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Cuestión de tiempo y distancias

NUEVA YORK -- El lobby del Affinia Manhattan Hotel, enfrente al Madison, es un hervidero. Ya se sabe cómo son los hoteles de La Gran Manzana: multitudes que llegan cuando, al mismo tiempo, se marchan multitudes. En el lobby, a las nueve de la mañana, hay un campamento de pasajeros durmiendo como pueden –en el suelo, en los sillones- esperando que finalmente, les llegue a hora de entrada. Y, por el otro lado, mientras nuevamente suenan las sirenas -el viernes a la noche hubo un gran incendio en la 48 y Lexington-, comienza a subir la temperatura en función de la pelea de la noche.

Rafael Mendoza –periodista, escritor, apoderado de boxeadores como Pipino Cuevas o La Chiquita González, asesor de muchos managers jóvenes- tiene en claro el concepto: "Son dos veteranos, cada cual con lo suyo, pero hay dos temas. Uno está subiendo a una categoría en la que nunca peleó (Cotto) y el otro reaparece después de catorce meses (Martínez). Pero la diferencia está en que uno es naturalmente un peso medio y el otro no. Solamente resta saber si la rodilla de Martínez funciona para saber qué ocurrirá".

El tema de la rodilla de Martínez ha colmado nuestra paciencia y la de muchos. El propio boxeador, durante el entrenamiento privado para los periodistas, apenas terminó sus 14 rounds de entrenamiento, dijo en voz alta: "Así están mis rodillas", aunque la duda era sobre una sola...

Si la discusión es sobre la rodilla de Martínez, es una discusión sin vuelo alguno, porque entonces se infiere que, con la rodilla buena, no hay pelea. ¿Es tan así? Porque si es -como dicen muchos-, todo depende únicamente de una lesión no curada.

No creemos que sea tan así, pero no olvidemos otros factores. Del peso y del kilaje, ya hablamos. Como suele decirse, "Un boxeador bueno y chico no puede ganarle a uno malo y grande". Las diferencias en el kilaje no son palabras menores. Y está en la historia, pasando por la pelea de Carlos Monzón ante Mantequilla Nápoles –un mediano ante un peso welter-, entre tantos ejemplos. De todas maneras, Cotto es un guerrero y sus armas básicas son: un ataque sostenido y clásico, con movimientos pendulares de torso, y muy buenas descargas al cuerpo con golpes cortos. Elementos que, ante Martínez le serán de gran utilidad (como en todas sus peleas) porque podrá haber anulado los largos brazos del argentino.

Nos metemos, pues, en el trabajo de las distancias. Martínez, con su alcance, peleará de lejos, amparado en la velocidad de sus piernas –si estas responden como parece que ocurrirá-, y en los envíos de contragolpe, por adentro, recibiendo al puertorriqueño con manos ascendentes.

De lejos, la pelea es para Martínez. Cotto deberá cruzar "el campo minado" como se decía antes, para pasar a la corta distancia y trabajar donde él sabe, quitándole movimientos al campeón de los medianos y también oxígeno.

En esta combinación de elementos hay que agregar otro ingrediente, que es el de la velocidad. Cotto, con sus 70,390 kilos, no es un boxeador de gran velocidad, pero tiene un ritmo muy continuado. Martínez, con sus 72,072, basa todo en la velocidad de sus piernas, combinada con la de sus manos y de su mentalidad.

Cotto tendrá que poner presión desde el primer minuto –eso lo dicen todos- para evitar que Martìnez recorra todo el ring, pero, ¿Qué podría ocurrir si, por el contrario, el que saliera a dominar e imponer la distancia fuera Martìnez, anticipando con sus largos brazos? ¿Cómo podría reaccionar el puertorriqueño si tuviera que quedarse en la costa, sin poder avanzar cómodo frente a las manos de Martínez? Solamente podríamos saber la respuesta si esto se da, pero nunca hay que olvidar esa vieja frase que dice que "No hay mejor defensa que un buen ataque". Anticipar no es ir a pelearse cara a cara, es, simplemente, marcar un territorio.

Esa lucha por el territorio será fundamental, porque quien es el más pequeño físicamente tendrá que abatir a su rival achicándole los espacios y poniéndole rigor. Ese es el trabajo que se indica, y no hemos escuchado aún un plan B, en el caso de que no pueda neutralizar a Martínez.

Las peleas serán vistas en la Argentina por TyC desde las 21 horas y por La TV Pública a partir de las 22 y se calcula que el encuentro estelar comenzará alrededor de la medianoche de Argentina (en Nueva York hay una hora menos).

El referí el canadiense Mike Griffin, quien ha dirigido algunas de las más importantes peleas en su país. Jurados: el italiano Guido Cavalieri –de vasta experiencia en Europa- y los norteamericanos Max de Luca (quien fue jurado de Martínez-Murray: los tres jueces esa noche fallaron igual, 115-112 para el argentino) y Tom Schreck. Los cuatro, fueron designados por Consejo Mundial de Boxeo y aceptados por la Comisión Atlética de Nueva York. Algo no común ya que en los Estados Unidos, generalmente, actúan oficiales de ese país.

O sea que todo está listo y preparado. Para nosotros, si la rodilla funciona –y todo indica que será así-, Martínez ganará esta pelea y no sería extraño que sea antes del límite.