Rodrigo Azurmendi 11y

Los Jazz apuntan al futuro

Gran parte del éxito de cualquier emprendimiento pasa por reconocer exactamente quién eres, tus virtudes y falencias, y actuar de manera acorde, aprovechando las primeras y minimizando las demás.

Es por eso que en Utah Jazz, desde hace algunas temporadas, se dieron cuenta que para volver a la época dorada de finales de los 90s no les alcanzaría con Deron Williams y Carlos Boozer, y que deberían hacer borrón y cuenta nueva.

Fue así que uno a uno se fueron Boozer, Jerry Sloan, Williams y el gerente general Kevin O'Connor. Además, la franquicia cambió de dueño luego del fallecimiento de Larry Miller en 2009, quien luego fue reemplazado por su hijo Greg.

Este último le dio las riendas de la organización al ascendente Dennis Lindsey, quien se forjó como ejecutivo bajo la atenta mirada de Gregg Popovich y R.C. Burford en su paso por los San Antonio Spurs.

Además, la dirección del equipo en la cancha fue entregada a Tyrone Corbin, quien fuera asistente de Sloan durante siete temporadas.

De esta forma se empezó a instalar una nueva cultura, y se realizó una importante apuesta hacia el futuro, comenzando por el traspaso de D-Will a los Brooklyn Nets, a cambio del delantero Derrick Favors y dos futuras selecciones que resultaron en los derechos del escolta Alec Burks y el centro Rudy Gobert.

Poco a poco fue llegando la renovación, gracias a interesantes apuestas por medio del draft, quienes depositaron en la nómina a Enes Kanter, Gordon Hayward, Jeremy Evans y, por último Trey Burke.

Estas movidas hacen que el Jazz tenga uno de los equipos más jóvenes e inexpertos de la liga, pero es parte de un plan mayor, que tiene el potencial de dar los frutos necesarios para convertir a Utah en una de las franquicias más poderosas en algunos años.

¿AGENCIA LIBRE? DIFÍCIL

Está claro que el Jazz, al estar ubicado en Salt Lake City, Utah, nunca será el destino preferido de los mejores agentes libres.

Es por eso que saben que deben construir desde el draft, criar y desarrollar a sus propios jugadores, y armar un equipo de manera orgánica, como lo hicieron los Spurs u Oklahoma City Thunder.

En temporadas pasadas fueron capaces de atraer a talentos como Boozer y Al Jefferson, pero estos no fueron capaces de darles el salto de calidad que necesitaban, y es por eso que ahora buscan por otro lado.

No fue casualidad que el Jazz haya dejado partir sin compensación a Jefferson, Paul Millsap, Randy Foye y Mo Williams, quizás los mejores jugadores del equipo de la temporada pasada.

Utah sabía que con estos su techo sería demasiado bajo, y en la brutal Conferencia Oeste se necesitan estrellas y profundidad, algo que esos nombres propios no podrían proveer.

ESPACIO SALARIAL COMO ALIADO

Bajo la conducción de Lindsey, el Jazz tomó uno de los caminos más inteligentes que se pueden tomar en la NBA.

En lugar de malgastar el espacio salarial generado por las partidas de los mencionados veteranos en contratos a mediano o largo plazo por jugadores de segundo o tercer nivel, Utah decidió ayudar a un competidor...por un alto precio.

Ante la urgencia de los Golden State Warriors de alivianar su presupuesto para fichar a Andre Iguodala, el Jazz aceptó absorber el último año de los contratos de Richard Jefferson, Brandon Rush y Andris Biedrins con la condición de que los californianos les envíen sus selecciones de primera ronda en 2014 y 2017, además de las de segunda ronda en 2016 y 2017.

Esta movida resultó ser magistral, ya que le permitió a Utah alcanzar el piso mínimo salarial (90 por ciento del tope) sin comprometerse a tratos de múltiples temporadas.

Además, las selecciones de draft resultan valiosas tanto para reclutar talento como para hacer canjes en el futuro, algo que no se puede descartar ya que estas tienen cada día más valor y la demanda por ellas les ha subido muchísimo el precio.

Sin embargo, el aspecto más importante del traspaso fue que los jugadores que llegaron no absorberán demasiados minutos, ya que no solo no forman parte de los planes a futuro, sino que además sus futuros personales en la NBA están en duda.

Las lesiones han casi acabado la carrera del letón Biedrins, mientras que Jefferson ya ha dejado de ser un jugador productivo y su contrato se ha convertido en un estorbo.

Rush, por su parte, llega tras superar una rotura de ligamentos, y de ser productivo podría ganarse un traspaso a un equipo contendiente antes de la fecha límite en febrero, a cambio de dinero u otros activos.

GANAR...MÁS ADELANTE

El alejamiento de la mayoría de sus veteranos resultará en la tercera parte del siniestro plan de Lindsey y compañía.

Sin veteranos luchando por contratos o tratando de salvar su propio pellejo, Corbin no tendrá más opción que jugársela con el núcleo joven del plantel.

Más allá de la presencia de Marvin Williams o John Lucas III, se vislumbra un quinteto tan talentoso como inexperto, formado por el novato base Burke, el alero Burks, el escolta Hayward, y los internos Favors y Kanter.

Estos se repartirán la gran mayoría de los minutos en sus respectivas posiciones, y sin la presión de competir contra veteranos, podrán demostrar realmente quiénes son y para qué están.

Esta estrategia no tiene punto débil, ya que estos jugadores tendrán luz verde para equivocarse y aprender de sus errores, algo que sin dudas acelerará su desarrollo.

Esto también les permitirá tener una idea más clara del potencial real de Favors y Hayward, ya que estos serán agentes libres con restricciones el próximo verano, y sus actuaciones esta campaña podrían definir sus precios y si son dignos de seguir perteneciendo al proyecto.

Sin embargo, los resultados a corto plazo serán pobres, más aún en el marco de una Conferencia Oeste que tendrá hasta a 12 equipos pugnando por ocho lugares.

Esto, aunque resulte extraño, parece también ser parte del plan, ya que la cantidad de victorias será inversamente proporcional con las chances de conseguir la mejor selección posible en el aclamado draft del año entrante.

PUJA POR WIGGINS

Si hay una temporada ideal para desarrollar juveniles, reconstruir y perder muchos partidos, esta es una de ellas.

El draft de 2014 tendrá a varios jugadores que, de no pasar nada raro, serán estrellas durante muchos años en la NBA, y el Jazz tendrá, al menos, dos turnos.

Los expertos dicen que el canadiense Andrew Wiggins es el talento más prominente en llegar a la liga desde LeBron James en 2003, y además Marcus Smart, Julius Randle, Jabari Parker, Andrew Harrison, Dante Exum y Aaron Gordon tienen el potencial para ser jugadores franquicia.

Es por esto que el Jazz muy difícilmente se preocupe demasiado por ganar juegos, y las derrotas serán tomadas un poco más a la ligera sabiendo la luz que los espera al final del túnel.

Después de todo, de ser bien implementada y con un guiño de la fortuna, la estrategia dará los resultados esperados y devolverá al Jazz al tope de una conferencia que, dentro de algunas pocas temporadas, tendrá un nuevo dueño.

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