<
>

Los Gunners finalmente reproducen la visión de Wenger

Arsene Wenger fortaleció su plantel con figuras AP

Para variar, hay una sola cuestión de fondo que rodea al Arsenal de cara a la próxima temporada, y tiene más que ver con un triunfo que con algún sentimiento de temor.

No hay temores con respecto a la venta de una estrella del primer equipo ni obsesión por la ausencia de un gran fichaje. En cambio, la cuestión a resolver se refiere a cuál será la realidad exacta en torno a una impresionante victoria.

¿El Arsenal realmente es tan bueno como lo sugiere su triunfo por 3-0 en la Community Shield sobre el Manchester City? ¿Es momento de entusiasmarse? ¿Podría su sugerencia de la temporada pasada de competir por el título transformarse en una auténtica declaración?

La respuesta más obvia a todo esto es que no fue más que un amistoso, y el City prácticamente no abrió con ninguna de sus estrellas, pero Arsene Wenger ya estaba mirando más allá.

"La victoria nos brinda una plataforma positiva para prepararnos", dijo el DT del Arsenal. "Era importante para nuestra confianza ganar este partido, y fue incluso más importante haber tenido un papel importante en el juego. Es un consuelo para mí saber que podemos producir el tipo de calidad que produjimos durante largos períodos durante el partido".

Ahora, el desafío será producir así durante largos períodos de la temporada, pero la continuidad es la cuestión de base. Ese fue el verdadero valor de la Community Shield --y hasta del triunfo de mayo sobre Hull City en la FA Cup-- la creación de una buena base sobre la cual construir en lugar de vagas nociones de progreso desde un perpetuo cuarto lugar.

También elimina temporalmente la cuestión más profunda de todas: el debate sobre si Wenger sigue siendo el mejor hombre para el puesto.

En este sentido, ahora es imposible no darle un giro completamente diferente a la noción de la temporada pasada de que ganar la FA Cup habría sido la forma ideal de retirarse, la oportunidad de despedirse correctamente.

Semejante victoria, después de tanto tiempo sin un trofeo, nunca debería haber sido el final de nada. En cambio, siempre debería haber sido la oportunidad de al menos tratar de empezar algo nuevo, sobre todo para un equipo con un núcleo británico tan joven.

Los pensamientos de Brian Clough sobre el "efecto champán" se han mencionado mucho desde que el Arsenal derrotó a Hull City en Wembley, y la idea de que un primer trofeo finalmente puede conducir a un equipo a otro nivel ciertamente tiene mérito. Se ha visto en muchos clubes, desde la victoria del Manchester United en la FA Cup de 1990, hasta el triunfo del Manchester City en la misma copa bajo la dirección de Roberto Mancini en 2011.

Los equipos pueden quedar "adictos" a la victoria, y esto se traduce en una ventaja que les ayuda a aplicarse con mayor frecuencia. La duda o la vacilación se reducen porque ya han vivido la experiencia.

El núcleo de este conjunto del Arsenal finalmente tiene el conocimiento de lo que se siente ganar un trofeo.

Igual de importante, y por segundo verano consecutivo, no han perdido ni un ápice de ese núcleo. Seguro, puede que Bacary Sagna, de 31 años, se haya ido, pero ya ha sido reemplazado por un modelo más joven en Mathieu Debuchy.

Al mismo tiempo, Wenger ha mejorado el ataque. Aunque Alexis Sánchez nunca fue lo que necesitaban absoluta y específicamente, es una incorporación de elite. La perspectiva de que el chileno use su ritmo para alcanzar los mejores centros de Mesut Özil no tiene desperdicio, y es una de esas cosas que parecían más allá del Arsenal durante la miseria de 2011.

También comienza a cubrir una de las principales fallas del equipo la temporada pasada: la ausencia total de empuje y ritmo cuando Theo Walcott y Aaron Ramsey estaban lesionados.

Todo esto es absolutamente clave en lo que hace al interrogante de si el mismo Wenger aún se encuentra en el mismo nivel.

A lo largo de las dificultades que han sufrido estos últimos años, una de las defensas más persistentes del entrenador del Arsenal ha sido que las circunstancias económicas simplemente no le permitían replicar su mejor nivel.

Sin embargo, como muchos en el club han testificado, su mejor trabajo se basó en circunstancias muy específicas. Los mejores equipos de Wenger fueron talentos exquisitos que tuvieron la oportunidad de crecer juntos hasta el punto de que su buen fútbol casi era la consecuencia natural de una evolución completamente orgánica. Toda potencial falla táctica se volvía un tanto irrelevante porque, cuando estaba en un pico de confianza y cohesión, el Arsenal simplemente podía pasarla por alto gracias a la calidad de la ofensiva.

En este momento, hay indicios de que este tipo de proceso podría estar a punto de repetirse, de que veremos la mejor gestión de Wenger. Un joven núcleo británico está creciendo en conjunto, ninguno de ellos ha sido retirado, están ganando trofeos y sumando talento de alto nivel.

La gran pregunta tras la interrupción de estos últimos años es si lo mejor de Wenger sigue siendo lo suficientemente bueno como para ganar trofeos importantes, o si sus debilidades aún son demasiado costosas en un juego distinto.

Esta temporada finalmente podríamos tener un caso de estudio perfecto. Porque no nos engañemos, algunos defectos a largo plazo aún persisten.

La escuadra Arsenal carece de profundidad en algunas zonas, sobre todo en el centro del mediocampo. Mikel Arteta fue marcado con mucha claridad en varios partidos importantes la temporada pasada --no menos importante la derrota por 3-0 ante Everton-- y persiste la sospecha de que el fichaje más importante debería haber sido una mejora en esa zona. Por más estimulante que resulte Alexis, el Arsenal quizás podría habérselas arreglado con un delantero de nivel entre el chileno y Olivier Giroud.

Al mismo Wenger tampoco le vendría mal un poco más variedad en su planteo táctico, a menos que ahora confíe en que el equipo es lo suficientemente cohesivo como para jugar siempre en un nivel supremo.

Más allá de todo eso, también hay algunos intangibles. El más apremiante, y al que Wenger hizo referencia tras vencer al City, es su registro desproporcionadamente horrible contra los mejores equipos.

Por mucho que se haya lucido el Arsenal el domingo, resulta difícil no pensar que el City sería el equipo más capaz de alcanzar el nivel necesario en un partido que realmente importe. Eso es lo que sugiere la evidencia de los últimos años. Wenger ahora debe seguir proporcionando nuevas pruebas.

Hay que decir que ha arrancado bien, en lo que podría ser un nuevo comienzo. Después de tantos años de frustración, Wenger finalmente podrá presentar un equipo completo en sus propios términos. La pregunta es si los términos no habrán cambiado demasiado en otros lugares también.

Ya lo veremos. El Arsenal al menos ha dado algunas buenas primeras impresiones.