Gonzalo Aguirregomezcorta 10y

No hay garantías para el relevo

GRANADA -- Puerto Rico acudió al Mundial de España con el objetivo de cambiar el rumbo de sus últimas actuaciones mundialistas, pero como sucedió en Turquía y Japón, se han visto obligados a marcharse antes de tiempo. Las culpas están repartidas y no sería de recibo señalar a nadie en particular. Paco Olmos ha estado en la mira de muchas críticas por no convocar a Peter John Ramos, un jugador cuestionado por su trabajo defensivo que poco hubiera hecho para cambiar el devenir de los caribeños. Poco se podía hacer para salvar a Puerto Rico de la quema.

El grueso de los hombres que han acudido a defender la casaca boricua son los mismos que llegaron a la final del FIBA Américas de Caracas y donde vencieron a selecciones como Brasil, Argentina o República Dominicana. Carlos Arroyo y José Juan Barea acudieron al Mundial como los buques insignia de Puerto Rico. El primero, tan solo pudo jugar un partido completo (el de la derrota ante Argentina), donde estuvo desaparecido. Comenzó bien en el primer cuarto frente a Senegal, pero un esguince de tobillo que le obligó a pasar por el hospital le dejó en el dique seco para el resto del torneo.

Barea asumió la entera responsabilidad tras la baja de su compañero. A pesar de anotar una media de 22.0 puntos por cita y brindar 16 asistencias, el armador de Minnesota Timberwolves no fue capaz de cambiar la imagen de debilidad que mostraron los puertorriqueños ante selecciones como la propia Argentina, Senegal, Grecia o Croacia.

El papel de Puerto Rico en este campeonato pone de relieve la problemática del futuro de la selección. La media de edad de los jugadores que participaron en la cita mundialista es de 33 años. Arroyo, con 35 años de edad y Daniel Santiago, con 38 años, son los más veteranos de un plantel que también tiene a otras piezas clave que superan la treintena. Barea (30), Carlos Rivera (31) o Renaldo Balkman (30), encarnan los galones de un conjunto que pronto vivirá una renovación al uso.

Son pocas las alternativas para esta renovación a corto plazo. Las fuerzas básicas vienen pisando fuerte (buenas actuaciones del a sub 17), sin embargo todavía no se prevé un relevo de garantías con jugadores de la talla de Barea, Arroyo, o los clásicos José 'Piculín' Ortiz, Larry Ayuso o Julio Toro, varias de las estrellas que hayan pasado por las filas boricuas. Atrás queda la histórica gesta de varios de ellos ante el Dream Team estadounidense de Tim Duncan, Dwyane Wade, Carmelo Anthony o Allen Iverson, entre otros, lograda en los Juegos Olímpicos de Atenas, cuando finalizaron en la sexta plaza, su mejor logro olímpico desde su cuarto lugar en Tokio 1964.

El ciclo actual está llegando a su fin. Puerto Rico tiene la virtud de clasificar a los torneos internacionales y estar casi siempre entre los elegidos de la élite mundial, sin embargo, los logros no acaban de llegar. La última medalla de oro en el FIBA Américas se la colgaron en 1995. Su mejor resultado en un Mundial llegó en 1990, cuando finalizaron cuartos. La sexta plaza en 1994 y la séptima de 2002 fueron dos oasis a salidas antes de tiempo.

Habrá que terminar de quemar las opciones de un equipo capacitado para disputar la miel a las abejas en la región pero que sufre mucho cuando se expone con selecciones de otros continentes. Las esperanzas permanecerán intactas en Puerto Rico, un país de gran tradición baloncestística que tendrá que esperar a que nazca una generación capacitada para colocar a la selección en el lugar en el que llegó a estar en el pasado.

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