<
>

Di Stéfano y su huella en Millonarios

No lo vi jugar y sólo guardo de él las sonoras palabras de mi viejo y el cómo lo describía como jugador, como delantero y como goleador. Alfredo di Stéfano paso por Millonarios e hizo parte de esa leyenda dorada del fútbol que se escribió en Colombia a finales de la década de los 40 y comienzos de los 50s.

Fue para los colombianos y en especial para "los embajadores", como se le denomina a Millonarios, el barco insignia que marcó la ruta de los éxitos azules y el ayudar a colocarlos en el mapa del fútbol mundial en épocas nada mediáticas.

Las fotografías en sepia de los periódicos bogotanos guardan con celo su historia por Colombia a donde llegó producto de la huelga de jugadores en Argentina y en donde al lado de Pedernera, Rossi, Cozzi, Baez y el uruguayo Mourín, entre otros, hicieron de Millonarios un equipo de época por su fútbol y sus resultados.

Jugar ante Millonarios en ese entonces era como hoy enfrentar el Barcelona o al Bayern Munich. Di Stéfano era la figura y -contaba mi viejo- que los chicos se arremolinaban sólo para verle en las afueras del bar 'Embajador', en un céntrico lugar de la Bogota de los 50.

Di Stéfano, para quienes lo vieron en Millonarios que por infortunio quedan pocos, fue lo más grande que produjo el fútbol y para esos veteranos ojos ni la poderosa figura de Pelé que emergió en 1958 en Suecia y perduró hasta el 70, ni la espectacular gambeta de Maradona con su prodigiosa izquierda que enamoró al planeta en el 86, pudo jamás eclipsar lo que tatuó en ellos el fútbol de "La Saeta Rubia".

Era un orgullo contar con él y, a diferencia del fútbol de hoy, Millonarios no jugaba ni armaba un equipo para Di Stéfano... él jugaba para el equipo.

Los triunfos no tardaron en agrandar su leyenda. Cuatro títulos con Millonarios y dos veces goleador lo encumbraron más allá de lo pensado. La prensa de Europa empezó a mirar hacia Colombia o quizá hacia Di Stéfano y algunos cronistas de la época querían verlo en Europa. Llegó la invitación a Millonarios para que jugara el Trofeo en homenaje a los 50 años del Real Madrid en 1952. El club colombiano venció con categoría en Madrid al equipo merengue 4-2 y Di Stéfano fue visto entonces por don Santiago Bernabéu, que quiso llevarlo al Madrid.

En Caracas posteriormente se cerró la negociación y un día de febrero de 1953 en un partido de pretemporada ante el Rapid de Viena, "La Saeta Rubia" se despidió de Millonarios dejando un impecable record de triunfos y de goles. 172 partidos y 161 goles entre Liga, Copa y amistosos internacionales.

Contaban los que vieron que ese 18 de febrero, en Bogotá lloraban de tristeza los hinchas azules que se cansaron de aplaudir y agradecer a Di Stéfano por haber regalado su futbol.

Ahora pienso lo que hubiera sido hoy este hombre que para mí nació en una época equivocada. El Mundo de hoy se merecía a Di Stéfano, pero en las canchas y en los estadios, no en esa convaleciente cama que durante varios días sostuvo su ya cansada anatomía con 88 años recién cumplidos y tantas cosas por contarnos.

El Real Madrid forcejeó por él con el Barcelona y al final lo disfrutó. A los blancos los llevó a la gloria de convertirlos en el mejor equipo de la Tierra. Ocho ligas sacudiendo la hegemonía del Barcelona, 5 copas de Clubes Campeones en Europa -hoy Champions- y una Copa del Generalísimo - hoy Copa del Rey- son sólo algunos de sus éxitos con un Madrid que hoy lo tiene en el merecido altar de Presidente de Honor.

Su luz se apagó... Las fuerzas del más grande delantero de la historia se agotaron y lo más triste es que por ese demoledor paso de los años, hoy para un planeta globalizado y mediático, son pocos los que saben de verdad quién fue Alfredo di Stéfano.

La historia tiene un compromiso con él.