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Un inicio de 0-3 tiene a Tampa Bay Buccaneers sin rumbo definido

¿Hacia dónde deben voltear los Bucs para encontrar las respuestas que los rescaten del naufragio? Getty Images

MÉXICO -- "Life is what happens to you while you're busy making other plans", canta John Lennon en su "Beautiful Boy (Darling Boy)", para su hijo Sean.

Perfectamente podría estar recitando esas palabras a los Tampa Bay Buccaneers del 2014, la más reciente franquicia de NFL que creyó podría comprar química de equipo abriendo la chequera durante la agencia libre.

Entre el tackle ofensivo Anthony Collins, el esquinero Alterraun Verner, el ala defensiva Michael Johnson, el tackle defensivo Clinton McDonald, el mariscal de campo Josh McCown, el ala cerrada Brandon Myers y el centro Evan Dietrich-Smith, Tampa Bay comprometió al menos 71.75 millones de dólares hasta el 2018. Esa es solamente la suma del dinero garantizado por los siete contratos, es decir, sin tomar en cuenta el valor total de los mismos. Tampoco estamos tomando en cuenta los contratos por un año que firmaron agentes libres como el receptor abierto Louis Murphy, el guardia Oniel Cousins, el apoyador Dane Fletcher y el esquinero Mike Jenkins. De igual manera, no hemos contado la parte proporcional de contrato que heredaron los Bucs mediante el canje por el guardia Logan Mankins, con un convenio que promedia aproximadamente 6.5 millones de dólares por los siguientes tres años.

"Como lo vemos ahora, sentimos que tenemos una ventaja en el tercer periodo", declaró triunfal el entrenador en jefe Lovie Smith el 19 de marzo después de la primera ola de fichajes. "Quizás ya estamos en el cuarto periodo ahora".

Volviendo al presente, nos encontramos con un equipo que tiene marca de 0-3 y que viene saliendo de la derrota más patética en lo que va de la campaña, ante los Atlanta Falcons en el jueves por la noche de la Semana 3.

¿Dónde perdió el norte la embarcación de los Buccaneers?

Probablemente, la actual administración encabezada por Smith y el nuevo gerente general, Jason Licht, nunca lo encontró.

No se puede culpar demasiado al equipo por intentar encontrar un arreglo rápido a las múltiples carencias de plantilla heredadas de la administración previa. Después de todo, se trata de un equipo que no se ha metido a la postemporada desde la campaña del 2007, cuando conquistaron su último título divisional, y cuentan con únicamente una campaña ganadora conseguida entre los dos entrenadores en jefe que antecedieron a Smith, Raheem Morris y Greg Schiano.

Pero hasta el más optimista debió haber intuido que no todo es tan sencillo como abrir la cartera y repartir billetes para convertirse en un equipo competitivo... no en la NFL contemporánea. Tampoco, se solucionará todo con un cambio de imagen.

Ejemplos sobran alrededor de la liga, y quizás el más fresco lo proporcionan los vecinos del sur, Miami Dolphins, quienes hicieron lo mismo en el 2013. Pero Tampa no necesitaba voltear a mirar a nadie para encontrarse con un poco de historia fresca. Recientes adiciones costosas como las del esquinero Darrelle Revis, el guardia Carl Nicks, el profundo Dashon Goldson y el receptor abierto Vincent Jackson debieron bastar para comprender que el proceso de construcción de un equipo ganador no se completa en una primavera.

Para ganar hay que construir un equipo, no coleccionar talento como si los jugadores fueran estampas de un álbum.

Sin embargo, el receso de temporada baja es apenas el componente que magnifica la impresión del desastre que hoy vive Tampa Bay. No se puede afirmar que los Buccaneers están perdiendo gracias a todo lo que gastaron en el mercado abierto, pero sí se puede decir que es más amargo el 0-3 porque se trata de un equipo que gastó a manos llenas durante la agencia libre.

Sobre el terreno de juego, las cosas no empezaron de la mejor manera.

Smith obsequió la titularidad como mariscal de campo a McCown, a quien conocía de sus días con los Chicago Bears, pese a que el veterano acumula una marca de 16-25 como titular a lo largo de 12 temporadas. Relegado a la banca quedó Mike Glennon, quien no fue la revelación del año del 2013, pero tampoco fue terrible. En todo caso, una justa y equitativa competencia de campamento de entrenamiento hubiera sido la mejor opción, en lugar de descontar a Glennon de entrada.

En dos partidos y medio, McCown se ha encargado de demostrar que su nombramiento ha sido un grave error. Glennon será titular mientras McCown se recupera de una lesión en el pulgar de la mano de lanzar, pero mi intuición me dice que no tendrá que hacer demasiado para retener el puesto, con todo y que Smith salió rápidamente a confirmar al veterano como titular tras el juego del pasado jueves.

Por otro lado, hay que reconocer que McCown no ha recibido gran ayuda. Las salidas de Nicks, Davin Joseph y Donald Penn sin duda perjudicaron a un grupo de linieros ofensivos que, aunque cuenta con jugadores de talento, no logra encontrar cohesión en las trincheras. El juego terrestre también ha mostrado grandes falencias. Después de una temporada espectacular de novato en el 2012, Martin ha visto disminuido su juego por lesiones. El año pasado sólo participó en seis encuentros, y en lo que va del 2014 lleva nueve acarreos para 9 yardas, todas conseguidas en la Semana 1. Bobby Rainey ha iniciado en lugar de Martin, pero ya lleva tres balones sueltos en el año, y Mike James acumula algunos acarreos. Pero para conocer el estado del ataque terrestre de Tampa Bay, sólo hay que saber una cosa: las únicas dos anotaciones terrestres de los Bucs en el año han sido conseguidas por McCown.

La falta de eficiencia por tierra a su vez deriva en otras fallas. Los Bucs son el equipo menos eficaz en pases con engaño de carrera, completando apenas seis en lo que va del año, de acuerdo a cifras de ESPN Stats & Info. Los Philadelphia Eagles lideran a la liga con 44. Por aire, no hay un sólo jugador con más de 13 recepciones después de tres partidos, con más de 138 yardas en recepción, ni con más de una atrapada de anotación, estadísticas que varios receptores abiertos y alas cerradas de la liga consiguen en una sola salida.

Tampa Bay en N° 29 en puntos anotados por partido (15), N° 30 en yardas por partido (271) y N° 31 en primeros intentos por partido (15).

Defensivamente, las cosas cambian poco. Los Bucs son el equipo N° 31 en puntos permitidos por juego (31.7), y el N° 27 en yardas permitidas por juego (387). La defensiva sólo ha robado cuatro balones --una intercepción y tres balones sueltos-- y cuatro capturas en lo que va de la campaña saben a muy poco.

Todos esos números conspiran no solamente para que los Buccaneers se encuentren en el sótano en los Power Rankings de varios, incluyendo los de esta semana en ESPN.com, sino también para suponer que la embarcación tardará un poco en volver a encontrarse con aires favorables.

El punto positivo es que Smith no ha perdido el vestidor, aún.

"No es culpa de Lovie", declaró el tackle ofensivo Demar Dotson, refiriéndose en específico a la humillación frente a los Falcons. "Cuando sales allí al campo, los jugadores deben jugar. Los jugadores no jugaron. No es culpa de Lovie. Hizo todo lo que pudo para prepararnos. Todo es culpa de nosotros. No jugamos suficientemente bien".

Por lo pronto, Smith ha anunciado que vienen cambios. El primero de ellos, seguramente no presupuestado en el discurso de Smith, fue la pérdida indefinida de su coordinador ofensivo Jeff Tedford, quien ayer dejó al club por motivos personales. Los demás, están por verse.

Lo que sí es seguro es que los Buccaneers navegan aguas turbulentas. Si se siguen acumulando los descalabros --y sobre todo si se empiezan a parecer más y más a la exhibición del jueves--, entonces crece significativamente la amenaza del motín.