Gustavo Goitía 10y

Un adiós previsible

NUEVA YORK (Enviado especial) -- Terminó su aventura neoyorquina. Él sabía perfectamente que la cita era muy diferente a las dos previas. Y vaya si lo sintió así en la cancha 17, la cuarta en importancia en el National Tennis Centre de Flushing Meadows, ante una gran cantidad de japoneses. Leonardo Mayer perdió su partido ante Kei Nishikori en tres parciales, en un mediodía en el que las nubes taparon en más de un pasaje al sol. Así, se despidió el último argentino que había en carrera en singles en el US Open 2014. ¿Si pudo hacer algo más? Sí, inclusive tomó una buena ventaja en el tercer set, pero se le diluyó como agua entre las manos entre algunos errores y el tenis veloz y de gran intensidad de la estrella asiática.

El correntino, en su mejor posición en el ranking mundial en su carrera (figura 26°), disfrutó de su primer Grand Slam como cabeza de serie y aprovechó la madurez de sus 27 años y su mayor soltura personal y profesional para hilvanar su racha más exitosa en los grandes torneos. De hecho, en el Abierto de Estados Unidos llegó al menos a la tercera ronda en tres Majors seguidos, pero se quedó con las ganas de poder copiar lo hecho en el reciente Wimbledon, cuando por única vez en su vida accedió a octavos de final. "Estoy bien, contento con la tercera rueda, donde tenía que llegar", resumió el Yacaré.

La frase, en la charla con la prensa, pudo sonar a conformista, pero sí dejó en claro que él era muy consciente que los dos primeros compromisos, contra Albert Montañés y Matthew Ebden, ambos fuera del Top 90, estaban en otra escala. "Él jugó mejor hoy, sin dudas. ¿Si me falta creérmela más? No sé, porque confío en mi juego pero esta vez tuve un rival de otra categoría, que es mejor que yo y cometí más errores porque él también me llevó a eso. Casi no te da margen", explicó Mayer, que elogió a Nishikori, el 11° del mundo y ex 9°, un hombre que ya sabe lo que es llegar a la segunda semana en los cuatro Grand Slam y tiene 13 victorias sobre colegas Top 10, incluidos los dos más favoritos de este torneo, como el serbio Novak Djokovic y el suizo Roger Federer.

Las 4.000 personas que llenaron las tribunas del court 17, construido en 2011 en una superficie más baja que las demás y que tiene incorporado el uso del Ojo de Halcón, comprobaron la diferencia que aún existe entre ambos, más allá de que ambos son preclasificados. El 10° favorito se deshizo del 23° en dos primeros sets que los dominó con bastante comodidad, sobre todo el segundo, pero se le complicó en el tercero. Muchos fans argentinos, algunos con la celeste y blanca, se codeaban, con la esperanza de que la lucha se extendiera al cuarto capítulo. El correntino se adelantó 3-0, con un quiebre a favor, y estuvo 30-30 con el saque del nipón. Pero volvió a fallar, incómodo por los contragolpes punzantes del japonés y ese riesgo constante de ir por más, para terminar cediendo seis juegos al hilo.

El "Nishikori, Nishikori..." se hizo sentir en algunos tramos, cuando tomó ventaja en el inicio y luego para apoyarlo en ese instante difícil del último parcial. Y las respuestas de los simpatizantes de Mayer fueron, en general, al ritmo del "Vamos Leo, vamos...". Al fin de cuentas, se esfumó la esperanza albiceleste, pese a su insistencia por buscar la iniciativa, sobre todo con el drive, aunque justo se chocó con una barrera durísima, la de un rival muy rápido, cuyo juego está fortalecido por un gran contragolpe y un revés de dos manos veloz y rasante, con un cruzado que parece no fallarlo jamás.

"Me costó leerle el saque y con la devolución es muy bueno. Además, con el revés hace de todo. Fue mejor que yo y mereció el triunfo", admitió Mayer, con un dejo de tristeza, pero a la vez con esa certeza de saber que dio lo máximo. Más de uno podrá preguntarse si no tenía plan B, siendo su fuerte pegar duro y primero contra justo un adversario que utiliza la potencia de los golpes rivales para contraatacar y no dar respiro. En fin, está claro que al argentino le gusta esa fórmula y no quiere apartarse de esa propuesta, más allá del nombre que tenga enfrente. "Nishikori es difícil porque su juego es distinto al mío", dijo convencido. Y vaya si tiene razón. Pero está claro, también, que no se apartó de su plan y sufrió el gran nivel promedio del asiático.

Así, su sueño se escurrió en poco tiempo. "Me relajé un poquito cuando tomé ventaja en el tercer set y se me fue", fue el único lamento de este amante de la pesca y del fútbol. Era previsible, claro, pero queda cierto sabor amargo porque pudo haber prolongado la lucha, al menos un set y un rato más. Es cuestión de aprender de una nueva lección y de mirar lo que sigue: su esperanza en dobles con su amigo Carlos Berlocq y después el repechaje de la Copa Davis ante Israel, en sede neutral, en Sunrise, al sur de Estados Unidos. Sin dudas, su paso por Nueva York fue positivo en busca de dar otro salto de calidad. La aventura terminó, pero se vienen otras en esta vida de trotamundos.

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