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El desafío mental de los Cavs

MIAMI --¡Shhhh! ¡No digan esa palabra! ¿Cuál palabra? La que Cleveland se muere por decir, por gritar desde lo más alto del Quicken Loans Arena: Campeón. Los Cleveland Cavaliers son los máximos candidatos de la Conferencia Este y uno de los mejores conjuntos de la NBA esta temporada, pero sus hinchas se niegan a creerlo hasta que lo vean hecho realidad con sus propios ojos.


A ver, ¿cómo explicarle a alguien la frágil mentalidad de una ciudad con tres equipos profesionales pero ninguna razón para festejar? En realidad eso es simple, Cleveland es la Ciudad de los Corazones Rotos.

Los habitantes de Cleveland han visto a su equipo de béisbol, los Indios, estar a punto de ganar la Serie Mundial por primera vez desde 1948 en 1997 antes de perderla de manera agónica en el séptimo juego contra los Florida Marlins. La Guerra Fría terminó, pero su sequía aún continúa y ellos tampoco clasificaron a los playoffs esta temporada.

El equipo de fútbol americano es todavía peor. Los Browns no llegan a los playoffs desde el 2002 y no ganan un título de la NFL desde 1964, tres años antes de que siquiera se cree el Súper Tazón.


Eso deja a los Cavaliers, una franquicia que jamás ha terminado en la cima de la NBA en sus 44 años de historia, como la luz de esperanza para una sociedad traumada deportivamente. Ahora la ilusión ha renacido gracias al regreso de LeBron James, su hijo pródigo, el amor deportivo de su vida.


Eso se debe a que los Cavs han tenido la peor marca de la liga desde que él se fue hace cuatro años y que ellos ganaron más partidos de postemporada con LeBron en siete años (42) que en las 37 temporadas anteriores sin él (28) según el Departamento de Estadísticas e Información de ESPN.

James llegó a Cleveland en el 2003 como la primer selección del Draft, pero en vez de aliviar las penas de su gente él las exasperó al no ganar ningún título y alcanzar las Finales apenas una vez en siete temporadas antes de marcharse a Miami en el 2010. Los abucheos se podían escuchar desde Ohio hasta China.


'El Rey' ganó dos anillos y llegó a cuatro finales consecutivas con el Heat, pero tras consultarlo con sus hijos él decidió volver a casa este año. Ahora está todo perdonado, como dos enamorados que se olvidan de todas las peleas y se prometen que nunca más se van a dejar, que van a compensar por el tiempo perdido y serán felices como nunca antes.


Eso sí, el alero de 29 años se ocupó de limitar las expectativas durante el día de atención a la prensa el viernes pasado.


"Va a ser difícil", dijo LeBron. "Somos un grupo nuevo que se está empezando a conocer. Tenemos a un cuerpo técnico nuevo. Este es un sistema nuevo para todos nosotros y no va a ser para nada fácil. Sin embargo, si somos pacientes y somos pacientes con el proceso y todos se adhieren al sistema del entrenador y sus asistentes eso nos va a ayudar mucho".


Esa fue una declaración tan inteligente como honesta, con muchas capas para analizar. El mejor jugador de la NBA no dice cosas solo por decirlas.

"SOMOS UN GRUPO NUEVO"

LeBron sabe lo difícil que es generar química genuina en un plantel. El Heat arrancó su nueva era con una marca de 9-8 en el 2010 y no se complementó a la perfección hasta la temporada siguiente ya que James y Wade tuvieron que aprender a jugar juntos con estilos similares.

La buena noticia para los Cavs es que Kyrie Irving tiene su propio estilo de juego que se puede complementar con el del cuatro veces MVP de la liga más accesiblemente, que Kevin Love es un jugador mucho más completo que Chris Bosh hace cuatro años y que aun con todos esos problemas a cuestas Miami iba ganando 2-1 en su serie contra los Dallas Mavericks en las Finales.


Las críticas serán el peor enemigo de este equipo, y la unidad del grupo será vital para evitar que las balas verbales que los intenten herir no penetren hasta el corazón del plantel y lo divida.


La clave va a ser que Irving, un base y armador natural, aprenda a jugar sin la pelota constantemente en sus manos y logre quedar libre saliendo de pantallas cuando él no tenga al balón en sus manos tan seguido como antes.

"TENEMOS A UN CUERPO TÉCNICO NUEVO"

David Blatt es un entrenador capaz de sacarle agua a las piedras, por algo derrotó al poderoso Real Madrid con el humilde Maccabi Tel Aviv en la final de la misma Euroliga que lo nombró Entrenador del Año este año.

Sin embargo, este desafío es completamente distinto para Blatt. Partidos de 48 minutos, no de 40, reglas distintas y por sobre todas las cosas egos distintos.


Hay entrenadores que son geniales para reconstruir equipos en ruinas, pero vivir en una mansión es otra cosa. Por ejemplo, Phil Jackson era un maestro potenciando a superestrellas con los Chicago Bulls y los Lakers, mientras que Larry Brown estaba en su salsa cuando dirigía a unos Sixers que dependían de Allen Iverson o a unos Detroit Pistons sin ninguna superestrella. Ambos son entrenadores legendarios, pero lo más probable es que Jackson no se hubiese aguantado estar en el lugar de Brown y viceversa.


En el básquet europeo los campeonatos se ganan con movimiento de pelota y juego en equipo, en la NBA se ganan potenciando a tus individualidades para que estas a su vez maximicen el potencial colectivo del quinteto en la cancha.


Blatt no solo deberá convencer a Irving de dejar a su ego de lado, sino que también deberá atraer a Love a hacer el trabajo sucio, a sacrificar la gloria personal por el bien colectivo.


Como si eso fuera poco, Blatt podría tener que superar tácticamente a entrenadores con años de experiencia como Erik Spoelstra, quien se pasó los últimos cuatro años dirigiendo a LeBron en Miami, Gregg Popovich, quien logró que el mejor jugador del planeta parezca terrenal contra sus Spurs en las Finales de este año, y Doc Rivers, campeón de la NBA con los Boston Celtics en el 2008 y actual entrenador de los Clippers en Los Ángeles.

"NO VA A SER PARA NADA FÁCIL"


No, no lo será, pero nada en la vida que vale la pena en esta vida es fácil. La paciencia será clave, pero también lo es la ambición.

Los Cavaliers cuentan con los ingredientes necesarios para perfeccionar la receta de campeón y acabar con 50 años de miseria en su ciudad. LeBron lo sabe, por algo regresó, y también sabe que un anillo en Cleveland posiblemente valga más que cinco en cualquier otro lugar.


Los playoffs van a presentarle a él y a sus compañeros un obstáculo intimidante en algún momento, ya sea un oponente superior o una desventaja de 2-1 o 3-2 en alguna serie.


Dependerá de ellos no repetir los errores del pasado y sobreponerse a cualquier desafío que se interponga en su camino.


Esta vez los Cavs cuentan con un rey más sabio tras su experiencia en Miami, y esa sabiduría adquirida a través de los años podría llegar a ser lo más importante para que sus fieles aficionados lo vean desfilar por las calles de Cleveland con la copa en sus manos por primera vez en mucho, pero mucho tiempo.