Carlos Irusta 10y

Maravilla de película

BUENOS AIRES --
Maravilla Martínez ya tiene su película. Y todo parece indicar que no será la única. En este caso, el tema es sencillo, directo y sin rodeos: se trata de contar todos los pormenores que llevaron al boxeador argentino hasta su combate por el campeonato mundial de los medianos frente al mexicano Julio César Chávez.

En Maravilla. La película no faltan, por cierto, los flashbacks y los hallazgos de archivos familiares, ya que aparecen escenas de sus peleas barriales o en la Federación Argentina de box, en donde la mala calidad de los videos cobra el valor del testimonio. Incluyendo por allí, hasta alguna frase llena de esperanzas en el futuro o algún titular bastante crítico de un diario...

Las cámaras tuvieron que viajar bastante. "Teníamos que ir o a Madrid, o a Las Vegas, o a Nueva York, o a Oxnard, y no siempre había agenda", comentó su director, Juan Pablo Cadaveira, debutante en estas lides. Sucede que, como esas historias que se han escuchado muchas veces, éste es un compacto ordenado y cronológico de las negociaciones y de la organización de la pelea.

Pero -eso si- con alto el impacto documental de haber estado en forma directa en los escenarios. Así, la fuerte discusión entre Lou DiBella y José Sulaimán, ya fallecido y por entonces presidente del Consejo Mundial de Boxeo, en el seno de un congreso del CMB, tiene el impacto de hacer sentir al espectador ahí adentro y captar la tensión que se desprende de cada palabra. De la misma manera en que se puede respirar la expectativa y la calma que precede a las tormentas mientras Maravilla espera a Chávez en su vestuario...

En forma paralela está la otra historia, narrada a través de sus padres y de sus hermanos y tíos -quienes lo iniciaron en el boxeo-: la historia de aquellos años iniciales, cuando quería triunfar con los guantes puestos. O de aquellos otros, decisivos, cuando decidió dejar el país para radicarse en España. Fue allí cuando su carrera comenzó a asentarse, luego de un fallido intento en Las Vegas, cuando perdió frente al mexicano Antonio Margarito...

La película termina a toda orquesta, con una cámara puesta en la misma casa de la familia de Maravilla, siguiendo la pelea con Chávez, y la otra mostrando el combate.... El montaje entre lo que pasa en uno y otro lugar, o sea Quilmes y Las Vegas, muestra rostros desencajados o alegres, según el momento -doña Susana, la mamá del boxeador es el principal foco de atención en Quilmes, el rincón de Martínez durante los descansos en Las Vegas- apoyados por un sonido impactante y la contundencia de las imágenes directas.
Dan Rafael, hombre de ESPN, es uno de los expertos que van dejando sus testimonios, los cuales muchas veces desnudan también la trastienda de los negocios del boxeo, explicando por qué nadie quería montar la pelea entre Martínez y Chávez. Y cómo y por qué, finalmente, Maravilla decidió hablar y provocar a su futuro rival hasta hacer vendible la pelea: convirtió a lo deportivo en un negocio y, cuando fue negocio, la pelea se hizo...

Testimonios y escenas familiares, material de archivo, y ante todo esa cuota de estar en presencia de un reality, en donde las cosas están sucediendo en tiempo real, le dan a la película un clima muy especial. Como dijo su director, "Sergio me preguntaba cuándo iba a terminar y yo le decía: la terminaré cuando seas campeón de nuevo, cuando le ganes a Chávez. Y, confieso que como hombre de cine, la pelea tuvo un clímax tan grande que hubiera sido, de poder elegirse, el final apropiado, con drama hasta en el último asalto".
Impactante como las caídas de Paul Williams o el momento dramático de Sergio ante Chávez en el último asalto, la película seguramente será seguida con atención por los fanáticos del boxeo y de Maravilla, porque se trata de un cuidadoso seguimiento de un proceso. Y con un final de película...

Ahora se viene su combate con Miguel Cotto, el 7 de junio en el Madison Square Garden de Nueva York y, una vez más, Sergio Maravilla Martínez, estará frente a lo que parece ser su Destino porque, como él mismo afirma, "Soy esclavo de mis sueños". Y, en este caso, el sueño es ganar. Ganar otra vez.

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