Alejandro Caravario 10y

El nueve duplicado

BUENOS AIRES -- La imposibilidad de contar con Ignacio Piatti en la segunda final de la Copa Libertadores somete al entrenador de San Lorenzo a una indeseada reorganización del equipo.

Propenso al orden y el equilibrio, Edgardo Bauza sabe, sin embargo, que en casa y con la cancha desbordada de gritos y ansiedad no puede tener gestos reticentes.

Ya sufrió un correctivo en Asunción. Allí, el partido se le presentó ampliamente favorable, pero un rapto de dogmatismo –o el ADN conservador– le impidió liquidarlo y pagó con el empate en el tiempo extra.

Por lo tanto, Bauza se ha inclinado por Martín Cauteruccio para el reemplazo. A priori, se supone que optó por la alternativa más ofensiva, aunque al mismo tiempo obliga a una esmerada redistribución en el tablero para que no haya superposición de jugadores y tareas.

Cauteruccio es un nueve con manejo de pelota, pero un animal de área. Piatti, en cambio, es lo que se llama media punta. Un jugador con mayor recorrido y una gran dinámica, que le permitía a San Lorenzo profundizar por el lado izquierdo.

No tan completo como su colega, Cauteruccio, cuya especialidad es la definición, deberá afinar la sincronización para no encimarse con el otro nueve clásico que es Mauro Matos.

Hay un antecedente que no ayuda. En lo que va de 2014, San Lorenzo duplicó en sólo dos ocasiones al centrodelantero. Una vez empató 0-0 ante Newell´s y en el otro encuentro perdió 1-0 con Unión Española de Chile. En ambas experiencias, la dupla la integraron Matos y Blandi.

El abecé de la táctica indica que, dadas las características del colectivo que presentará Bauza, Cauteruccio habitará más el área para que Matos pivotee, una tarea que realiza con eficacia. Mientras que la franja izquierda, que antes explotaba Piatti para forzar el mano a mano o intentar la asociación con Emanuel Mas, estará a cargo del Pipi Romagnoli.

En suma, los papeles indican que, con Cauteruccio en la cancha (y, sobre todo, para absorber la ausencia de Piatti), San Lorenzo se verá obligado a un juego de elaboración larga. Con mayor cantidad de pases hasta pisar la zona caliente.

Tal procedimiento quizá se haga más dificultoso con una hinchada que presionará con el aliento y que, en virtud de la superioridad que existe de parte de San Lorenzo, pretenderá una diferencia tranquilizadora en el corto plazo.

Razón por la cual, al margen del dibujo táctico que decida el entrenador, el local tendrá que cuidarse del apuro. Enfrente habrá un rival recostado en su campo ¬–un planteo más difícil de vulnerar que el presentado en Paraguay–, y la paciencia será una herramienta indispensable para llegar al éxito.

En Asunción, San Lorenzo dispuso de espacios. Esta vez, es probable que se le cierren. Que el aguante defensivo de Nacional sea más tenaz.
La persistencia en la actitud de ataque y el auxilio de los pies sensibles para el último pase (Romagnoli, en especial), además del vértigo de Villalba para romper líneas, se perfilan como argumentos más viables que el centro a la montonera.

Veremos. Se sabe que el pizarrón se desintegra en cuanto el árbitro anuncia el comienzo del partido. La reacción instantánea, el accidente, el puro presente del fútbol torna insignificantes todas las previsiones.

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