Roberto Martinez 10y

En la Premier reina el showtime

BUENOS AIRES -- Manchester City (I). El campeón de la Premier League 2013-14 consiguió marcar 102 goles en 38 partidos y encajó 37. Una diferencia de gol de +65 anotaciones. Apenas el Liverpool consiguió seguirle el ritmo y sólo porque entre Luis Suárez (31) y Daniel Sturridge (21) lograron marcar más del 50% (52, de 101) de los goles reds. Algo casi imposible de ver en las grandes ligas.

Manchester City (II). El campeón de la Capital One Cup (Copa de la Liga) 2013-14, torneo que disputan los 20 equipos de la liga inglesa de primera división más los restantes 72 clubes fundadores de la Football Association, marcó 22 goles en 6 partidos y sólo recibió 2. Un goal average de +20 tantos.

Arsenal. El campeón de la FA Cup (Copa británica de la que participaron 737 equipos de Inglaterra y Gales y se caracteriza por su talante federal e inclusivo), que posibilita que conjuntos modestos tengan la oportunidad de medirse a los equipos de la élite, marcó 16 goles en 6 partidos. Sólo permitió 6 tantos, por lo que finalizó con +10 en el apartado goleador.

Usted dirá, "pero qué tienen de extraordinario esas cifras si en España el Real Madrid marcó 104 goles y el FC Barcelona hizo 100". Y quizá agregue que "en Alemania el Bayern de Múnich hizo 94 goles y sólo encajó 23".

El punto es que la Premier League no favorece a equipos puntualmente, sino que promueve un nivel general más equitativo. Utiliza una política de precios cuidados en su mercado de pases, y maneja sus arcas con conciencia colectiva. No se propone sostener lo que sabe que no podrá mantener, porque no le gustan las apariencias. Esa necesidad de respaldar la competitividad se traduce en que el Cardiff City, colista de la EPL en 2013-14, haya recibido más de 62 millones de libras anuales en concepto de derechos de televisión, sólo 34 menos que el Manchester City.

En cambio, en la Liga española es abismal la diferencia de potencial entre los dos equipos más grandes con el resto (entre Real Madrid y Almería, los dos extremos en la tabla de presupuestos anuales, hay 527 millones de euros de diferencia). La calidad y profundidad de los planteles está directamente ligada a esa enorme desigualdad en el reparto de cantidades en concepto de derechos de televisión. Esto, por más que se trata de un deporte de 11 contra 11, deforma la competencia. El fútbol español se acostumbró a mamar la teta de la tele sin pensar soluciones para inyectar un estímulo general, y su cultura profundiza y proyecta cada vez más la pugna descontrolada entre Real Madrid y FC Barcelona. El manejo de los dineros de la tele, sumado a precios pujantes en los abonos anuales y entradas, produce una creciente ausencia de público en los estadios al tiempo que alumbra un campeonato pensado por y para el show televisivo. Real Madrid y FC Barcelona mantienen a los jugadores más caros e importantes del mercado gracias a ayudas especiales, y apenas tres o cuatro equipos más pueden darse un mínimo gusto a la hora de reforzarse. El resto se reparte migajas y tira de imaginación y escouting para intentar la sorpresa. Por eso resulta tan importante lo que consiguió el 'insolente' Atlético de Madrid de Diego Simeone en 2013-14.

En otro orden, la Bundesliga alemana tiene ingresos por derechos de televisión más equitativos y su planificación mediática y corporativa de la competencia no sólo promociona la afluencia del público a las canchas, sino que prevé que los dineros de la tele no sean la mayor fuente de alimento para los clubes. Asimismo, aunque el poderío del Bayern de Múnich casi no deje crecer flores a su alrededor, se respeta una línea de conducta y se cuida la economía general.

Así las cosas, tenemos que España cultiva un pulso entre dos gigantes que intentan año a año conquistar el mundo. Alemania proyecta una potencia a la que sujeta con lazo, invencible en el cabotaje, pero de ciclos hegemónicos cortos en el arena internacional. E Inglaterra se contenta con mantener un lote de 5, 6 o 7 aspirantes a su trono interno, y si suena la flauta en los eurotorneos tomará el éxito del equipo que lo consiga como un galardón general. Su cultura, aunque haya dos o tres clubes históricos que aglutinen la mayor porción de hinchas, no permitirá que los peces gordos se coman a las crías. La industria del showtime y los precios cuidados defiende sus intereses. Mientras, iguala hacia arriba sin hacerse dramas porque ya no estén Cristiano Ronaldo ni Gareth Bale. Paga con goles, divierte, y protege la pasión de sus aficionados.

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