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A completar la hazaña

El serbio perdió con el español en la final de 2012 Getty Images

BUENOS AIRES -- Es su gran desafío, el objetivo supremo de la temporada. Y está muy bien que así sea. Con 26 años recién cumplidos, Novak Djokovic apuesta todas sus fichas a conquistar Roland Garros, el único título grande que le falta sumar a sus vitrinas. Igualmente, el serbio tiene margen para poder lograr el Grand Slam de carrera más adelante, si es que no hace su sueño realidad en esta ocasión. El Nº 1 del mundo no debe obsesionarse, ir tranquilo, paso a paso, a la vez que sabe que es la principal amenaza para Rafael Nadal y tiene juego, resistencia y variantes para darle batalla. La búsqueda de esta hazaña tiene un plus, que él no subestima, y es que en la arcilla parisina debe ganarle al español, si se cruzan en semifinales, al mejor de cinco sets.

Apenas siete varones, en toda la historia (ver recuadro), pudieron completar el Grand Slam de carrera, es decir, triunfar en Wimbledon, Roland Garros, el US Open y el Abierto de Australia. Este divertido serbio ya obtuvo seis 'Majors', porque festejó cuatro veces en Melbourne, una en Londres y una en Nueva York. Hasta aquí, se impuso en los tres sobre superficies rápidas y la deuda la tiene en el lento polvo de ladrillo de París. Su mayor preocupación en busca de la proeza se llama Nadal, claro, porque el zurdo celebró en la capital francesa en siete de los ocho años previos, sólo perdió un partido en ese torneo en toda su carrera y, para colmo, volvió al circuito a pleno y no da respiro.

Hubo grandes campeones, en estos 40 años, que se quedaron con la espina clavada de Roland Garros, como Jimmy Connors, más parecido a Djokovic por la tremenda devolución de saque y la agresividad desde el fondo, y los ofensivos Pete Sampras, Boris Becker y Stefan Edberg. Ellos cuatro ganaron los otros tres Grand Slam y sólo se les negó el Abierto de Francia. Un caso similar fue el de otro magistral exponente de saque y volea, John McEnroe, con la salvedad de que él tampoco pudo coronarse en Australia. Unos estuvieron más cerca que otros, pero lo que refleja el tenis del actual líder del ranking de la ATP es que tiene más motivos que algunos de los citados para ilusionarse con cerrar este círculo. Y que mejor ejemplo que el de Roger Federer, quien había sido señalado como posible integrante de esa lista de ex reyes.

Pero el suizo se autoexcluyó, precisamente, consiguiendo su único título en Roland Garros en 2009, cuando venció en la final a Robin Soderling, el encargado de "limpiar" su lado del cuadro al eliminar a Nadal en octavos de final. Por eso, todos los caminos conducen a Rafa, ya que es el amo y señor en la arcilla gala, con récord de 52-1 y sumando 42 triunfos sin ceder un set. Este año, Djokovic, campeón en Australia, dio un aviso fuerte en la gira europea sobre canchas lentas al derrotar en dos sets a Nadal en la definición de Monte Carlo. Es su mejor pergamino reciente, sin dudas, pero en los Grand Slam y la Copa Davis siempre hay un "pero", ese extra que implica tener que llevarse tres sets y no dos. Y se sabe que ganarle tres parciales al español en arcilla es casi una utopía. A los hechos me remito, diría la mayoría.

Nadal apenas cayó en seis finales en arcilla y sólo Djokovic le pudo ganar tres, la mitad. Antes de la victoria del serbio sobre el español del mes pasado, lo había superado en las de Madrid y Roma de 2011, en el histórico año que lo llevó a desplazar al de Manacor de la cima del ranking. Tiene el juego y la mentalidad para poder hacerlo y el desafío extremo es sostenerlo con largo aliento. Por eso es consciente que concretarlo en esta situación es especial, por lo que impone un Grand Slam, muy distinto de lo que significa hacerlo en un torneo regular del circuito, como ya lo logró en esos triunfos en los tres Masters 1000 en canchas lentas.

Djokovic, casi un año menor que Nadal, debutó justamente en Roland Garros el mismo año que el español, en 2005, y en cuatro de sus ocho participaciones fue eliminado precisamente por el máximo campeón del Abierto de Francia. De a poco, el serbio fue mejorando en París, llegó dos veces a cuartos, tres a semis y el año pasado se dio el gusto de trepar a su primera final. Ya en 2011 asomaba como gran animador, había llegado a semifinales con un invicto de 43 partidos (41 en ese año), pero un encendido Federer lo dejó afuera en cuatro sets. En 2012 se repitió ese cruce en semi y fue 'Nole' el que se impuso en tres, entró ilusionado a la gran final y pudo quitarle su primer set a Rafa en sus cuatro duelos en dicho campeonato, hasta que perdió en cuatro parciales.

En esta temporada de arcilla, Djokovic hizo ruido con la victoria ante Nadal en Monte Carlo -le cortó una racha de ocho títulos consecutivos allí- y después tuvo otros dos impactos muy fuertes, pero negativos. En Madrid cayó en el debut ante Grigor Dimitrov, gran sensación del año, y en Roma venía impecable y arrasaba con Tomas Berdych en cuartos de final hasta que pasó a ser un poco pasivo y cedió, como en el caso anterior, en tres sets. Sus fans esperan que esas derrotas no le pasen factura a su fe, aún cuando ya en suelo galo afirmó que "decidí ganar Roland Garros". Además, contó que "me gusta el momento que atravieso, le gané en Monte Carlo, que para mí era muy importante para afianzar mi confianza antes de Roland Garros. No todos los días se le gana a Nadal en arcilla; jugué quizás mi mejor partido en esa superficie".

El primer punto a evaluar en este momento es que no le tocó el sorteo que él quería, ya que si llega a semi debería tocarle Nadal, cuando su intención era estar en la otra mitad de la llave y cruzarse recién en la final. Pero primero debe debutar contra David Goffin, revelación en 2012 cuando llegó a octavos y fue frenado por Federer, mientras que Dimitrov aparece en su horizonte cercano, como posible adversario para la tercera rueda. Si avanza a cuartos, su rival puede ser Janko Tipsarevic o Tommy Haas. Es decir, que el Nº 1 del mundo tiene un camino riesgoso en París hasta poder desembocar en el tan esperado probable choque frente a Nadal. En el otro sector del cuadro aparecen un Federer que está irregular y fue finalista en Roma, Berdych y el amenazante David Ferrer, que recién en 2012 hizo semi en París y este año fue víctima de Nadal en cuartos de Madrid y Roma.

Ahora bien, ¿qué tiene y qué debe explotar de su juego para ganarle a Nadal? El serbio es muy completo, ya que se defiende bárbaro y a la vez dispone de tiros para agredir y tomar la iniciativa desde la base, con innumerables variantes en cuanto a golpes y efectos. Un punto clave es el de su extraordinario revés de dos manos, ya que contra él no puede el español imponer esa molesta zurda cruzada y alta, que siempre tira para atrás a Federer y lo incomoda, haciéndolo retroceder y ceder terreno. Djokovic, en cambio, se le anticipa, se mete adentro del rectángulo y es él quien pone en apuros a Nadal, ya sea con su revés cruzado o bien sorprendiendo y pegándolo paralelo buscando un 'winner'. Con la derecha y con el revés, el serbio logra seguido ángulos cortos, muy abiertos, que sacan literalmente de la cancha a cualquiera y hasta lo consigue hacer contra el gladiador de Manacor.

Por eso, a Djokovic no le molesta ese tiro de Nadal ni lo impacienta demasiado tener que pasar muchas pelotas en intercambios que suele ser desgastantes. El punto es que debe buscar ser él quien domine el trámite y tome riesgos, ya que quedarse a realizar extensos duelos desde el fondo no es lo que más le conviene frente al español. Debe tratar de jugarle el mayor tiempo posible con sus principales armas y no cayendo en el juego de Rafa. Además, tiene la mejor devolución del circuito y eso le abre puertas para agredir desde el inicio a su rival y comprometerlo, llevándolo a jugar muy atrás y ante cambios de ritmo constantes. Por eso, conoce la receta y tiene resistencia, aunque la duda se plantea en el hecho de si podrá hacerlo a largo plazo y sin caerse mentalmente, en una maratón de cuatro o cinco sets.

Así las cosas, Djokovic arriba a París con el sueño de poder completar el Grand Slam de carrera, muy consciente de que debe pisar firme, ir sorteando cada obstáculo y, si le toca Nadal en semi, jugar el partido de su vida para tener la gran posibilidad. La respuesta sólo él la tiene. El desafío es gigante. Sin ninguna duda.