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Abriendo puertas a coaches hispanos

Todos lo llaman Frank a secas.

Pero cuando se trata de autógrafos y recibos, la firma que estampa Frank Martin es "Francisco", un vínculo de por vida con su linaje que el entrenador del equipo de Carolina del Sur siempre lleva por delante.

Martin es uno de los dos entrenadores principales estadounidenses de origen hispano en los programas de la División I mayor; el otro es Orlando Antigua del equipo del Sur de Florida. Martin también es el albañil de un movimiento emergente que se está erigiendo dentro de la jerarquía de los entrenadores de baloncesto colegial.

"Pienso que Orlando y yo tenemos la oportunidad de abrir algunas puertas", afirma Martin. "Tengo la esperanza de poder seguir haciendo mi trabajo de forma tal que cuando entrevisten a los entrenadores de origen hispano dentro de 20 años no sean dos sino muchos".

Martin y Antigua son las figuras individuales del liderazgo del movimiento. Pero la cantidad de asistentes, directores de operaciones y asistentes a graduados de origen hispano continúa creciendo a un ritmo lento. Hay una mayor cantidad de oportunidades para los entrenadores de origen hispano.

Mike Balado es un entrenador asistente del equipo de Louisville. Jason Ludwig es el director de operaciones de baloncesto del equipo de la Universidad del Estado de Arizona. El personal de Antigua en el equipo del Sur de Florida incluye a su hermano, Oliver Antigua, y a Sergio Rouco.

También está Rick Cabrera del equipo del Tecnológico de Tennessee, y otros repartidos entre las divisiones I, II, III, NAIA y Colegial Junior. También están en las escuelas secundarias.

Además hay un vasto potencial proveniente del extranjero, a medida que los entrenadores de toda Latinoamérica continúan teniendo éxito en el panorama mundial.

Pero el gran caudal --si se produce y cuando se produzca-- vendrá de este país, y en eso Martin y otros están de acuerdo.

"Es un desarrollo natural dada la influencia de los latinos y los hispanos en todos los ámbitos, a medida que se producen desplazamientos en la población", dice Antigua.

Manu Ginóbili, Pau Gasol y otros profesionales de origen hispano han inspirado a los jóvenes pertenecientes a una población de gran crecimiento, que hoy en día representa el 12 por ciento de la audiencia televisiva de la NBA, según cifras de The Atlantic. Los hispanos constituyeron una cifra promedio de 2.8 millones de televidentes en los encuentros de las finales de la NBA de la temporada 2012-13, entre los Heat y los Spurs. Es un incremento del 31 por ciento en comparación con la temporada anterior, según cifras de SportsBusinessDaily.com.

Un informe de la Oficina del Censo Estadounidense reveló que la población hispana creció más del 43% entre los años 2000 y 2010, y que el 49 por ciento de los jóvenes hispanos que se graduaron de secundaria en el año 2012 ingresaron a la universidad, un porcentaje mayor que el de los estudiantes jóvenes blancos.

Esos cambios podrían transformar el panorama del baloncesto colegial, y con el tiempo, producir más entrenadores de origen hispano.

"La popularidad de este deporte entre los latinos y los hispanos está creciendo", afirma Will Delgado, entrenador asistente del equipo femenino de la Universidad del Este de Michigan. "Pero aun localmente, tenemos burbujas en varios ámbitos. Ya están comenzando a surgir... Está claro que es necesario contar con ejemplos a seguir, entrenadores y jugadores de mayor renombre que contribuyan a llevar la antorcha. Se está moviendo en la dirección correcta".

El béisbol y el futbol soccer siguen siendo los deportes más populares entre los estadounidenses de origen hispano, pero el futuro ofrece posibilidades para una creciente ola, la que arrastró a Antigua en la ciudad de Nueva York.

Nació en República Dominicana pero se crió en el Bronx. Probó con el béisbol, pero...

"Era malísimo", declara Antigua. "Crecí y me estiré. Y un día fui a las pruebas de baloncesto. El resto es historia".

Los Bulls tuvieron apenas 12 victorias en su más reciente temporada, pero Antigua contribuyó a que John Calipari atrajera talentos de primera a Lexington durante su permanencia allí, y tiene confianza en que podrá atraer reclutas al equipo del Sur de Florida.

Sigue siendo un proceso de adaptación para un entrenador que disfrutó del esplendor de la capital del baloncesto colegial. Los viajes de reclutamiento en aviones privados fueron reemplazados por viajes en carretera por las montañas de Nueva Inglaterra, a veces en zonas en las que ni siquiera llegaba la señal telefónica celular.

Antigua es un joven entrenador de gran sagacidad, que puede inspirar a otros como él a que ejerzan en el sur de Florida el oficio que le dio fama.

No es justo colocar esa carga sobre los hombros de los entrenadores pertenecientes a minorías demográficas, pero es lo que ocurre y se acepta dentro de esos círculos. Las puertas que se abren no son muchas. Los pocos que han alcanzado la recompensa de dirigir sus propios programas de baloncesto colegial llevan sobre su espalda el fardo del progreso junto con el de su desempeño.

"No se puede pensar en eso de esa forma", dice Antigua. "La presión está sencillamente en hacerlo bien".

Así fueron los comienzos de los entrenadores de color que fueron apareciendo lentamente en el escenario durante las décadas de los años 70, 80 y 90, y que brotaron en abundancia en las décadas siguientes. Ludwig, perteneciente al personal de Herb Sendek en la Universidad del Estado de Arizona, considera que la cosecha actual de entrenadores de origen hispano pudiera generar un empuje similar para la próxima generación.

Es cofundador de la asociación latina de entrenadores de baloncesto. En los Final Four del año pasado, más de 30 entrenadores de origen hispano asistieron a una reunión de la asociación, la cifra de asistentes más alta alcanzada. Martin ha sido un paladín de la asociación. Rouco ha sido un consejero. Es esa cohesión la que beneficiará a los entrenadores hispanos en todo el país, afirma Ludwig.

"Lo más importante para nosotros es darnos apoyo mutuamente", dice Ludwig. "De lo que se trata es de tener vínculos".

Balado, un entrenador asistente del equipo de Louisville, hizo paradas intermedias en las universidades FAU, FIU, High Point y Miami antes de su trabajo actual en Louisville. Sus colegas dejan entrever que será el próximo hispano que alcance un cargo de entrenador principal de un equipo de la División I.

Esa también es la meta de Balado. Balado, al igual que todos los entrenadores de baloncesto colegial, desea una oportunidad que lo coloque en posición de sobresalir.

Es el dilema de todo entrenador que esté buscando ese primer trabajo. ¿Se acepta un ofrecimiento porque brinda el control de un programa y más dinero, o se espera a que llegue la oportunidad que sea de verdad la correcta? Las implicaciones de esos análisis son aún mayores en el caso de entrenadores de minorías demográficas.

"Es un gran paso ya solo porque es el primer trabajo; tiene que ser un trabajo en el que haya que tener éxito porque va a ser difícil lograr el segundo y el tercero, al igual que es difícil preservar el trabajo actual de entrenador principal", declara Balado. "Y repito, no hay muchos entrenadores hispanos, de modo que desde ese punto de vista uno se tiene que asegurar realmente de hacer el mejor trabajo posible en el primer trabajo, que contribuya a abrir el camino para los jóvenes".

El proceso también debe tener muchas facetas, dice Martin. Tiene que haber una mayor diversificación en los administradores, de modo que los candidatos cuyo historial no sea el de siempre tengan una mayor oportunidad de ser entrevistados para trabajos importantes de alto nivel, afirma.

"Tengo una perspectiva distinta respecto a la contratación de miembros de minorías", declara Martin. "Mientras no tengamos presidentes y directores de deportes pertenecientes a minorías, no habrá entrenadores pertenecientes a minorías, ya sea la minoría hispana o la de cualquier otro origen".

Una vez que se obtengan esas oportunidades, tendrán que lograr lo que se espera de todo entrenador: ganar.

Rouco aceptó la máxima posición en el equipo de Florida International hace una década. Sintió orgullo después de haber llegado a entrenador principal de un equipo de la División I, siendo un inmigrante cubano. Esa euforia, no obstante, decayó en poco tiempo.

"Al c-----" dice, "no ganamos".

De modo que perdió ese trabajo.

Pero contribuyó a que otros lograran triunfos, al ocupar cargos de asistente, reclutador y estratega veterano. Ha estado en este ambiente lo suficiente para saber lo importante que puede ser este período para la siguiente tropa de entrenadores hispanos. De modo que le hace recordar a menudo, tanto a Antigua como a Martin, que este pudiera ser el comienzo de algo especial, algo muy grande.

"Frank y Orlando son hoy en día", dice Rouco, "los abanderados de la lucha hacia tener más entrenadores hispanos".

Hace unos meses, Ludwig contrató a Donovan Castro como asistente. Donovan es un entrenador de origen hispano joven y ambicioso, que está buscando abrirse camino como todos los demás. Y ahora está en el grupo, gracias a Ludwig.

"Su futuro es brillante, brillante", afirma Ludwig. "Tiene todo lo que pudieras desear en ese cargo, en términos de su ética laboral y su carácter. Si alguien cuenta con las capacidades necesarias, ¿por qué no darle una oportunidad?".