Alejandro Caravario 10y

Quiero verte otra vez

BUENOS AIRES --
Luego del banquete del Mundial, fue difícil volver a casa, al fútbol doméstico y sus rutinas tan distantes de aquel lujoso escenario.

Para que el público imaginara que el tiempo no había pasado, las crónicas aludían al entredicho de Riquelme y la dirigencia de Boca. Una información que se puede situar en cualquier fecha de los últimos años.

Esta vez, como otras, la piedra del escándalo era el contrato. Que sí, que no, que firmo, que me voy. El paso de baile parecía un mero esparcimiento que concluiría con el final previsto: la firma de Román y otra gran ovación de parte de la tribuna.

El guión aseguraba más versiones nuevas de viejos capítulos: presencias esporádicas en los partidos, entrenamiento diferenciado, esperas del cuerpo técnico por su recuperación… Lo de siempre.

Pero no. Riquelme sorprendió, confirmó sus veladas amenazas y se fue a Argentinos Juniors, club al que también lo une un lazo afectivo, ya que allí jugó en las divisiones inferiores.

Según se dijo, las diferencias entre el ex número diez de Boca y el presidente Angelici era la cotización del dólar. La brecha entre el cambio ilegal y el oficial permitía inferir un desencuentro serio. Y por mucho que Riquelme amara a Boca, mucho más ama su seguridad económica y la de sus hijos. Así que resultaba comprensible la dilación de las negociaciones.

Pero el nuevo episodio de la saga nos desconcierta completamente. Argentinos le va a pagar mucho menos que Boca (aunque 1.200.000 dólares por un año y medio es suficiente para comer bien todos los días), de manera que la coartada de la plata se desvanece.

No era el vil metal. ¿Entonces qué? Sí, Angelici. Todos recuerdan que, cuando oficiaba de tesorero, en 2010, el ahora mandamás de Boca se opuso al oneroso contrato que se le hizo a Riquelme. Desde aquel momento, no se soportan.

Sin embargo, luego de que Angelici se sentara en el despacho principal del club, a finales de 2011, el desamor recíproco no impidió la convivencia ni la consolidación de Román como gran ídolo boquense.

¿Qué cambió ahora? ¿Cómo un hombre tan comprometido con Boca, que pensaba retirarse con la camiseta azul y oro, se va de la noche a la mañana por una discusión como tantas con los dirigentes? ¿Se trata de un berrinche?

Tal vez Román razonó como los tipos rudos de las películas de cowboys y entendió que el club era demasiado chico para los dos (Angelici y él).

En cualquier caso, habida cuenta del desaliento en que sumió el adiós de Riquelme a la mayoría boquense y de lo oscuras que aparecen las razones, no estaría mal que la flamante estrella de Argentinos Juniors diera una somera explicación a quienes lo han seguido con devoción acerca de sus más recientes decisiones.

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