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Pasión uruguaya

MONTEVIDEO -- Nadie ama más al fútbol que los uruguayos, eso está fuera de discusión. El Río de la Plata, además de generar el mejor fútbol del mundo, genera las pasiones mas apasionantes.

Acá estoy, queridos lectores, en la Avenida San Martín al 2700 pleno barrio de El Reducto. ¡Sí, escucharon bien, el Reducto es uno de los barrios más futboleros de Montevideo! Ni Pocitos, ni Valizas, ni la Ciudad Vieja, ni las zonas que rodean a la Avenida 18 de Julio se acercan ni por asomo a la pasión que se vive en este barrio.

Estoy en el Bar Mono Sapiens, un bar lleno de banderines de fútbol, de fotos de Arsenio Erico, Washington Delgado, Abreu, Perdomo y otros. ¡Alucinante! En el bar se respira fútbol en todas las mesas.

Botellas de cervezas Patricios (la mejor de todas), los parroquianos del bar analizan un partido, para mí, intransigente, pero para ellos un partido casi decisivo.

Juegan Uruguay y Perú, en el campeonato Sudamericano Sub 20, el partido es flojito y los charrúas ganan por la mínima diferencia. Bebo mi cerveza y escucho a mi amigo Diego Benavidez que opina sobre el partido.

"A los peruanos, les falta ataque; Uruguay debería ser más aguerrido, ta". De pronto, se acerca un chico que limpia la vereda y barre las hojas de los árboles en un carrito de la municipalidad.

Al darse cuenta que soy argentino, me dice que es una lástima que hayamos quedado afuera tan temprano en el torneo. Y remata con una frase que me hace pensar sobre el gran momento que atraviesa el fútbol del otro lado del charco.

"Hubiera sido un placer, eliminarlos en cuartos de final de este torneo", y se va a continuar su trabajo.

¿Tan seguros están los uruguayos que pueden ganarnos en todas las divisiones?

Como sea, ya no participamos del torneo y solo me queda hinchar por otro equipo. Por supuesto, ese equipo es Uruguay.

Los parroquianos se comen las uñas ante cada avance de un limitado equipo peruano. Todos gritan que deben hacer otro gol, que el 1 a 0 es poca diferencia.

La tarde del domingo en Montevideo transcurre en la efervescencia del sueño uruguayo por el fútbol. Yo saco un libro y miro la foto de Mario Benedetti que está colgada junto a los retratos de otras glorias del fútbol y la literatura.

Todo es nerviosismo. Las cervezas son pedidas con insistencia y ciertos temblores. Perú ataca con todo lo que puede, que es poco.

Abro Stokolmo de Gustavo Escaldar y comienzo a leer. La novela está escrita casi en el mismo idioma en que hablan los parroquianos del bar.

Cuando el árbitro toca el pito del final. Todo es una locura, gritos, saltos, se chocan los vasos de vidrios de las cervezas. Muchos corren a abrazarnos porque soy extranjero y argentino y supuestamente debo sentir el fútbol casi de la misma manera.

Lamento saber que no es así. Nadie vive y siente el fútbol mas que los uruguayos. Ojalá salgan campeones del Sudamericano y esto lo digo solamente para que sean felices otra vez en el bar Homo Sapiens, el más futbolero del Río de La Plata.

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