Carlos Bianchi 10y

Mi reverencia para España

BUENOS AIRES -- Mirando el partido España-Chile tuve el impulso de querer ayudar a alguien que estaba en dificultades. Sabía que no era más que un impulso, que nada podía hacer a la distancia y que, de hecho, nadie podía detener lo inexorable.

Sabía también que lo que estaba viendo era histórico: el fin de un ciclo de seis años que pareció eterno. Lo único que podía hacer, como cualquier testigo de ese momento, era vivirlo con respeto, acompañando a una selección que tal vez logró lo que ninguna otra jamás había logrado.

Con todo el respeto que se tiene que tener hacia un equipo al que dio enorme placer ver, que me permitió disfrutar de este juego como tal vez nunca lo había podido hacer de manera imparcial, habiendo estado durante toda mi vida involucrado en él.

Cuando uno practica un deporte, cualquiera sea, sabe que es muy difícil, por no decir imposible, ganar siempre. Esta selección lo logró, consiguiendo prácticamente todos los grandes títulos en disputa de 2008 a 2012 (solamente le faltó la Copa Confederaciones), cambiando una historia que, hasta entonces, tenía a España como una eterna candidata que terminaba flaqueando a la hora de la verdad.

Pero por sobre todas las cosas, por encima de todos esos logros, lo importante fue el camino: esta España llegó a dónde llegó cambiando la manera de jugar, imponiendo un estilo en el que nos deleitábamos los espectadores, que de a poco entendimos que si nosotros la pasábamos tan bien mirándolos, era porque ellos, los mismos futbolistas, disfrutaban jugando.

Así nos hicieron testigos privilegiados de una época, agradecidos por tener la suerte de vivirla. Por eso quizás nos duele tanto ver estos momentos tan distintos, porque nos hacen tomar conciencia de que termina una hermosa historia.

Como tantas otras experiencias gratas en la vida, a las que valoramos una vez que ya no están, esta fue una historia que estamos terminando de ver y sentir como propia, dado que casi sin darnos cuenta, la vivíamos con mucho placer y sin noción de su finitud.

Tuve la suerte de ser testigo de los inicios de esta época y eso me hace valorarla más todavía, por lo humilde y sacrificado de sus orígenes. Trabajando en el Atlético Madrid durante la temporada 2005/2006, participé de un reencuentro de sus veteranos.

Ese día estaban Luis Aragonés y su grupo de trabajo, recién clasificados al Mundial 2006 después de un largo camino. Allí me dijeron: "Para los españoles somos los mejores del mundo y nunca ganamos nada; venimos de clasificar en partidos de repechaje".

Con mucha humildad y realismo sabían quiénes eran y qué tenían. Conocían su historia, que para ellos era importante aunque hasta entonces la no hubieran concretado en títulos.

Pero estaban al comienzo de un camino. Y uno que empezaba de manera muy distinta a la que se vio en el momento de máximo esplendor.En ese entonces, la selección española no tenía la base que tuvo años después con las formaciones del Barcelona y Real Madrid, eternas potencias peleando de igual a igual con los más fuertes de Europa en la Champions League.

Al principio de la historia, antes incluso de Vicente Del Bosque, fue una selección de otros orígenes, en la que había jugadores que le fueron dando forma de a poco a un estilo. Y hoy también hay que recordarlos a ellos, los que tiraron las primeras semillas como Cañizares, Arbeloa, Marchena, Villa y Vicente (todos en el Valencia en aquel entonces), Capdevilla (Villarreal), Joaquín (Betis) y tantos otros más.

Junto a ellos empezaban a brillar quienes después fueron grandes protagonistas de de estos años maravillosos: Casillas, Puyol, Sergio Ramos, Xabi Alonso, Iniesta, Xavi, Silva, Fernando Torres...

Por eso, a absolutamente todos ellos, simplemente les brindo MI REVERENCIA por habernos dado la posibilidad de ver algo diferente. Les agradezco por haber hecho que exista otra manera de jugar, por haber intentado hacerlo y por haberlo conseguido, con títulos o sin títulos, que esa no es la cuestión.

Como tampoco es la cuestión si este estilo gusta o no: en el fútbol no hay verdades reveladas y las polémicas existen y existirán siempre. En todo caso esta España abrió una más al abrirle los ojos al mundo sobre otra manera distinta de jugar y de ganar.

Pero lo más importante es que este equipo consiguió todo con honestidad y convencimiento, sin jamás subestimar a sus adversarios, ni en el campo ni fuera de él. Con muchísima modestia y humildad fueron forjando una manera de jugar y logrando los títulos, con el estado de ánimo lógico de quien sabe y acepta que esto un día se terminaría.

Ellos sabían, como todo deportista, que la palabra DERROTA existe y que hay que aceptarla con mucha hidalguía, tal como lo están haciendo ahora.

Los más grandes darán un paso al costado,los que vienen detrás continuarán y los que llegan sabrán que va a ser muy difícil igualar lo hecho: para eso tendrán que trabajar durísimo y, sobre todo, convencerse en sus mentes de que se puede repetir una hermosa historia como la vivida.

Ojalá lo intenten, porque vale la pena.

Felicidades.

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