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No es casualidad

Los Orioles de Baltimore hicieron valer su profundidad y solidez en cada una de sus filas para ganar los dos primeros juegos de la Serie de División, de la Liga Americana, en su casa, el Oriole Park at Canden Yard, y dejar a los Tigres de Detroit al borde de la eliminación, o siendo más claros, colocándose a una victoria de avanzar a la Serie de Campeonato, por primera vez desde 1997.

El conjunto de Buck Showalter comenzó está serie como el equipo más compacto, en el sentido que no presentaban mayores fisuras en sus líneas, contando con un efectivo y consistente staff de pitcheo, en el que el bullpen era la mayor fortaleza, y una ofensiva poderosa, capaz de castigar con su poder a cualquier rival que tuvieran al frente, incluso a los que ostentan trofeos de Cy Young.

Ese conglomerado de atributos lo puso en acción Baltimore frente a Detroit, contra Max Scherzer, a quien le dieron dos jonrones y le fabricaron cinco carreras, en siete entradas y un tercio; ante Justin Verlander, a quien le conectaron un vuelacercas y le hicieron tres carreras, en cinco episodios; y, especialmente, ante el deficiente bullpen de los Tigres, al que bombardearon con 11 anotaciones en dos entradas.

Nelson Cruz y Nick Markakis han sido incontenibles, ambos con tres impulsadas y con un cuadrangular. Ellos han liderado a la ofensiva de Baltimore, que en los dos primeros juegos conectaron nueve hits en 20 turnos al bate con hombres en posición de anotar, siendo uno de esos incogibles el doble con las bases llenas del emergente, Delmon Young, que sirvió para darle vuelta al segundo encuentro y ganarlo. ¡PROFUNDIDAD!

Por su parte, el cuerpo de relevista de los Orioles estuvo dominante, como también lo estuvo durante la ronda regular en el que fue uno de los mejores de la Liga Americana, con efectividad de 3.10, whip de 1.16 y promedio al bate permitido a los rivales de .229. En los dos primeros juegos de la serie este staff de apagafuegos de Baltimore solo concedió dos carreras y siete hits, en nueve entradas, en las que poncharon a diez bateadores y dieron tres bases por bolas. ¡PROFUNDIDAD!

Esa disparidad entre un bullpen y otro ha sido la gran diferencia de la serie, algo que se advirtió desde antes del inicio de la misma, cuando también se señaló que pese a los Tigres contar con tres abridores de lujo: Scherzer, Verlander y David Price, los competentes iniciadores de los Orioles, sin tener la jerarquía de los otros, tenían los argumentos para contener a los hombres que rodean a Miguel Cabrera y Víctor Martínez, en la ofensiva de los Tigres, limitando así la opción de los bengalíes de hacerle daño. Así fue.

Entre Chris Tillman y Wei-Yin Chen le permitieron a los bateadores de los Tigres, excluyendo a Cabrera y a Martínez, siete hits en 29 turnos (.241-AVE), siete carreras -- cinco a Chen -- y tres jonrones, solo uno de ellos con corredores en las almohadillas. Nada mal, ¿verdad?. Hay que recordar que los felinos fueron el segundo equipo que más carrera produjo en la ronda regular, con 757.

Muchos dirán que todo le ha salido a pedir de boca a los Orioles, y así se puede tomar, pero no es casualidad, tales resultados han sido producto de mantener el mismo trabajo y la misma oportunidad que en la ronda regular, instancia en el que fueron el equipo con el segundo mejor récord de la Liga Americana (96-66).

Por su parte, los Tigres hicieron poco para evitar que la serie se encuentre 2-0, en su contra.

Tanto Scherzer como Verlander no correspondieron por completo al compromiso, ya que ninguno mostró la jerarquía que teóricamente tienen por sus premios Cy Young. Al primero le hicieron cinco carreras y el segundo solo pudo lanzar cinco innings. En ambos casos hay que darle crédito a la ofensiva de los Orioles.

La artillería de Detroit, por su parte, ha sido la única área que ha sacado la cara por el equipo, o por lo menos ha hecho lo mínimo que de ella se esperaba, al registrar ocho carreras entre ambos juegos. Sin embargo, desaprovecharon oportunidades de hacerle verdadero daño a los lanzadores de Baltimore, al dejar a diez corredores en las bases entre los dos primeros encuentros, en los que conectaron tres hits en ocho turnos al bate.

Cabrera y Martínez cumplieron con sus responsabilidades. El primero ligó de 7-4, con un jonrón y una carrera remolcada, mientras que el segundo tuvo de 4-3, con un cuadrangular y tres impulsadas.

¿Recuerdan que antes de la serie se dijo que los Tigres iban a necesitar de figuras como J.D. Martínez, Torii Hunter e Ian Kinsler para aumentar su productividad ofensiva y ser un factor que inclinara la balanza a su favor en la serie, compensando la debilidad del bullpen y contrarrestando la estrategia de Baltimore, de no dejar que ni Cabrera ni Víctor Martínez le ganaron los juegos? Pues bien, de ese trío solo J.D. Martínez ha respondiendo, al conectar dos jonrones y remolcar cuatro carreras.

Por cierto, J.D. (Julio Daniel) se convirtió en el primer jugador en la historia de los Tigres que conecta jonrones en los dos primeros encuentros de su carrera en postemporada. Es el decimoquinto que lo hace en los anales de Grandes Ligas.

Los Tigres, y no hay que ser un erudito, están en problemas. Pero lo grave no es que lo estén, es que no tengan soluciones para ello. Primero por cómo los han cercado los Orioles, cómo han estado adelante de cada uno de sus movimientos. Segundo, porque durante los seis meses que duró la ronda regular no encontraron la fórmula para tapar los huecos de su bullpen. Y tercero, ya parece muy tarde para estar confiando en salvadores.

Sin embargo, todavía hay una opción, hay una esperanza y está en David Price, el hombre que adquirieron el 31 de julio para fortalecer su staff de abridores, sin importar el de relevo.

Price tendrá que ponerse sobre los hombros a Detroit el domingo, para llevarlos a una victoria que los mantenga con vida en la serie y le regrese el aliento a los aficionados que ya lo perdieron, así como la certidumbre a los escépticos. Los Orioles, por su parte, no se la pondrán fácil, cuando coloquen en la lomita a Miguel González y su ofensiva aguarde, nuevamente, por el momento en el que Price flaquee o entre en escena el bullpen de Detroit.

Los Tigres no tienen mañana y los Orioles no quieren dárselo, están listo para avanzar a la siguiente fase.