Rodrigo Azurmendi 10y

Las ruinas de la civilización Heat

Se sabía que esta historia iba a tener más perdedores que ganadores, pero el nivel de "LeBron-dependencia" acabó por dejar al Miami Heat en la ruina.

La civilización que construyó Pat Riley se derrumbó el viernes con una carta abierta de 952 palabras, divulgada por Lee Jenkins de Sports Illustrated, y ahora solo reina la desolación.

El American Airlines Arena, testigo de tanta grandeza, cuatro Finales y dos títulos, quedará triste y vacío, huérfano de la presencia del mejor jugador del mundo.

La ciudad de Miami, conocida por la calidez de su clima y el espíritu de fiesta, está hoy de luto. Luto deportivo, se sobreentiende, pero luto al fin.

Que el último cierre la puerta y apague la luz.

LeBron James vuelve a casa, a construir una nueva dinastía en lo que se presume será el último destino de su carrera. Al Heat no le debe nada, ya que le brindó el segundo y tercer campeonato de su historia, lo llevó a la gloria y los volvió a poner en el mapa grande de la NBA. Todo eso lo hizo él, aceptando una rebaja salarial para poder armar un elenco a la altura de sus talentos y para mantener la lealtad hacia jugadores como Udonis Haslem, Dwyane Wade y Chris Bosh, que fueron sus escuderos, con distintos niveles de aportes y en distintas ocasiones.

Pero esto ya no es 2010. Wade ya no es Flash, y hasta el mismo Bosh cambió. Haslem está cerca del retiro, Juwan Howard ocupa un lugar en el banquillo al lado de Erik Spoelstra y Ray Allen quizás cuelgue las botas o decida seguir una vez más al 'Rey'. Las cosas cambian, las carreras son cortas, y las chances de escribir el legado que cada uno busca son limitadas.

James está en la posición de hacer lo que plazca porque se la ganó. A base de esfuerzo, de talento y de sacrificio, pero sobre todo a base de producción, y si hay alguien que le falló fue el mismísimo Pat Riley.

En el afán de mantener el imperio, el pope del Heat se olvidó de mirar hacia el futuro. La filosofía YOLO (las siglas en inglés de "solo se vive una vez") lo consumió y acabó perdiendo de vista la perspectiva. Al final, el tan venerado Riley terminó cometiendo el mismo error, ese pecado que cometió Dan Gilbert en su momento, y que acabó con James en otro lado.

Ahora llegó la hora de pagar por esos deslices.

El contrato máximo que le dieron a Bosh huele a último recurso. El delantero todavía es joven, pero en sus últimos años su juego cambió por completo para adaptarse a los talentos de James. Ahora, con 30 años y casi 900 juegos en su odómetro (entre temporada regular y playoffs), afrontará su duodécima temporada como la cara de una franquicia que vivirá del pasado.

Bosh ya fue el "dueño" de su propio equipo con Toronto Raptors y nunca logró superar la primera ronda. ¿Alguien se animará a decir que podrá mantener a Miami como candidato? Pedirle que vuelva a ser una presencia en la zona pintada será difícil, ya que hoy por hoy es un jugador casi íntegramente perimetral. Bosh hoy es más Dirk Nowitzki que Tim Duncan y eso parece no tener vuelta atrás.

Al Heat hoy, no le queda casi nada.

Nada porque Norris Cole nunca despegó, a pesar de jugar con un talento fuera de serie y ser desarrollado por una de las mentes jóvenes más brillantes de la NBA en Spoelstra. Nada porque todos se cansaron de Mario Chalmers y de su incapacidad de superar las trampas que le puso Gregg Popovich en las Finales.

Nada porque Shabazz Napier, apuntado por el mismo LBJ como "el mejor armador del Draft", está a kilómetros luz de ser un base listo para la NBA. No por nada hubo 23 equipos que le dijeron "gracias, pero no". Riley, cual amante desesperado, tiró la casa por la ventana en el Draft para cumplirle un capricho a James. Ahora tendrá que esperar que Napier se luzca, con la presión de las palabras de James en su espalda, y mirado de reojo por una afición que lo verá eternamente conectado al 'Rey', y que le demandará de manera acorde.

Nada porque Josh McRoberts es la pieza perfecta para un candidato al título, pero al mismo tiempo un jugador completamente innecesario en una reconstrucción. Serán 22.6 millones de dólares sobre cuatro años para un delantero que, por más buen pasador y aparente francotirador, no está listo para un rol tan prominente.

Nada porque lo mismo sucede con Danny Granger, quien fichó por la excepción bianual, con la esperanza de sumarse a un candidato. El alero, que jugó a cuentagotas con Indiana Pacers y Clippers la temporada pasada, ahora tendrá un rol más prominente del que sus rodillas pueden soportar. Sin dudas, otro tiro por la culata.

Nada porque el precio de la lealtad hacia Wade nunca fue tan alto. La situación se asemeja mucho a la moraleja del libro Trampa-22 de Joseph Heller. Aquí Riley no tiene opción, y está atado de pies y manos. Se sabe que nadie lo obligó a Wade a dejar por encima de 40 millones de dólares sobre la mesa y convertirse en agente libre, pero al mismo tiempo el escolta tomó la iniciativa para ayudar al equipo y al mismo James a reforzarse.

Todo el mundo entiende que Wade, en un mercado libre normal, no lograría ganar ese dinero el resto de su carrera, debido a las limitaciones físicas que tiene. Sin embargo, al ser la cara de la franquicia, Riley se encuentra ahora en la encrucijada de tener que renovarle y pagarle al menos esa cifra, así sea en varias temporadas. La alternativa sería quemar un puente importante con agentes y futuros refuerzos, ya que dejarlo en la calle significaría una bofetada a la reputación del club. Algo similar sucede con Haslem, quien también se sacrificó por una causa que ya no es posible.

Nada porque Miami, en la firma y cambio que llevó a James originalmente a South Beach, le envió una selección de primera ronda a Cleveland, que ahora tiene el pan y la torta. Ese turno del Draft estará protegido 1-10, por lo que si el Heat acaba teniendo una temporada nefasta, aún tendrán cierto nivel de resguardo. Se sabe, el futuro siempre estuvo lejos porque el presente era prioridad, pero un día la burbuja estalló.

Nada porque es imposible planear la vida después de la muerte (nuevamente, en términos deportivos). El Heat tendrá ahora una montaña de espacio salarial y pocas opciones para reclutar.

En este caso, el impulso de querer rearmarse de inmediato, ese manotazo de ahogado tan instintivo, podría ser lo que los hunda aún más. Sí, Lance Stephenson, Luol Deng y Pau Gasol están disponibles. No, Greg Monroe y Eric Bledsoe aún no firmaron vínculos a largo plazo. Pagar de más, darles un contrato exorbitante para calmar el dolor, sería un acto de desesperación altamente dañino.

En Miami hoy sólo quedan las ruinas de lo que fue.

Hora de barajar y dar de nuevo.

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