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Del mismo sabor

ROMA -- Los partidos de Juventus vs. Lazio y de Roma vs. Inter de la ida de las semifinales de Coppa Italia nos habían ofrecido "una copa de emoción", como les contamos la semana pasada.

Por suerte, el primer desafío de vuelta no desilusionó y, al revés, nos ofreció otro trago del mismo sabor, con un partido realmente especial en el que no faltó nada de nada. Al final, el Águila superó a los bianconeri por 2 a 1 y así pasó a la final.

Ahora habrá que esperar casi tres meses para saber quien será el desafiante de los albicelestes, considerando que los nerazzurri recibirán a la Loba el 17 de abril para jugarse la "revancha" del encuentro de ida (que, por deber de crónica, les recordamos que ganó el anfitrión por 2 a 1).


OTRO PARTIDO

En el arco de los 180 minutos, la Vieja Señora hubiera merecido pasar el turno, porque en el partido de ida su dominio fue total y e 1 a 1 en Turín fue un resultado realmente injusto, como ya tuvimos ocasión de subrayar.

Sin embargo, el enfrentamiento en Roma tuvo toda otra historia, porque el desafío estuvo muy parejo y los albicelestes, por momentos, supieron ser superiores a su rival.

Lamentablemente, otra vez más nos toca recordar que el partido se vio condicionado por los errores del referí: la visita, en efecto, merecía poder aprovechar de un penal en los primeros minutos de juego, cuando Marchetti lo bajó de manera clara a Vucinic.

Malísimo lo del portero en esa ocasión, porque la pelota se iba y no servía salir a tocar lo que fuera, como hizo él. Pero aún peor lo de los árbitros: no ver una falta tan solar equivale a matar este deporte.

Hubo también otro yerro, esta vez contrario a Lazio, cuando Klose le quitó el balón a Isla en área bianconera y el chileno, en el ímpetu de su cierre, le pegó una dura y visible patada en la canilla al alemán, cometiendo una falta que debía ser cobrada con un penalty y que, en cambio, no fue sancionada.

Pero ojo: los yerros no se compensan. Nunca dos errores contrarios se anulan y, al revés, aumentan el problema. Ademá, hay que subrayar que podía ser todo otro partido si le hubiesen dado, como justicia, el penal a Juventus.

Retornando al desafío, tácticamente hablando Petkovic se la jugó parando un esquema casi especular al de su rival, con tres en defensa, cinco en el medio y Hernánes a suporte del "nueve", Klose. Sin embargo, el Águila, fuerte de que el 1 a 1 de la ida le daba una ventaja considerable, planteó el partido con el enganche mucho más en el medio de la cancha que en ataque, sacando así ventaja numérica en la zona mediana.

Una movida que se reveló acertada para controlar y esperar. Conte, por su lado, no le encontró mucha vuelta a esa movida, debido también a la grande atención con la que jugaron los intérpretes albicelestes. Contrariamente, su "dictat" para el complemento se reveló negativo, puesto que apenas su equipo quiso treparse de unos cuantos metros y presionar más arriba Lazio encontró el espacio que buscaba para lastimar, cosa que hizo con el mejor de la cancha, González.

Al minuto 76, finalmente el técnico bianconero encontró la movida necesaria para tomar el control de la iniciativa, con el ingreso de un delantero más para dejarlo así a Giovinco más libre de moverse entre líneas y desde ahí picar al área.

Ese cambio táctico, con la complicidad de las salidas de Klose (no jugaba desde hacía tiempo y no tiene los noventa minutos) y del lesionado Hernánes (sufrió un tremendo choque aéreo y tuvieron que llevarlo de urgencia al hospital), le permitieron a la Vieja Señora cambiar velocidad y mostrarse con mucho peligro.

De todas maneras, más allá de un par de sustos Lazio controló y parecía tenerlo ganado cuanto quedaban pocos segundos al final de los noventa minutos. Sin embargo, la indicación por parte del cuarto hombre de los seis minutos de descuento provocó la contestación de todos los hinchas y, culpablemente, los albicelestes se dejaron distraer por ese hecho.

Así, al minuto 91 la defensa local se descuidó y Vidal pudo anotar un gran gol para el empate. El fútbol sabe regalarnos emociones intensas hasta cuando todo parece ya decidido y lo que pasó en los cuatro minutos siguientes fue increíble: primero, Juventus recambió el favor de su adversario dejando de correr, como si ya estuviese proyectado al alargue, y así los muchachos de Petkovic pudieron volcarse hacia adelante, obtener un córner y en jugada de tiro de esquina anotar con un cabezazo de Floccari.

La respuesta fue una gran jugada de Giovinco, quien traicionó a la hora de definir el mano a mano con un disparo poderoso, pero demasiado central, que Marchetti pudo atajar (no sin esfuerzo) concediendo rebote.

Infinitamente peor la "traición" de Marchisio, quien tuvo en sus pies la chance de poner a su equipo en la final, cuando se encontró el esférico en sus pies con todo el arco libre: pero el voalnte, increíblemente, falló enviando a lado y así Lazio, tras sufrir otro peligro al último segundo, pudo festejar como si hubiese ganado la Copa, a pesar de que aún deba jugar la final. Lo que describe con cruel fidelidad que para Lazio superar a este equipo y tras estos dos partidos, fue prácticamente un milagro.

URGE UN CAMBIO
Ya dijimos en más de una ocasión que la otra semifinal se disputará el 17 de abril próximo, es decir 78 días después de este enfrentamiento, nada menos que 84 días más tarde que el partido de ida entre Roma e Inter.

No le explicamos el porque y la respuesta, con toda sinceridad, es vergonzosa y habla muy claramente de los enormes problemas del sistema italiano (no sólo futbolístico).

El tema es que Roma jugará el anticipo de la fecha 23 ante Cagliari el viernes próximo, primero de febrero. De viernes porque la cancha en la que la Loba juega (la misma en la que juega Lazio) es de pertenencia del CONI, organismo estatal que se ocupa de la promoción y administración del deporte italiano, y tal entidad decidió dedicar el estadio Olímpico de esta capital al enfrentamiento de la selección Azzurra de Rugby, para el torneo de las "Seis Naciones".

Tener que compartir la cancha, que se alquila por más de un millón de euros por año (más los gastos por la manutención) entre dos equipos ya es un problema, pero tenerlo que hacer también con la selección de toro deporte es un desastre.

A todo eso, el destino, que sabe ser muy irónico, quiso que el partido de campeonato de la fecha 23 fuera justo contra Cagliari, cuadro que contó y sigue contando muchísimos problemas con su estadio. Así, cuando los giallorossi le pidieron a los sardos un reenvío de ese partido Cellino respondió que no, subrayando que si Roma no tenía una cancha disponible para el domingo se debería jugar en cancha neutral, como le tocó hacer a su cuadro en más de una ocasión.

Así, jugando sí o sí el viernes, Roma no podía jugar durante la semana y hubo que prever un reenvío. Ahora, considerando las fechas de Europa League, que no se pueden poner partidos de manera que un equipo deba jugar a cada tres días por más de tres semanas consecutivas y la pausa para las selecciones en marzo, la única fecha a disposición vendría a ser ese 27 de abril.

Los problemas del Calcio son muchísimos, pero lo que duele más es darse cuenta que la mayor parte, quizás hasta un 80%, dependan de yerros internos, de la mala administración y de la escasa cooperación entre los mismísimos componentes del sistema. Realmente una especie de suicidio: como un cáncer que muere porque, pensando sólo a sí mismo y creyendo nutrirse, termina por ahogar el cuerpo del que él mismo hace parte.

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