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La milagrosa historia del ascenso

Ciudad de escopetas, ferrerías, revólveres, pólvora, hierro fundido. Éibar, ciudad abrazada por la serranía vasca, capoteada por la niebla, sembrada a orillas del Río Deva; de alma guipuzcoana y aire vizcaíno. La ciudad del hierro y los talleres. Ciudad de metalurgia. Ciudad forjada a niebla. "Donde impera por ley el trabajo". La ciudad 'armera'. 27,000 habitantes, de los cuales 5,200 tienen cabida en Ipurua, un diminuto estadio, como una caja de bombones, hogar de la Sociedad Deportiva Eibar, el campeón de la Segunda División Española.

Es 25 de mayo de 2014. El vigués Jota Peleteiro arrastra el balón, a golpecitos, con el pie izquierdo. Se planta ante el arco del Alavés. Desenfunda. Carga el cartucho. Retaca la pólvora. Tira hacia atrás la barra de acción. Apunta. Tira del gatillo. El proyectil perfora la meta del arquero Crespo. El gol de Peleteiro coronó una afrenta histórica, una historia tan tierna como encomiable, "muy ejemplar", como reza el título de la ciudad. Con el presupuesto más austero de la Liga Adelante (3.9 millones de euros), el Eibar logró coronarse como campeón de la categoría de plata del futbol español.

Fue el Eibar (sin tilde, a diferencia del pueblo) el equipo ascensor por excelencia de las divisiones inferiores del futbol español. Épica y tragedia. Deambuló entre Regional Preferente (equivalente a la cuarta división) y Segunda desde su fundación, en 1940, hasta aquel 28 de mayo de 2014, la noche del gol de Jota Peleteiro.

Es un decano de la Segunda División: 27 temporadas, 18 consecutivas (récord), desde la temporada 87-88 hasta la 2005-2006. En 1958 sufrió su primer descenso: de Segunda a Tercera. Desde ese entonces y hasta 1986, 'los armeros' disputaron 14 promociones para lograr el ascenso. La década de los 70 significó la época más oscura del Eibar: en 1976 habitó en Regional Preferente, de donde no salió hasta tres años después. La aflicción y el aplomo son inherentes en la genética del Eibar; club melodramático por excelencia, quizá por convicción. Por sus filas se forjaron David Silva y Xabi Alonso. Su periodo de máxima estabilidad fueron los 18 años consecutivos en la división de plata. Pronto, los azulgranas se hicieron un hueco en las páginas de los diarios: en 1990, el histórico Ajax de Ámsterdam fue invitado para conmemorar el 50 aniversario armero, 1-1 terminó el partido; en 2001, el melancólico Atlético de Madrid, que purgaba su debacle y sus demonios en Segunda, salió zarandeado de Ipurua: 2-1. El cénit, el balazo más atronador, en la Copa del Rey de la temporada 2003-2004. El Real Madrid galáctico se plantó en Ipurua y arrancó con las cutículas un empate a 1, encomendado a un milagro (entonces poco usuales) de Iker Casillas; tres atajadas tan monumentales como el monte Arrate y la cuenca del Deva. En el Santiago Bernabéu (donde cabría el aforo de Ipurua 16 veces), el Eibar cayó con dignidad, 2-0, tantos de Helguera y Figo.

"En primavera, el Eibar a primera". El cántico resonaba por las calles eibarresas, desde Arrate hasta la Plaza de Untzaga. Tras el gol de Peleteiro, el Eibar alcanzó la Primera División por primera vez en 70 años de historia. En tanto el jolgorio por la ciudad dio comienzo, la directiva liderada por Alex Aranzábal pronto encontró un nuevo obstáculo: el Real Decreto 1,251/1999 obliga a las Sociedades Anónimas Deportivas (el Eibar es una desde 1992) que asciendan de categoría a extender su capital social. El club armero estaba obligado ante el Consejo Superior de Deportes (máximo organismo rector del deporte español) a abonar 1,724,272 euros para ser inscrito, oficialmente, como club participante de la Primera División Española. La cifra cuadriplicaba las cuentas del club; a media temporada, el club contaba con 422,000 euros en su capital.
Para alcanzar el objetivo, la institución inició una campaña llamada "Defiende al Eibar", encaminada a vender 39,600 acciones por 50 euros cada una; por cada acción vendida, el club aportaría 10 más. Cualquier persona, si así lo deseara, podría convertirse en accionista del Eibar por sólo 50 euros. La meta fue alcanzada en menos de un mes. Y no sólo eso, el club acrecentó su número de socios: terminó el curso con 3,800.

El 'modelo Eibar' desafía la vorágine del futbol moderno. El club armero es uno de los más saneados del futbol español, situación inusual en medio de la tenebrosa crisis económica que azotó al país, misma que, aunado a malos manejos dirigenciales, ha dejado a clubes como el Racing de Santander, el Zaragoza o el Hércules al borde del colapso, con las arcas saqueadas y su infraestructura en ruinas. El Eibar terminó la temporada 2013-2014 con un superávit de 500,000 euros; uno de los dos equipos de la Segunda División, junto al Mirandés, que registra números negros. No debe un céntimo a Hacienda. Por otro lado, su patrimonio está tazado en 1,400,000 euros y su presupuesto es de 3,900,000 euros; el más bajo de los 42 clubes profesionales del fútbol español. La base del éxito deportivo del Eibar está en el económico. "No gastamos lo que no tenemos", puntualiza el presidente Alex Aranzábal. Una máxima de sentido común. Y para adecuarse al corsé económico, el club decidió escatimar en mucho: prescindió del filial (Eibar B), utiliza un manantial para no pagar agua, emplea a sólo cuatro personas, más allá de jugadores y directiva, y ajustó el sueldo al 75% de su plantilla, quienes perciben 60,000 euros brutos anuales, el mínimo establecido por la ley para jugadores de Segunda División. El colmo de la austeridad: para la celebración del ascenso, el club utilizó confeti azul y grana, inutilizado y prestado por el Barcelona. Y "jugar al Eibar". Al patadón y la pelota arriba. Al rocoso e incomodo. Su futbol como la estirpe de su pueblo: la brega, el sudor, la tozudez, una guerra sobre el barro, sangre, de ser necesario.

Superado el reto impuesto por la ley ("era una paradoja, una ley para sanear al fútbol podría llevarse por delante al club más saneado", declaró Aranzábal, una vez alcanzados los 1,724,272 euros), la siguiente afrenta del Eibar es preparar su estreno en la élite del fútbol español. Y ha de hacerlo en grande. Ipurua recibirá al Barcelona, al Atlético de Madrid, como en 2001, al Real Madrid, como en 2004. De momento, el entrenador, Gaizka Garitano, ha perdido a Jota Peleteiro, quien ha sido recapturado por el Celta de Vigo; no obstante, otros pilares del ascenso, como el arquero Xavi Irureta y Mikel Arruabarena, permanecen vestidos de armero. En tanto, sólo ha incorporado a Dani García y Jaime Jiménez, provenientes de la Real Sociedad y el Valladolid, respectivamete. El objetivo, la permanencia. El cómo, la austeridad, convertida en una virtud.

Es Eibar una ciudad defendida con escopetas y una muralla de hierro. Ciudad metalúrgica, de pólvora, damasquinado, revólveres. Ciudad de trabajo y sentido común. Ciudad de épica y milagro.

-Texto de Eduardo López

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