Alejandro Pérez 10y

Jugar sin Ginóbili

BUENOS AIRES -- No será lo mismo. Por más que se le quiera dar una interpretación diferente, no será lo mismo. Es doloroso, pero sobre todo, real. Argentina no será el mismo equipo sin Emanuel Ginóbili en el Mundial de España que ya está encima.

Prefiero no escribir sobre los motivos que llevaron a San Antonio Spurs a negarle al argentino participar con la selección. Aunque a muchos haya dejado con bronca, esa determinación está dentro de las facultades de los equipos de la NBA. Esta vez, entre otros, le tocó perder a Argentina, como es frecuente desde hace más de una década ante cada competencia FIBA. Mientras no se cambie el reglamento, es inútil llorar.

Sí me resulta más atractivo enfocar las consecuencias que provoca que el bahiense no integre la selección. Esta ausencia deja mal parado al equipo argentino, que venía de sufrir la confirmación de que tampoco tendrá a Carlos Delfino, aun cuando esta era más previsible. Sin estas dos figuras del más alto nivel internacional, Argentina queda tambaleante en la posición de escolta.

Julio Lamas deberá apelar a un reordenamiento del equipo y, al mismo tiempo, a una táctica ofensiva diferente, sin el hombre por el que pasaban la mayoría de los sistemas.

La última participación de Ginóbili en la selección fue en los Juegos Olímpicos de 2012 y él llegó a Londres con 35 años. Sin embargo, como si fuera el último canto del cisne, entregó una de las actuaciones más soberbias de su historia de 15 años en el seleccionado. Si Argentina peleó hasta los segundos finales por una tercera medalla olímpica fue, en gran parte, por el aporte extraordinario de Ginóbili.

Vale la pena repasar lo que hizo en los últimos Juego Olímpicos, porque vamos a comprobar que fue para el recuerdo.

A los 35 años (insisto, porque es clave ponerlo en contexto) anotó 19,4 puntos, fue el goleador argentino y el tercero de todo el torneo. ¡Y fue la mejor producción ofensiva de toda su carrera en la selección!

Antes del torneo, Lamas le había pedido al equipo, para cubrir la ausencia de Oberto cerca de los tableros, que todos tuvieran más actitud para ir a pelear los rebotes. Ginóbili se lo tomó a pecho y con 5,4 de promedio fue el máximo rebotero argentino.

Si algo le sobra al juego de Ginóbili es inteligencia y generosidad, atributos esenciales para ser un buen pasador. Por eso no sorprendió que con 4,1 asistencias por partido, fuera el segundo mejor del equipo. Ser el primero en ese rubro no era sencillo, al estar Prigioni...

¿Más números de su última demostración de influencia decisiva? Tiró para un destacado 44,2% en triples y un valioso 49,% en tiros de cancha. En ambos, el segundo mejor de Argentina. Además, anotó los 34 tiros libres que efectuó. Ese fantástico 100 por ciento desde la línea no es menor, ya que con 5 faltas de promedio recibidas por juego, resultó el segundo jugador en todo el torneo que más libres lanzó.

Pero hay más números interesantes. Ginóbili, dos años atrás en Londres, en la competencia más exigente del básquetbol internacional y en el tramo final de su trayectoria, tomó 13 lanzamientos por partido (el 20% del equipo). La medida parece lógica, aún tratándose de una estrella, ya que compartía plantel con hombres que también absorben decisiones en ataque como Scola, Delfino y Nocioni.

Entre los puntos que convirtió (19,4, está escrito ya) y los que hizo hacer (8,5 de media, como consecuencia de sus 4,1 asistencias), el escolta contribuyó en casi 28 puntos hipotéticos por juego. Si contamos que Argentina anotó 86,3 de promedio, descubrimos que él tuvo injerencia en el 32,5% de las conversiones.

Hasta acá los números, las acciones que se contabilizan, y que no serán sencillas de cubrir para la selección argentina en el Mundial.

Pero se sabe que Ginóbili también se distingue por hacer cosas que no se reflejan en números, que son invisibles pero productivas. Es un gran creador de juego que otros aprovechan. Por eso arriba escribí que Argentina deberá cambiar sus maneras de atacar.

En Londres el seleccionado de Lamas puso en práctica 11 sistemas ofensivos básicos, que se convertían en muchos más con sus respectivas variantes. El 40% de ellos se jugaban para Ginóbili, lo tenían a él como definidor o se jugaban a partir de él.

Con Ginóbili en cancha, el pick and roll se desarrollaba desde él (cuando no estuvo, mayormente lo iniciaba Prigioni) y su enorme entendimiento del juego lo hacían eje del equipo.

Esto ya no lo podrá hacer Argentina. Deberá buscar otras formas. No es lo mismo la amenaza que genera Ginóbili a las defensas con sus penetraciones, con Scola para descargar con un pase corto o sacando el balón para un tiro abierto de Nocioni o Delfino, a que lo haga otro jugador, a pesar de tener idéntica intención.

Por eso, y más allá de que el estilo será el mismo, de los sistemas que tenía en mente Julio Lamas, seguro que deberá meter cambios importantes.

Cambiarán los nombres y cambiarán los ejecutores del juego. Me gustaría equivocarme, pero sospecho que también cambiará el poderío, y con él arrastrará las posibilidades de Argentina en la Copa del Mundo.

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