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No culpen a Durant... ni a Sam Presti

Consumada la eliminación, a Oklahoma City Thunder se le escurrió una nueva oportunidad de lograr ese ansiado primer anillo para Kevin Durant.

Sin embargo, el alero y Russell Westbrook deberían ser los últimos señalados a la hora de repartir las culpas. El dúo jugó una temporada sensacional, y pedirles más de lo que dieron resulta ridículo e imposible.

No faltarán los que apuntes sus cañones al individualismo del base o a la pasividad por momentos de KD, pero la realidad es que, como apuntó mi colega Carlos Nava, el baloncesto es un deporte de equipo y sobre la tarima son cinco contra cinco.

Resulta extraño analizar la ficha y ver que Derek Fisher, a sus 39 años, disputó 33 minutos en un juego de eliminación. Ni hablar del hecho de que cuatro de los cinco titulares disputaron al menos 44 minutos, con Durant en cancha durante 52 de los 53 posibles.

Vale aclarar algo, y al mismo tiempo desligar de responsabilidades al gerente general Sam Presti por la construcción del equipo: el plantel es lo suficientemente bueno como para salir campeón. El Thunder cuenta con juventud y experiencia, altura y puntería, ataque y defensa. La decisión de borrar de la rotación a Nick Collison y Thabo Sefolosha fue una medida de desesperación, sobre todo para un equipo que de por sí no utilizó un equipo demasiado largo durante la temporada regular. Algo similar pasó en el sexto juego con Caron Butler, que nunca dejó la banca.

Doc Rivers mencionó todo el año que los playoffs no son un momento para experimentar ni para cambios drásticos. Al fin y al cabo, esos 82 juegos deberían alcanzar para que un equipo adquiera una identidad y sepa exactamente quién es. Scott Brooks entró en pánico e introdujo demasiadas variantes para un equipo que, con esos dos en la rotación, ganó 59 juegos. Esas variantes no estaban ensayadas y eso, a la larga, se notó.

Lo que hace quedar más en evidencia al entrenador eliminado es el oponente al que se midió. Gregg Popovich es el amo y señor de las rotaciones y los experimentos, del descanso y los riesgos calculados. No por nada es capaz de darle descanso a sus estrellas en partidos que van por televisión nacional. La percepción es lo que menos le importa, porque a esta altura lo único que lo desvela son los anillos.

Allí estuvo la diferencia. Los siete minutos de Cory Joseph en la segunda mitad fueron el reflejo de un jugador con la confianza intacta a pesar de jugar cada muerte de obispo. Se podrá decir que lo contrario sucedió con Matt Bonner, pero la historia marca que los aciertos de "Pop" son muchos más que las equivocaciones.

Brooks falló y quizás lo pague con su puesto de trabajo, ya que la paciencia está empezando a acabarse. Con el núcleo en sus años más fértiles, cada año sin anillos es un año perdido. El estratega esgrimió una defensa tímida, haciendo alusión al crecimiento individual y grupal del equipo. También dijo que no le preocupa su futuro como líder del Thunder.

Los que sí deben estar preocupados son Presti y el propietario Clay Bennett, que ven como se acercan poco a poco los finales de los vínculos de Durant y Westbrook y las vitrinas siguen vacías, en una época en la que la agencia libre se rige más por campeonatos que por billetes verdes.

Quizás haya llegado la hora de cambiar, de instalar alguien con una voz diferente y con más aptitud a la hora de diseñar tanto el ataque como la defensa. Los resultados fueron buenos pero claramente no alcanzaron.

Durant y Westbrook no son el problema, y tampoco lo fue el resto de la plantilla.

¿Pagará Brooks los platos rotos?