Jordi Blanco 10y

El mejor Barcelona de Guardiola

La historia se escribe de éxitos y fracasos. En el fútbol, la gloria suele quedar atada al recuerdo de un gol, de una jugada, una parada...O de una exhibición que se repite una y otra vez, un partido y otro. Y eso es lo que mantiene en la retina al FC Barcelona que el 28 de mayo de 2011 conquistó la Champions en Wembley.

"Me quedará la tranquilidad de que nos ha ganado el mejor equipo al que me he enfrentado nunca" resumió en el mismo escenario londinense Paul Scholes minutos después de que Abidal levantase el trofeo. El rubio inglés se sumó a la felicitación de su entrenador, Sir Alex Ferguson, que acudió raudo a abrazarse a Pep Guardiola para mostrarle su admiración por lo que consideró "un partido perfecto".
Por 3-1 venció aquel partido, enorme y majestuoso, el Barça en el cierre de una temporada mayúscula en Europa, que había comenzado con un incontestable 5-1 al Panathinaikos en el Camp Nou y que le llevó a Londres tras eliminar al Real Madrid de Mourinho en unas semifinales que se jugaron inmediatamente después de la final de Copa en Mestalla, vencida por unos merengues que no sabían la dureza de la venganza azulgrana en Europa.

Aunque Guardiola suele repetir que el Barça de su última temporada, la 2011-12 fue el mejor equipo de aquella época inolvidable, entre los periodistas que siguen de cerca la actualidad del equipo hay una unanimidad casi absoluta en considerar aquella 2010-11 como la mejor, la sublimación de la filosofía guardiolista comenzada en el verano de 2008 y que al cabo de tres años alcanzó la excelencia.

Pep había fracasado en su apuesta por Ibrahimovic, sufrió en silencio la marcha con síntomas de enemistad del gran Yaya Touré y soportó las críticas por el 'invento' de Chygrinnskhy. Fue, el de 2010, un verano con no pocos cambios en un vestuario del que se marcharon también Henry o Márquez para llegar Hleb, Adriano, Villa y Mascherano. Y después Afellay, un holandés con poco historial en el Barça… Pero de leyenda en un momento oportuno.

El Barça encontró en Mascherano un jugador trascendental como pocos podían imaginar a su llegada. Y Villa, delante, se convirtió en un socio perfecto de Messi, el dueño del ejército azulgrana que encontró en el asturiano a un acompañante tan discreto como fenomenal.

El Barça de Messi fue el Barça más coral que se le recuerda al guardiolismo en el Camp Nou. Europa se maravilló con su cabalgada que le dio para no perder ni un partido en la fase de grupos y remontar en octavos al Arsenal en una noche excepcional en que Messi marcó dos goles y Xavi, el guardián de la idea, cerró el remonte después de completar uno de sus mejores partidos en el santuario culé.

Los cuartos obsequiaron al equipo azulgrana con una cómoda eliminatoria frente al Shakhtar ucraniano que salió goleado del Camp Nou para preparar esas semifinales de infarto. El Real Madrid. La previa del partido de ida con la mejor rueda de prensa que se recuerda a Pep Guardiola. "Es el puto amo. Él (Mourinho) ya ha ganado la Champions en la sala de prensa y nosotros vamos a jugar en el campo" proclamó el entrenador catalán en los momentos más tensos de la relación con el Madrid de Mou.

Dos goles de Messi, uno de ellos aprovechando una asistencia maravillosa de Afellay, dieron el triunfo a un Barcelona mayúsculo que dominó todas las facetas de un partido en que arrodilló al máximo rival y le sirvió de puerta de entrada a aquella final de Wembley. Y de ahí a la gloria eterna.

¿Fue aquel Barça el mejor campeón de la historia? Se adivina osado afirmarlo de forma categórica pero es una realidad que dejó para el recuerdo exhibiciones corales que aún hoy se recuerdan. Fue un año 2011 que acabó con el Mundial de clubs que significó en opinión de Guardiola el mejor partido de toda aquella época maravillosa.

Con el paso del tiempo, los cambios en el vestuario y las nuevas sensaciones del fútbol, nada consigue; sin embargo, que el culé olvide una temporada marcada por los duelos a cuchillo con el Real Madrid que convirtió al conjunto azulgrana en una máquina de fútbol total.

La tercera y penúltima temporada de Pep Guardiola en su banquillo, el momento cumbre. No fue el año en que más títulos se ganaron pero sí el que elevó su juego a la máxima expresión. El rondo gigante convertido en arte desde Valdés y hasta Messi, pasando por la electricidad de Pedro, la maestría de Iniesta, el liderazgo de Xavi… Nadie quedó fuera del plano.

Y el curso que el fútbol vivió pendiente de la salud de Abidal. El francés levantando la Copa en Wembley fue el mejor de los eplílogos a aquella temporada de ensueño. La historia, sin duda, les recordará.

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