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El efecto James Rodríguez

Getty Images

Pareciera por las repercusiones que sigue teniendo la contratación de James Rodríguez al Real Madrid, que en el mundo del fútbol aún existe ese desafortunado tinte discriminatorio que pretende marginar, o en el mejor escenario, criticar a fondo a jugadores que no llegan de algunos países con tradición exportadora de futbolistas.

Lo cierto es que Colombia hoy, según algunos especialistas en la materia entre ellos Calcio Mercato, es el octavo exportador de futbolistas en el mundo y eso parece irritar a algunos comunicadores que se resignan a creer que hay fútbol para exportar más allá de la tradición suramericana del Atlántico (léase Argentina, Brasil, Uruguay).

Aún tenemos resabios tan marcados en el vocabulario del periodismo deportivo, que vemos un jugador notable de Centroamérica y casi en automático decimos: "si este chico hubiese sido argentino costaría cinco veces más y tendría más respeto en el mercado". Absurdo. Si estamos analizando el talento debería importarnos poco de donde proviene. No es más que un marcado prejuicio que deberíamos superar y más ahora en este mundo moderno y globalizado.

James Rodríguez llega al Real Madrid con todo el ruido que él se ganó en su corta carrera y en el último Mundial y tiene la fortuna que en él se fija un equipo como el Real Madrid, que en operación relámpago compra su pase y lo enrola en el club blanco, mientras por las mismas horas otro notable jugador, argentino él, como Ángel di María sufría con el Madrid el desencuentro económico que terminaría por alejarlo de la llamada en el fútbol "casa blanca".

Que culpa tiene James de esa operación, que con mala intención algunos medios de Europa y muchos de América, ahora pretenden culpar a James de "sacar" a Di María del Real Madrid. Absurdo gigantesco. Nadie sacó a nadie y además juegan en posiciones y formas diferentes.

El desprevenido sin mucho oficio táctico fácilmente compra y compara como si existiera comparación válida entre estos dos futbolistas. La responsabilidad de hacer funcionar la plantilla es del técnico Carlo Ancelotti, a quien le han dado un equipo diferente con el que debe transitar este año, eso sí armado más al gusto del presidente que del técnico. Pero esas son las normas del Real Madrid.

Es cierto que el Madrid esta temporada tiene una plantilla corta en la que no están dos volantes claves en la anterior temporada como Alonso y Di María. Fueron teóricamente reemplazados por Kroos y James. Kroos sí puede jugar de volante central, pero James no es centrocampista con el ida y vuelta del ahora volante del Manchester United.

Lo que no quiere "Carleto" (o Florentino) es rearmar lo que tenía armado y pretenden que James juegue de Di María para no tocar el tridente de ataque de Benzema, Cristiano y Bale.

Las opciones para Ancelotti también son difíciles si tenemos en cuenta que él no quiere cambiarle posiciones a ninguno que no sean James o Isco, cuando entra este último.

Pero para no rasgarnos las vestiduras por reemplazar a Di María, ¿Por qué no usa en esa posición al mejor hombre que había en el mundo en ella cuando estaba en el Tottenham: Gareth Bale? De paso descomprime la obligación forzada de jugar siempre un 4-3-3. Ya no está Di María y no se trata de mandar un grupo de trastornados para que desde la tribuna insulten a James, como si él fuera el responsable del parado táctico del equipo.

Ya Di María es pasado en el Madrid y ahora juega para el Manchester United. Hay que empezar por aceptarlo y habría que exigirle al técnico que acomode su nueva plantilla. Hace un año fue la misma historia y ya de eso no nos acordamos.

Una última reflexión: el fútbol es universal y el que lo juegue bien puede y tiene el derecho de llegar a la élite. Jugadores de élite son bienvenidos siempre y más ahora que llegan de cualquier parte.