Alejandro Caravario 10y

Un campeón disminuido

BUENOS AIRES -- Qué poco duró el esplendor del San Lorenzo campeón. Apenas repuestos de la resaca del festejo por la Libertadores, los hinchas del Ciclón se reencontraron con su equipo en la liga doméstica.

Mejor dicho, lo que quedó de su equipo. Porque además de no poder acompañarlo en el estadio para prolongar el éxtasis (la restricción a los visitantes no remedia la violencia, pero las autoridades parecen encantadas con el error), tuvieron que enfrentarse a una versión disminuida por fuerza mayor.

Conveniencias económicas mediante -aunque deportivamente la ventaja es discutible -, Piatti se fue a Canadá, Romagnoli a Brasil (ahora se arrepintió, pero no es seguro que regrese), Gentiletti a Italia, y el conjunto de emigrantes se suma a una pérdida más antigua y crucial, Ángel Correa.

Las bajas obligatorias, sumadas a otros titulares que tuvieron descanso, dieron como resultado una formación que murió en la tibieza, en lugar de parecerse al equipo más fuerte del continente, trono anhelado por San Lorenzo durante décadas y alcanzado hace escasos días. No propuso nada. No podía proponer nada.

En la orilla opuesta, Racing, repentinamente opulento, empieza a sacarle provecho a sus 14 incorporaciones y le ganó con amplitud a su visita.

Como las cintas grabadas de la vieja serie "Misión imposible", el equipo de Bauza se autodestruyó en cinco segundos. Lo que tardó del podio al vestuario.

Difícilmente disponga el club de un plan B, cimentado en el trabajo persistente y verdaderamente profesional en las divisiones inferiores. Tal es la única alternativa de los equipos sin chequera ni empresarios amigos interesados en promover sus figuras.

Pues bien, quién le quita lo bailado a la hinchada. Habrá que empezar de nuevo, esperar años tal vez hasta reponer un equipo tan altamente competitivo.

Y exprimir velozmente a los próximos jóvenes talentosos que a los seis meses de jugar en primera se irán a los Emiratos Árabes o a la liga ucraniana para iniciar una carrera vacía de sentido, por muchos ceros que le dibujen al cheque de consuelo.

A quien le interese el fútbol, debe apurarse a ver, por ejemplo, a Brian Fernández, el gran delantero que tiene Defensa y Justicia, de 19 años, que milagrosamente permanece no sólo en el torneo argentino sino en un equipo chico, recién ascendido y sin antecedentes en Primera.

Banfield (2) y Defensa y Justicia (3) animaron el partido más interesante del fin de semana. Vértigo bien entendido, juego asociado, destreza técnica, voluntad ofensiva, suspenso, goles…

El partido tuvo todo. Y en él brilló Brian, que también lo tiene todo o está en vías de desarrollarlo: velocidad, habilidad y una gran pegada. Un bocadito para las ligas emergentes que cuentan con reservas.

Así que los hinchas de Defensa -y los degustadores del fútbol en general- deben disfrutar a este joven de inmediato. Es muy probable que, al igual que el San Lorenzo de América, en unos instantes sea nada más que un buen recuerdo.

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