Jack Lang 10y

¿Quién se queda y quién se va?

Los brasileños apenas están recuperando el aliento después de la conmoción y el shock sufrido la noche del martes tras el Mineiraço, pero las repercusiones apenas comienzan. Pero derrota en la Copa Mundial de la Seleção ha provocado un comprensible análisis en Brasil, con los fans y periodistas por igual tratando de dar sentido a la salvaje derrota por 7-1 ante Alemania.

Gran parte de la ira hasta el momento ha sido dirigida al entrenador Luiz Felipe Scolari, quien, a pesar de permanecer con los labios apretados sobre su futuro tras el partido, seguramente va a desalojar el edificio después de este tremendo fracaso. "Vete al infierno, Felipão", decía una portada del miércoles que capturó el estado de ánimo de la nación.

Los hombres de Scolari tampoco han sido inmunes a la ira inmediata. El periódico O Globo otorgó a cada jugador que apareció en el Mineirão cero de diez puntos y acompañó a cada clasificación con un solo resumen: "Perdieron... fueron demolidos... débiles... irrelevantes... algo trágico". Si había un resquicio de esperanza, ciertamente la intención no era ir en busca de la misma.

Pero mientras que los debates sobre los cambios estructurales que se deben hacer para recuperar el fútbol brasileño se escucharán durante meses y años, hay una cuestión más apremiante que nos ocupa: ¿Qué miembros del actual plantel merecen ser preservados para el próximo año en la Copa América -- y pensando hacia el futuro, el Mundial de 2018?

Los que deben marcharse

Varios jugadores seguramente hayan terminado sus carreras con la selección de Brasil este verano. Fred, un cazador furtivo en el arco que sólo ha logrado agenciarse un gol, es poco probable que siga formando parte del plantel durante mucho tiempo más después de un torneo totalmente decepcionante. El panorama es aún peor para Jô, que ni siquiera estuvo cerca de quedar dentro de los XI titulares de Scolari, a pesar de los esfuerzos de Fred.

A los 32 años, la carrera internacional del lateral izquierdo de reserva, Maxwell, también parecería haber terminado, mientras que Henrique había sido convocado tras haber jugado bajo el mando de Scolari en el Palmeiras. Su inclusión en esta selección de Brasil a expensas de Filipe Luís y Miranda, del Atlético de Madrid, sigue siendo uno de los grandes misterios de esta Copa del Mundo -- y una de las acusaciones más condenatorias de la gestión realizada por Felipão.

La vieja guardia

Júlio César fue una de las pocas luces brillantes para Brasil este verano, pero cumplirá 38 años cuando llegue la próxima Copa del Mundo. Tanto él como Maicon casi quedan fuera tras la mala campaña de Brasil 2010, por lo que es enormemente improbable que tengan otra participación en esta competencia.

Los porteros de reserva, Jefferson y Víctor, también ya han pasado los 30, como es el caso de Daniel Alves. El hombre del Barcelona ha mostrado pocos signos de desaceleración a nivel de clubes, pero su performance ha sido pobre en esta Copa del Mundo, sobre todo en la zona defensiva. Él podría sobrevivir por ahora, debido a la falta de un reemplazo preparado, pero sería una sorpresa si todavía fuera titular en 2018.

Algo que demostrar

Unos cuantos jugadores intentarán demostrar que merecen ser parte del futuro de la Seleção después de ver sus reputaciones dañadas este verano. Paulinho, tan tímido en el centro del campo en la fase de grupos, tendrá que recuperar la forma que lo convirtió en un jugador clave en el Corinthians y Brasil en 2013. Teniendo en cuenta que tiene 25 años, el tiempo está de su lado, algo que no se puede decir de Fernandinho. El hombre del Manchester City ha impresionado ante Camerún y Colombia, pero fue tan malo contra Alemania que uno se pregunta si volverá a aparecer con la Amarelinha. Lo mismo se aplica a Dante.

Dos mediocampistas más, Hernanes y Ramires, también tienen un futuro incierto. El primero es un gran talento, pero siempre ha sido una clavija cuadrada en un equipo repleto de agujeros redondos en el plano internacional. Podría recibir una nueva oportunidad si el próximo entrenador de Brasil está un toque más comprometido con el fútbol de pases. Ramires, por su parte, sólo abrió un juego este verano y se retiró en el descanso en medio de temores de que fuese expulsado. Lo anterior no suena muy alentador, pero él debería quedarse.

Además, el delantero Hulk debería mantener su lugar en la Copa América, pero tendrá que intensificar su juego. Su ritmo de trabajo y fanfarronada lo han protegido de muchas críticas en el Mundial, pero su producto final ha dejado mucho que desear.

Con probabilidades de quedarse

Willian, tan activo en las victorias amistosas antes del torneo contra Panamá y Serbia, se puede sentir ofendido por no haber jugado más. Muchos esperaban que fuese titular contra Alemania; Bernard, que quedó en el fondo, probablemente hubiese querido que fuese así.

Marcelo también tuvo un momento difícil contra el equipo de Joachim Low, aunque hace tiempo que se conocen sus debilidades defensivas. Sigue siendo, sin embargo, un colaborador que emociona en el ataque en su mejor momento. Sería una pena que lo hagan a un lado.

En el equipo a largo plazo

Hay cinco jugadores del actual plantel que deberían ser pilares del discutido nuevo amanecer de Brasil. Uno de ellos, obviamente, es Neymar, el jugador atacante que ha hecho que sus seguidores se entusiasmen este verano.

Oscar, que, en cierta medida, ha sido sacrificado a fin de que Neymar pudiese brillar, también será una figura clave en los próximos años. Probablemente le venga bien un largo descanso, en lugar de jugar en el próximo verano en la Copa América, de todas maneras. Luiz Gustavo, el hombre silencioso en el centro del campo de Brasil, fue invadido contra Alemania, pero de otra manera ha sido impecable.

Todo lo cual deja a tres defensores. Luiz ha sido fuertemente criticado a raíz del partido del martes -- y con buena razón. Pero su récord junto con Thiago Silva es irreprochable: 21 victorias, cinco empates, ninguna derrota. La emoción sacó lo mejor de los dos en esta Copa del Mundo, pero la experiencia podría significar la realización de ambos.

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