gritar campeón. Y si por esas cosas del fútbol no era en esta fecha, sería en la próxima.

Lo tienen merecido los jugadores, el cuerpo técnico y también los dirigentes, por apostar a un proyecto serio y a largo plazo. Y por mantenerlo a pesar de las urgencias de la alta competencia. Muchos deberían imitarlo en este alicaído fútbol argentino.