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Un Mundial difícil de olvidar

Alemania fue un justo campeón de Brasil 2014; en el conjunto de Löw atacaron y defendieron todos Getty Images

RIO DE JANEIRO (Enviado especial) -- Fue la mejor Copa del Mundo de la era moderna. Esta sentencia es casi unánime entre los espectadores y analistas de Brasil 2014. Fue un torneo con muchos goles, grandes partidos, polémicas, emociones, sorpresas y confirmaciones. Desde aquella inauguración con la victoria del local ante Croacia hasta la gran final que protagonizaron Alemania y Argentina, pasaron 31 días de fútbol que serán inolvidables.

No se organizaba un Mundial en Sudamérica desde 1978. Después del éxito rotundo de este campeonato, la FIFA deberá replantear su decisión de hacer esperar tanto al continente más futbolero para otorgarle la fiesta máxima. Este evento se vive de otra manera cuando el pueblo que lo recibe tiene al fútbol como su principal pasión. Las emociones que se sienten fuera de las canchas se contagian hacia adentro y eso genera la calidad de juego que hemos visto.

El Mundial tuvo de todo: grandes actuaciones individuales, buenos equipos, goleadas históricas e igualdad. La primera fase se destacó por la cantidad de goles y por el juego de algunas Selecciones, como Holanda, Costa Rica y Francia. Las rondas de eliminación directa tuvieron excelentes partidos y, sobre todo, muchísima paridad. Los resultados se definieron por mínimos aciertos o mínimos errores, lo que le dio una incertidumbre muy atractiva al certamen.

Los 64 partidos se jugaron a estadio lleno. Desde Manaus hasta Porto Alegre, desde Fortaleza hasta Cuiabá. Todas las sedes vibraron con el Mundial tanto en los campos de juego como en los Fan Fest y en las calles. Cuando se dice que este torneo es una "fiesta del fútbol" pocas veces es tan literal como en esta ocasión. Lo que sucedió en Río de Janeiro durante los últimos cuatro días es una muestra cabal: celebraciones en cada esquina y casi ningún tipo de violencia. Los hinchas le ganaron a los agoreros que pronosticaban un mes violento.

En cuanto a lo futbolístico, fue un Mundial en el que las grandes figuras fueron mediocampistas. Esto tiene que ver con que, por la paridad en el juego, las diferencias se sacaron en ese sector de la cancha. Las Selecciones necesitaban hacerse fuertes en el centro del campo para luego salir rápido e intentar quebrar a las defensas. De hecho, el máximo goleador no fue un delantero, sino un volante ofensivo: James Rodríguez.

Dos de los rendimientos individuales más destacados fueron los mediocampistas centrales de los dos finalistas: Bastian Schweinsteiger y Javier Mascherano. Para quien escribe, fueron los dos mejores futbolistas de la Copa del Mundo. Lideraron a sus equipos con fútbol y sacrificio en las dosis justas. Ambos partieron desde atrás del círculo central, más cerca de la línea defensiva que de los delanteros, y su capacidad de pase y de recuperación fueron vitales en el camino hacia la final.

En un fútbol tan dinámico como el que se vio en Brasil, en el que la movilidad fue una de las claves, tener un "cinco" con capacidad física y precisión fue la principal necesidad para llegar lejos. Brasil sufrió cuando Luiz Gustavo bajó su nivel y España padeció el mal momento de Sergio Busquets. En Alemania, Joachim Löw tuvo la lucidez para hacer retroceder unos metros a Schweinsteiger y eso le dio más claridad a la salida.

Dijimos movilidad. Esa fue una de las virtudes indispensables para triunfar en este Mundial. Es que cuando las diferencias son tan pequeñas, deben aparecer las bondades individuales. Y si éstas fallan, hay que buscar otras opciones. Moverse más que el rival fue algo que dio resultado. Tan simple como eso. "Llegar es mejor que estar" es una de las nuevas frases hechas en el fútbol moderno. En Brasil se pudo ver que esa idea no es sólo un lugar común, es una forma de entender el juego.

Cuando se pierden las referencias, es mucho más difícil marcar. Esa fue una de las razones que llevó a Alemania al título. En el conjunto de Löw atacaron todos y defendieron todos. Partió con un sistema de 4-1-4-1, pero tanto Thomas Müller como Toni Kroos y hasta Sami Khedira podían finalizar la jugada como centrodelanteros. Entonces, los principales argumentos del combinado teutón fueron esos: la dinámica y la posesión.

La otra gran novedad que mostró el campeón fue la posición de Manuel Neuer. Sí, uno podía pensar que en la función del arquero no hay nada por inventar, pero en Brasil Neuer jugó más con los pies que con las manos. Cuando su equipo tenía la posesión, el hombre de Bayern se paraba en la medialuna y jugaba como un líbero. Sus compañeros nunca temieron de tocar hacia atrás y el guardavallas siempre respondió bien. Hasta sacó laterales.

Si Alemania marcó tendencia por su estilo de posesión y ataque, Argentina lo hizo por su poderío defensivo. Antes del inicio del campeonato, nadie podía pensar que estas serían las grandes virtudes de la Albiceleste, pero a medida que fue avanzando la competencia, se fue solidificando la estructura defensiva argentina. Con Mascherano y Garay como líderes, se convirtió en un Seleccionado firme, seguro y confiado, al que por momentos parecía imposible que le marquen un gol. Bien parado, firme en los mano a mano y en el retroceso, eficaz en los relevos y rápido en los anticipos.

El ataque alemán y la defensa argentina formarían el Seleccionado perfecto. Por eso la final fue una digna forma de despedir este gran Mundial, por el choque de estilos y porque en el Maracaná se enfrentaron los dos mejores del torneo. Muy diferentes, pero muy sólidos en sus maneras de afrontar los partidos. En el último encuentro, hubo opciones de gol en ambos arcos, jugadas polémicas y mucha emoción. Así se juega una final.

Se terminó la Copa del Mundo de Brasil 2014. La de Sudamérica. Fue un mes en el que pasó de todo. España, Italia e Inglaterra afuera en primera fase, Costa Rica en cuartos de final, Cristiano Ronaldo desapercibido, Lionel Messi de mayor a menor, James Rodríguez goleador, Brasil y la mayor vergüenza de su historia, Alemania y su fútbol, Argentina y su coraje. Será imposible de olvidar este Mundial. Como todos. Pero quizás un poquito más.