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Un campeón lógico y merecido

BUENOS AIRES -- La Copa Confederaciones terminó consagrando a un lógico y merecido campeón: Brasil, que así sigue construyendo una gran temporada.

El equipo de Dunga fue protagonista de principio a fin y extendió su marca a nueve victorias en los últimos 10 partidos, con una diferencia de gol a su favor de +19. Pero todavía más importante que los resultados es la manera en los que los está obteniendo: sigue jugando un fútbol híper ofensivo, sin por eso dejar de mostrarse sólido a la hora de defenderse.

Su contundencia goleadora ya hizo olvidar a tres nombres importantísimos, como son los de Ronaldinho, Ronaldo y Adriano. Siempre tiene a alguien encargado de la cuota goleadora, como en este caso fue Luis Fabiano. Y además recuperó a Kaká, que desplegó su mejor fútbol y demostró que ya está otra vez entre los mejores del planeta.

Puede hasta darse el lujo de que Robinho no muestre todo su potencial. El del Manchester City solamente muestra su talento con cuentagotas, algo que a esta altura ya parece habitual, tanto cuando juega para su club (lo mismo le pasó en el Real Madrid) como cuando lo hace con su selección.

En el medio, Felipe Melo hace un perfecto tándem con Gilberto Silva, dándole equilibrio al equipo en una función típica del mediocampista de contención brasileño, tal como la cumplieron en su momento Mauro Silva o el mismo Dunga.

En la última línea, Brasil tiene hoy una solidez que muchas veces le ha costado conseguir. Empezando por un arquero como Julio César que es de primer nivel mundial, tal como ya lo mencionáramos en otra columna; siguiendo por dos centrales firmes como Lucio y Juan, y con laterales como Maicon y Dani Alves que, también en la línea histórica de la verdeamarela, pasan al ataque con velocidad y decisión.

Esa solidez le faltó solamente en la final, y muy probablemente por la ausencia de Juan. Pero aun así, su poder de fuego es tan grande que remontó un 2-0 adverso, algo que pocas selecciones pueden hacer en el primer nivel.

Fue un resultado final merecido y que le hizo un poco más de justicia a Dunga, que parece que a cada paso tiene que demostrar que es un buen técnico. Sufrió cuestionamientos apenas lo nombraron (recordemos que esta es su primera experiencia como entrenador), lo criticaron en la Copa América 2007 que terminó ganando y luego lo atacaron cuando las cosas no andaban del todo bien en las eliminatorias. Si Brasil sigue demostrando este juego y obteniendo estos resultados, tarde o temprano tendrán que admitir que Dunga sabe lo que está haciendo.

Algunos dicen que haberse consagrado en esta competencia es un mal augurio: nunca un equipo que ganó la Copa Confederaciones fue campeón mundial al año siguiente. Puede ser, pero las reglas están hechas para que, tarde o temprano, les llegue la excepción.

Por ejemplo, no creo que el ejemplo del fracaso de Francia en 2002 aplique. Ese equipo había ganado todo, incluyendo el Mundial anterior, y llegó a Corea/Japón en una curva descendente. En el caso del Brasil modelo 2009, lo veo en el medio del proceso de recambio, con lo cual puede ser todavía más peligroso con un año más de rodaje.

¿O acaso alguien se anima, después de lo que mostró en los últimos meses, a sacarlo de la lista de candidatos para Sudáfrica 2010?

LO MEJOR DEL RESTO

Hablando de candidatos para el año que viene, España claramente lo sigue siendo, pese a que no mostró lo mejor de su juego en la Confederaciones.

Es cierto que extendió su racha e igualó el récord invicto de Brasil, pero lo hizo ante los equipos más débiles de la competencia. Aun así, perdió con Estados Unidos en un partido parejo, que cualquiera de los dos podría haber ganado.

La clave del bajón de España me parece que pasó porque no contó con su usina generadora de juego, esa que componen Iniesta y Xavi. El primero ni siquiera viajó y el segundo llegó agotado tras una temporada extensa y muy demandante con su club.

Esa merma en la creación se sintió adelante, donde no tuvo tanta capacidad goleadora, pese a alinear a los titulares, como lo son David Villa y Fernando Torres.

Pero, volviendo al principio, este tropezón ni por asomo elimina a La Furia de la lista de grandes candidatos a quedarse con la Copa del Mundo.

Por su parte, Estados Unidos sigue sumando regularidad a la hora de medirse con los mejores. A priori, y quizás por prejuicio, no se lo toma como un adversario de calibre, pero hace años que vienen demostrando que sí lo son.

Su liga puede no ser de las más competitivas del mundo, pero a la hora de conformar una selección, Estados Unidos siempre presenta un equipo correcto, rendidor, con un libreto sencillo pero eficaz y es capaz de complicar a cualquiera. De hecho, si no hubiera estado Brasil enfrente, probablemente hoy el equipo de Bob Bradley estaría festejando el título.

Por último, el anfitrión Sudáfrica fue una grata sorpresa. Su DT, Santana, le dio disciplina táctica rápidamente, y con el plus de la localía (¡y esas cornetas que no paraban de sonar!) puede hacer un Mundial más que digno el año que viene.

En definitiva, pasó otro torneo pensado en los intereses del marketing y de la promoción, de ir calentando el clima rumbo a la Copa del Mundo. No está mal que así sea, pero a veces sería bueno pensar en los intereses de los jugadores.

Ellos, que son los verdaderos protagonistas, vieron estirarse una temporada ya de por sí extensa y seguramente sentirán esa falta de descanso, tarde o temprano, en la próxima, justamente la que tendrá su punto culminante en Sudáfrica 2010.

Felicidades.