Jorge Morejón 11y

Pasion inagotable

MIAMI -- La casualidad y la pasión se unieron en complicidad para comenzar a labrar el camino de Felo Ramírez hacia el Salón de la Fama de Cooperstown.

Y no hay hoy nadie que lleve tanto tiempo como él narrando juegos de béisbol en Estados Unidos. Ni en inglés, ni en español.

Rafael Ramírez (Bayamo, Cuba, 22 de junio de 1923), Felo para todo el mundo, reconoce que se enloqueció con el béisbol desde el día que vio lanzar la primera pelota, en una suerte de amor a primera vista que sigue intacto nueve décadas después.

Pero para conquistar un amor no siempre se le puede entrar de frente. A veces es necesario usar otras técnicas de aproximamiento más sutiles.

El béisbol es su estado más puro fue esquivo para Felo, quien soñaba con convertirse en un segunda base estelar, como su amigo Heberto Blanco, bayamés como él y que brilló en la pelota profesional cubana, en México y en las Ligas Negras de Estados Unidos.

Sin embargo, como él mismo recuerda, "Ni pellizcaba la curva y las rectas me pasaban".

Ponchado sin tirarle. Había que conquistar al béisbol de otra manera, porque el fuego, la pasión por las bolas y los strikes lo consumía por dentro.

"Yo me iba para el estadio y narraba los juegos en vivo, ahí mismo, porque aquello me enloquecía, todo ese ambiente del terreno, del béisbol". Entonces era un joven que apenas rozaba los 20 años.

Esa era la pasión. Y aquí es donde entra a jugar la casualidad.

"Todo empezó en 1945. Yo había ido a La Habana con tres amigos. Yo no iba buscando trabajo, ni nada de eso, sino que fuimos a conocer La Habana".

Pero Radio Salas, una de las emisoras más antiguas de la isla, fundada en 1926 por los hermanos Manuel y Guillermo Salas, estaba a punto de hacer historia.

Hasta entonces, ninguna emisora radial transmitía eventos deportivos y la estación estaba buscando un narrador para los juegos de la liga amateur de béisbol.

Empujado por sus amigos, Felo hizo una prueba y ya tenía el boleto de regreso a Bayamo cuando le avisaron que él era el elegido.

De hecho, Radio Salas continuaría su papel de pionera en las transmisiones deportivas, al ser la primera emisora en enviar corresponsales a eventos internacionales.

Desde Londres, Manolo de la Reguera emitía un boletín diario de cinco minutos sobre los Juegos Olímpicos en 1948 y Rafael Rubí viajó hasta Ciudad de Guatemala para narrar algunos eventos de los Centroamericanos y del Caribe de 1950.

Hasta ahí la casualidad. Lo demás vendría por el talento, la dedicación y la inagotable pasión.

Desde entonces, los juegos de béisbol descritos en el estilo inconfundible de Felo Ramírez se cuentan por miles.

"Yo trabajé con todos los ´caballos´ de esa época", dice Felo, refiriéndose a grandes narradores que brillaron en la radio cubana.

Pero con nadie disfrutó más que con el legendario Buck Canel, un referente obligado de la narración beisbolera en toda Latinoamérica.

"Ese era un maestro y todo el mundo trataba de imitar su estilo. A él le gustaba también trabajar conmigo porque decía que yo no lo copiaba".

Han pasado casi siete décadas desde aquella primera oportunidad de Radio Salas. ¿Cuánto no han visto esos ojos, cuántas jugadas, jonrones, fildeos espectaculares no han quedado plasmados para la posteridad por Felo Ramírez?

Sin embargo, hay tres momentos que atesora en un sitio muy especial de su memoria.

"Me tocó narrar los últimos cuatro innings y medio del juego perfecto de Don Larsen. Eso fue inolvidable".

Felo se refiere a la hazaña de Larsen el 8 de octubre de 1956, en el quinto juego de la Serie Mundial entre los Yankees de Nueva York y los Dodgers de Brooklyn, que permanece hasta la fecha como el único juego perfecto de los clásicos de otoño.

"El hit 3,000 de Roberto Clemente y el jonrón 715 de Hank Aaron son los otros dos momentos más importantes que me tocaron narrar".

Serían el último imparable del astro boricua, meses antes de su fatídica muerte el 31 dediciembre de 1972, y el cuadrangular con que Aaron sobrepasó a Babe Ruth y se convirtió en el Rey del Jonrón.

Para el veterano comunicador, no ha habido un jugador más completo que Willie Mays, ni un pelotero con más clase que Joe DiMaggio.

"Mays era un fenómeno, como nadie. DiMaggio era un caballero, elegante, siempre correcto", aunque recuerda haber tenido una buena relación con Mickey Mantle. "Le caí bien desde el principio".

Pero no sólo las Grandes Ligas han tenido el privilegio de la voz de Felo.

Aparte de la desaparecida liga profesional cubana, también narró 40 Series del Caribe desde la primera en 1949, así como los torneos de Venezuela y Puerto Rico.

Precisamente, a la Isla del Encanto Felo le tiene un lugar especial en su corazón.

"Esa es una Patria más para mí. De Puerto Rico sólo tengo cosas buenas, de su gente, de cómo me trataron siempre".

Desde 1993, es la voz oficial en español de los Marlins, franquicia nacida ese año con base en Miami.

Y por las últimas 13 temporadas ha compartido el micrófono con su compatriota Luis "Yiki" Quintana.

"A Felo no hay nada que lo divierta más que narrar un juego y lo hace con una pasión contagiosa. Su dedicación y entrega a esta profesión ha sido su principal enseñanza en todos estos años, lo cual me obliga a mí a ser mejor, a trabajar con esa misma pasión", cuenta Yiki, quien reconoce que jamás pensó, cuando narraba en la radio y televisión de Cuba, trabajar con esta leyenda, que en el 2001 recibió el premio Ford C. Frick que le abrió las puertas al Salón de la Fama de Cooperstown.

El béisbol, ese que le provocó un amor a primera vista, finalmente se rindió ante la voz de Felo Ramírez.

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