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Un hincha desesperado

BUENOS AIRES -- ¡Qué calor, queridos lectores! ¡Hola a todos! ¡Qué alguien pare al sol, que alguien haga algo en contra del calentamiento global! ¡Vamos a terminar todos carbonizados! En estos días calientes de enero, cuando el asfalto derrite hasta las suelas más gruesas de esas zapatillas estrambóticas que usan los adolescentes, la gente se pone un poco ansiosa, algunos toman una copita de más o una latita de cerveza extra...

Ayer me siguió en la calle un hincha de River desaforado y desesperado. Yo iba por Corrientes, encima de una bicicleta amarilla del gobierno y me encaró en un Ford Taunus un hincha de River descontrolado. Cerca del Obelisco, justo en el semáforo de 9 de Julio y Cerrito, me abordó un hincha al cual le mando un fuerte saludo.

La cosa fue así:
"Oa, ¿vos sos Cucu, el famoso cronista estrella de espndeportes?", me preguntó un señor de anteojos negros mientras bajaba el grueso vidrio polarizado de su Taunus. Yo estaba sin aire, tomando todo el viento posible, muerto de calor por el pedaleo y el fuerte tufo de las dos de la tarde de un lunes de enero. Me sorprendió.

-¿Qué hacés usando las bicicletas de Macri? Te creía Kirchnerista, como todos...
- Eh... señor mío –no supe qué decirle- , el viaje se me hace más rápido en bici. Ni loco me tomo un subte.

El hincha de River se río y besó su camiseta, mientras apretó el acelerador de su auto. El semáforo se puso en verde y ambos arrancamos a la par.

- Escuchá, Cucu, sé que este no es el momento. Pero estoy desesperado, amigo. Solo un tipo como vos, sincero, frontal, sin filtros puede comprenderme. ¿Te cuento?
- Dale, contame que voy hasta el bajo rumbo a la Boca. Yo agarro para el otro lado, hacia Retiro. Pero te cuento rápido.

El tipo me contó que estaba al borde del suicidio, que pensó muchas veces en cortarse las venas en la pileta del Monumental con la camiseta puesta. Que este presente de River lo tenía mal. Que no podía comprender como habían llegado a tal decadencia. Incluso hasta soltó un par de lágrimas y moqueó un poco.

-¿Qué pensás de Iturbe? ¿Será nuestra salvación?, me dijo mientras los demás nos tocaban bocina porque íbamos a paso de hombre ocupando la mitad de la calzada de la avenida Corrientes.

El tipo insultó a los demás conductores que lo bocineaban de lo lindo. "¡Bosteros, dejensé de joder!", exabruptó al cielo. De pronto me sentí intimidado, el tipo no se iba, cada vez acercaba más su ventanilla a la altura del caño de mi bicicleta. ¿Qué pretendía?
Comprendí que debía darle buenas noticias y así lo hice.

"Iturbe, twiteó desde Portugal que se muere por jugar en River, que el pase ya está y que se toma el primer avión con escala en Buenos Aires. Yo creo que la va a romper. Será el nuevo Messi, El Millo comenzará a ganar todos los campeonatos con este nuevo valor".

"Ojalá, Cucu". Me respondió el hincha de River. Vos sos un tipo respetable, un cronista con un análisis serio y sesudo. Tal vez seas el cronista deportivo más importante de América y del Mundo. Para mí, sos el Número 1. Por eso apenas te vi, te encaré, discúlpame hermano, pero los hinchas de River ya no sabemos qué hacer, estamos desesperados...

Le dije que no se preocupara y por las dudas me subí arriba de la vereda. El tipo se despidió acelerando con un "chau, Cucu, mejor que Iturbe la rompa para tu propia seguridad".

Buenos Aires, estaba muy calurosa, intensa, vibrante. Ojalá Iturbe la rompa en River, me dije a mí mismo y me persigne mirando al cielo donde reinaba el pico del Obelisco.

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