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River y su Rey

Teo Gutiérrez atraviesa un momento mágico en la delantera del Millonario Fotobaires.com

- Oye, Tití, mirá, hay un morocho que nos mira.
- No puede ser, tiene que estar mirando a otro.
- ¡No Tití, nos está mirando a nosotras!
- Ese negro es un príncipe, es el morocho más bello que vieron ojos humanos. Es imposible que se esté fijando en nosotros.

De pronto, por la calle Sarmiento, apareció un Rolls Royce dorado, con manchas como pisadas de tigres y paró delante de mis amigas dominicanas que hacían la calle. Yo me había acercado de casualidad a pedirles un cigarrillo. Estoy en la mala y a veces mis amigas de la Plaza me salvan.

El auto abrió una puerta larga y cuadrada y de ella salió un morocho gigantesco, vestido de traje con un gran sombrero lleno de pepitas de oro. A mis amigas se les hizo agua la boca. Era un domingo a las dos de la tarde. Era un día esplendente, casi transparente, un día en el cual soplaba un vientito apenas molesto.

El morocho se acercó a las morochas y las miró fijo. Sonrió con una sonrisa que era capaz de derrumbar los bancos de la plaza.

- ¿Nos vamos contigo, Rey?, dijo una de ellas.

El morocho las miró fijo y sacó una tarjeta escrita con letras de oro. En el fondo soy un ser marginal y pensé en robársela. ¡Cuánto valdría una tarjeta así!

"Rey de Tanzania, admirador incondicional del club Atlético River Plate".

- Quiero llevar a jugar a Tanzania a Teófilo Gutierrez... ¿Dónde lo puedo encontrar?

Y dijo que en Tanzania se jugaba un fútbol especial en el cual intervenían gacelas, tigres, pumas veloces, elefantes cuidaban las áreas y el medio era gobernado por gorilas y rinocerontes que iban al choque.

Las morochas lo miraron desorientadas sin saber qué responderle. Entonces entré yo en esta historia. Me acerqué y le dije. "Sé perfectamente donde encontrar a Teófilo".

Y con las dos morochas pegadas a mis brazos subimos al Rolls Royce del Rey de Tanzania.

No tenía la menor idea de donde encontrar a Teófilo, pero sabía que River jugaba esa tarde contra Independiente en el Monumental y ordené al chofer ir hacia Nuñez.

Llegamos al Estadio de River y ya había gente, se prendían las primeras luces y fue entonces cuando el Rey de Tanzania, llamado Koulouto, comenzó a llorar desesperadamente. Con las chicas nos miramos y decidimos abrazarlo, consolarlo de alguna forma.

- No saben lo que significa para mí y para mi país esto -dijo entre llantos.
- ¡Es el Monumental, jefe! ¡Nosotros también sentimos emoción al verlo!

El Rey Koulouto nos dijo que quería construir una réplica del Estadio en Tanzania y que necesitaba que lo asesoremos y nos nombraba a nosotros con un sueldo en euros.

Ahora quería entrar al estadio, pasar al vestuario y ofrecerle mucho dinero a Teófilo Gutierrez para que vaya a jugar a la Línea Animal de fútbol de Tanzania.

Pensé que ya no habría entradas, pero fue en ese momento que me acordé de un amigo que trabaja en la seguridad del estadio de River Plate. Cuando lo vi en la puerta del estadio, casi se me detuvo el corazón de la felicidad. Él me vio venir con las morochas y con el Rey y pensó que llegábamos de una fiesta de disfraces. (continuará).